Autor: Francisco Catalán Mora Profesor de Inglés
Columnas de Opinión: Chile avanza, si la educación avanza
Columnas de Opinión: Chile avanza, si la educación avanza Columnaaeducación pública chilensis, por décadasrelegada a un segundo plano, está viviendo una transformación. Los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP) han abierto una ventana para soñar con un sistema másinclusivo, equitativo y ajustado alos contextos. Sin embargo, esta transformación, no es una meta; es apenas el comienzo y exige compromiso y perseverancia. Hablar delos SLEP es reconocer una revoluciónsilenciosa y paciente en la gestión educativa. Este modelo, que comenzó a implementarse hace siete años, buscasanar una herida que la administración municipal ochentera dejó abierta, en donde destacan la fragmentación y desigualdad entre territorios. Una realidad opuesta alo presentado por esta nueva lógica. Latransicióna este nuevo sistema no hasido fácilniinmediata. Lastensiones, los temores y, enalgunoscasos, las resistencias han aflorado en comunidades que sienten que sus particularidades aúnno son plenamente comprendidas. Este es uno de los grandes pendientes: consolidar una conversación genuina entre los SLEP y las comunidades escolares, para que las soluciones no se perciban como imposiciones. Y es que en el corazón de este cambio late una idea poderosa: la educación pública como el gran igualador social. Una instancia donde las barreras económicas, geográficas y culturales no dicten el futuro delos estudiantes. Pero el desafío de la inclusión vamásallá de abrir puertas.
Esnecesario mantenerlas abiertas, asegurando transporte escolar, programas específicos para estudiantes con necesidades educativas especiales y adaptando currículosa las particularidades culturales de cadaterritorio, todo considerando además las problemáticas actuales relacionadas a género, salud mental y cambio climático. Desafios que demandan recursos y un cambio de paradigma que sitúe la diversidad como unariqueza y no como un obstáculo. Los SLEPson un avance indiscutible, perosialgo nosenseñala historia delas políticas públicas es quelos grandes cambios necesitan tiempo, ajustes y voluntad de mejora continua. El compromiso con los SLEP debe ser más queinstitucional y enel papel; debe ser un pacto social. ¡Como Chile, debemos exigir que este modelo no se estanque. Porque, aunque hoy podemos afirmar con orgullo que la educación pública avanza, el verdaderoéxitoradicaráen quenunca deje de hacerlo. Este cambio no es solo administrativo ni técni-o; es un acto de fe en el potencial transformador dela educación. Un acto de esperanza que nos invitaa construir un Chile más justo, donde el progreso deniños y jóvenes no dependa de su código postal, sino de su esfuerzo y sueños. Si la educación avanza, Chile también. Y en este camino, los SLEP son una herramienta invaluable, pero es nuestro deber asegurarnos de que cumplan su promesa de un futuro para todos.. Columna