Editorial: Maternidad adolescente
Editorial: Maternidad adolescente n una época donde el discurso público inE siste en el progreso, la equidad y la información como pilares de nuestra sociedad, el reciente aumento de embarazos adolescentes en la Región de Antofagasta es una llamada de atención incómoda, pero necesaria. Según cifras del INE, la tasa de fecundidad especifica entre jóvenes de 15 a 19 años paso de 20,48 en 2020 a 28,59 en 2024. Es decir, casi 29 nacimientos por cada 1.000 adolescentes en ese rango etario. Una cifra que no solo es preocupante en si misma, sino que posiciona a Antofagasta como una de las regiones con mayor incidencia de embarazo adolescente en el país, solo superada por Tarapacá. Pero los números son apenas la superficie. Lo realmente alarmante es el contexto detrás de esas cifras: niñas y adolescentes, muchas veces en situaciones de vulnerabilidad social, enfrentando una maternidad precoz que condicionará el resto de sus vidas. Si, es cierto que a largo plazo las cifras de fecundidad adolescente han bajado en comparación con hace una década, como bien destaca el Colegio de Matronas. Pero este repunte reciente en el Norte Grande revela que las herramientas actuales, aunque valiosas, no están siendo suficientes ni están llegando a todos los rincones ni a todas las realidades. Antofagasta y el norte en general merecen algo mejor. No se trata de criminalizar la maternidad adolescente, sino de evitar que sea el resultado de la desinformación, la desigualdad o la negligencia. La prevención, la educación sexual integral, el acceso real y efectivo a servicios de salud amigables y la intervención oportuna en contextos de riesgo no pueden seguir siendo promesas. Tienen que ser urgencias politicas, éticas y humanas. Como sociedad, debemos dejar de ver el embarazo adolescente como una estadística más. Es un fracaso colectivo.. Son miles de adolescentes cuyo proyecto de vida se verá interrumpido y que tendrán menos posibilidades de desarrollo personal y profesional. E Editorial