El regreso de Trump
El regreso de Trump E N F O Q U E S I N T E R N A C I O N A L E S Un mundo expectante Trump se ha ufanado de que durante su primer mandato Estados Unidos no se involucró en ninguna guerra nueva.
Sin embargo, ese fue un período de relativa calma internacional, muy distinto al panorama que muestra hoy el mundo, con guerras en Ucrania y Gaza, además de las amenazas de conflicto con Irán en el Medio Oriente y entre China y Taiwán, y una eventual aventura bélica de Norcorea, en el Asia. Hay incertidumbre sobre el enfoque de su política exterior. Ni en declaraciones ni en entrevistas hay claves seguras y menos detalles de sus planes. Las prioridades, con certeza, serán las guerras de Ucrania y Gaza, sobre las que, livianamente, alguna vez dijo que las terminaría en 24 horas. Es evidente que es imposible hacerlo, pero sí podría intentar apurar un acuerdo entre Ucrania y Rusia, con gran desmedro para la posición de Kiev. En Medio Oriente, seguirá apoyando a Israel, y ha dicho, al pasar, que no descartaría negociar con Teherán para impedir la producción de armas nucleares. Con Beijing se prepara una guerra comercial, y hay temor en cómo eso afecte no solo la economía, sino también la situación estratégica de Taiwán, siempre amenazada de una incursión militar china. Si algo está claro es que Trump, una vez más, va a insistir con sus aliados, sean europeos o asiáticos, en que aumenten su gasto en defensa para disminuir su dependencia de EE.UU. En Europa ya se preparan para eso, y han estado discutiendo cómo fortalecer su seguridad colectiva ante una nueva arremetida del republicano contra la OTAN. El primer nombramiento sorprendió a quienes consideran a Trump un machista inveterado: como jefa de gabinete designó a Susie Wiles, primera mujer en ejercer ese importante cargo. Influyente estratega política de larga experiencia, a Wiles se le reconoce un exitoso liderazgo para darle a la campaña electoral orden y profesionalismo. "Susie es dura, inteligente, innovadora y admirada por todos", dijo Trump. Este es un nombramiento clave, porque es la persona que maneja el día a día del gobierno y debe tener toda la confianza del Presidente. En su primer mandato, Trump tuvo cuatro jefes de gabinete, y se dice que eso fue parte del caos de la administración, su causa y consecuencia. Como veterana de la política, Wiles trabajó también con los gobernadores de Florida Ron de Santis y Rick Scott. Es posible que pueda navegar y contener tensiones entre las facciones republicanas que tratarán de influir en el gobierno. Si fracasa, Trump no tendrá dudas en reemplazarla.
Las decisiones que el mandatario electo tome en estos días --y por eso hay que suponer que los nombramientos demorarán algo-definirán buena parte de sus primeras semanas de gobierno, cuando se ha dicho tomará decisiones sobre polémicas medidas, como la deportación de inmigrantes ilegales y el alza de aranceles a las importaciones. Son más de cuatro mil cargos políticos los que debe llenar el Presidente, y unos 1.200 necesitan confirmación del Senado, la cual se espera no tenga los problemas de su anterior administración.
Entonces, si bien los republicanos tenían mayoría en la Cámara Alta, no todos los senadores estaban alineados con Trump y pusieron obstáculos a más de un nombramiento; ahora, apenas un puñado manifiesta reticencias sobre la agenda trumpista, entre ellos las legisladoras de Alaska y de Maine, quienes no tendrán el peso suficiente, en una mayoría de al menos 54 sobre cien, para bloquear designaciones. Los ojos están puestos en qué tareas les dará a dos personajes que fueron relevantes en los últimos meses de campaña: Robert Kennedy Jr. y Elon Musk. Al primero, un controvertido escéptico de las vacunas, le gustaría un cargo relacionado con la salud, quizás director de la FDA, la agencia que controla medicamentos y alimentos. Ante las suspicacias, Kennedy prometió no quitarle a nadie su vacuna. Musk aspira a liderar un nuevo Departamento de Eficiencia de Gobierno, desde el cual recortaría hasta dos billones (trillions) de dólares en el presupuesto federal, que asciende a siete billones. En materia internacional, un nombre que se repite para el Departamento de Estado es el del senador por Florida, Marco Rubio, quien sonó como aspirante a vicepresidente antes que J. D. Vance fuera elegido y que tiene experiencia en el comité de RR.EE. del Senado, desde donde influyó en políticas hacia América Latina en la primera administración.
Por su ascendencia cubana, se puede pensar que, además de la inmigración ilegal y su relación con el crimen organizado, tendrá más interés en definir una política hacia la isla que en profundizar las relaciones con el resto de la región. En Chile se le recuerda por su mención del país como un lugar donde las operaciones de Hezbolá no son reprimidas, lo que provocó una airada respuesta del gobierno de Gabriel Boric. Otros floridanos que ostentan cargos en el Estado esperan también ser incorporados al gobierno.
De Santis promueve a su secretario de Salud, Joe Ladapo, y para el Departamento de Educación se menciona al comisionado Manny Díaz Jr., quien ha realizado reformas en la línea de lo que le gusta a Trump: fue uno de los promotores de la iniciativa que prohibió a los profesores de Florida dar clases de identidad de género y orientación sexual, hasta tercer grado, en los colegios, y ha apoyado una norma sobre la marginación de deportistas transgénero en competencias femeninas, vigente también en otros 20 estados. El regreso de Trump Después de celebrar un triunfo mayor que cualquier pronóstico, Donald Trump se enfoca en organizar su equipo de gobierno. Mientras sus asesores barajan nombres y revisan antecedentes, crecen las especulaciones sobre quiénes podrían llegar con él a la Casa Blanca en enero..