El niño cordillera
El niño cordillera A siete décadas de su hallazgo realizado por un grupo de arrieros a 5.400 metros sobre el nivel del mar, en la cordillera de Santiago, y adquirido en 1954 para el Museo Nacional de Historia Natural, gracias a las gestiones de la arqueóloga Grete Mostny, el caso del niño inca del cerro El Plomo condensa como pocos la evolución que ha tenido en Chile la valoración del patrimonio cultural, así como las nuevas perspectivas que emergen de su relevancia científica y simbólica.
El lanzamiento de una completa publicación que sistematiza y reúne las distintas investigaciones realizadas a la fecha por diversos profesionales en torno a la momia, su ajuar y su contexto trabajo compilado por Mario Castro, actual director del museo, junto con la Corporación Cultural de Lo Barnechea y Ediciones UC, ofrece una oportunidad inmejorable para conocer los secretos guardados en esta verdadera cápsula del tiempo, que ha llegado a nosotros con la apariencia sensible de un niño indígena recién dormido.
Admirablemente conservada, su presencia despierta una memoria que nos permite traspasar los siglos, asomarnos al pasado del lugar que hoy habitamos y seguir el hilo de los Andes hasta conectar este territorio austral con el resto de la América precolombina. En un momento en que la torpe y extrema burocratización ha puesto la relevancia de la arqueología en entredicho, el caso del niño de El Plomo entrega una perspectiva distinta.
Gracias a la presencia excepcional de este hallazgo y al celo con que ha sido resguardado, se ha desarrollado un conjunto de estudios biológicos, antropológicos, genómicos, históricos, geológicos, constructivos, polínicos, químicos, médicos y de conservación, que enriquecen nuestra comprensión del mundo y son parte del desarrollo integral del país.
Junto con su relevancia para las ciencias, desde su irrupción, el niño ha tenido la capacidad de modificar la propia comprensión de nuestra cultura, su mito de origen, adquiriendo una importancia simbólica e identitaria para la sociedad mestiza de la que todos formamos parte. En ese sentido, como un quipu a escala geográfica, el niño ha desplegado sus trenzas hacia otros ámbitos ligados ya no solo con el pasado, sino con nuestro destino.
Por su pertinencia y densidad, dentro de las nuevas miradas de este niño momia destacan, junto con otras, las reflexiones de los artistas Francisco Gazitúa y Cecilia Vicuña, quienes en su esfuerzo sostenido por valorar la importancia de los Andes en nuestra cultura, así como la urgencia de una convivencia armónica con sus ciclos, recursos y paisajes, han criticado el desarraigo de la que, en palabras del escultor, sería "la mayor ofrenda simbólica de los incas al valle de Santiago". Sus planteamientos llegan incluso a proponer que el regreso del niño a su santuario de altura sería una forma de recomponer el equilibrio alterado y devolver nuestra mirada a la presencia fundamental de la cordillera. El niño cordillera Emilio de la Cerda E. Arquitecto FRANCISCO JAVIER OLEA PATRIMONIO FUTURO Como un quipu a escala geográfica, el niño ha desplegado sus trenzas hacia otros ámbitos ligados ya no solo con el pasado, sino con nuestro destino..