Autor: CECILIA VALDÉS URRUTIA
ALBERTO CRUZ COVARRUBIAS
ALBERTO CRUZ COVARRUBIAS Corría 1952.
Alberto Cruz Covarrubias (1917-2013) junto con un grupo de arquitectos José Vial, Fabio Cruz, Miguel Eyquen, Francisco Méndez y el poeta Godofredo Iommi deciden partir a refundar la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso. Y lo hacen con una mirada revolucionaria de la arquitectura moderna, teniendo como fundamento la palabra de la poesía.
Cruz y el poeta Godofredo Iommi impulsaron esa nueva concepción de la enseñanza y la arquitectura, junto a actos poéticos, travesías, el libro Amereida, las Rondas, la creación de la Ciudad abierta, más la invención de conceptos y vocablos. Un mundo y acciones que llevaban al borde la experiencia, apartados de lo material y conducidos por la poesía. Una acción ya mítica fue cuando un grupo de ellos tiraron al mar algunos de sus objetos personales más valiosos. “Fue un acto de desprendimiento y para nosotros no era una extravagancia: fue en honor de nuestro patrono, san Francisco”, decía Alberto Cruz.
En tanto, el Premio Nacional de Historia Mario Góngora afirmaría: “Alberto Cruz es autor de una de las creaciones más originales que Chile ha aportado”. Mirada y hacer“La poesía es como un rayo que cae y los oficios, como la arquitectura, poco a poco van sacando adelante sus faenas al encuentro de la poesía”, señalaba el maestro a sus lúcidos 85 años durante una extensa conversación con Artes y Letras en su minimalista y refinado departamento de impoluto blanco y con sus paredes vacías, ubicado en el Cerro Castillo frente a la bahía. El original pensador y maestro confesaba: “Estoy siempre construyendo lo que estoy diciendo como una obra. Y mis dibujos son una manera de pensar”. Recién había publicado el libro “Don arquitectura”, con prólogo de uno de sus compañeros de ruta y editor, el filósofo francés y discípulo de Heidegger Francois Fédier.
Una exposición en homenaje al arquitecto (Premio Nacional 1975), al maestro, intelectual y artistavisual con valiosos documentos y arte suyo se inauguró en el Museo Pascual Baburizza en Valparaíso, en el marco de Puerto de Ideas y junto a la Fundación Alberto Cruz, con curaduría de Sara Walker, Macarena Murúa y Pablo Chiuminatto. Cruz hizo más de dos mil cuadernos con bocetos, croquis, dibujos, escritos y hasta pinturas que reflejan su pensamiento y su mirada de la arquitectura y la poesía, del arte y la enseñanza. La curaduría, dentro del copioso material, seleccionó 70 obras para la muestra, abierta hasta el cinco de enero, que da cuenta de su legado.
“El que hoy representa un ejemplo para las nuevas generaciones porque su proceso de estudio y autoformación constante demuestra que no se trata de una cuestión instintiva y puramente expresiva, sino de un trabajo dedicado y constante de observación, lectura y estudio con el fin de ampliar los propios horizontes del saber”, afirma el académico de la Universidad Católica y cocurador Pablo Chiuminatto. pleno taller de “Amereida”, sobre las arenas de Ritoque.
HOMENAJE En Valparaísoy la nueva concepción de la arquitectura poéticaEl innovador concepto de la Escuela de Arquitectura de la UCV, fundado por Alberto Cruz, fue “una de las creaciones más originales que Chile ha aportado”, en palabras del historiador Mario Góngora.
El viernes se abrió, en el Museo Baburizza, una exposición sobre el protagonista de ese “mundo” que llevaba al borde la experiencia, conducido por la poesía.. CZURCOTREBLAArquitectura-poesíaEl arquitecto Bruno Barla coautor con Cruz del libro “Amereida Palladio” señala entre sus aportes claves a la arquitectura: “El preguntarse cómo no seguir copiando de Europa o Estados Unidos, sino pensar en que podemos tener una mirada propia”. Para Alberto Cruz, la arquitectura era esencialmente un espacio de reflexión einvestigación. Una arquitectura-poesía contemporánea, abstracta y espiritual que transformó la mirada y aprendizaje de esa disciplina. “Pero nosotros jamás pensamos ser poetas, sino que es un diálogo en donde la palabra poética confirma lo que somos. Porque la poesía es una de las instancias más altas del ser humano, donde se manifiesta la potencia, su realidad”, afirmaba con convicción. En la Ciudad Abierta, en Ritoque, quedaron plasmadas numerosas de sus ideas en lugares como las hospederías casas de residentes, en su mayoría arquitectos y también en las esculturasde Claudio Girola.
El artista se incorporó poco después al grupo fundacional con sus esculturas site specific, como esas obras arriba del Agora y en donde una de ellas interna al público en la tierra a modo de laberinto; similar a su escultura “Dispersa II”, que hizo para una concurrida muestra en la galería de Carmen Waugh en los años 90. Girola estaba vinculado a la geometría, a lo abstracto, cercano a Brancusi, Mondrian, Max Bill, Van Doesburg y a Alberto Cruz. La exposición con un cuidadoso montaje-aborda el arte y algunos de los proyectos de arquitectura emblemá-GNORTSMRALAIVÉSOJOVIHCRAGNORTSMRALAIVÉSOJOVIHCRAticos del fundador de esa escuela de la UCV. Uno es el “Palacio del alba y el ocaso”, en la Ciudad Abierta. Se seleccionaron maquetas e imágenes. Fue construido en 1982, “sugerido por Godofredo Iommi y concebido por Cruz en el marco de un taller. La estructura fue diseñada como un proyecto para un espacio en el que convergerían un grupo de hospederías. El palacio sobresale por su forma fluida en ladrillo artesanal, cemento y piedras y cuenta con un patio rodeado por muros con planta en arco. Con una superficie de 986 metros cuadrados, refleja esa interacción entre poesía y arquitectura”, subrayan. Y su proyecto personal más importante, aunque no llegó a construirse por las circunstancias del país, solo quedaron sus cimientos, fue la llamada casa Olivetti, de Alberto Cruz y Miguel Eyquen, de 1972. La exposición presenta una maqueta que devela la complejidad y belleza del diseño emplazado en las faldas de la cordillera de los Andes, concebido para la gerencia de la fábrica italiana. Buscaba crear un espacio en profunda conexión con el paisaje cordillerano. La casa tenía el desafío de “dulcificar la cordillera y hacer cotidiano lo majestuoso”, decía. Y el proyecto lo llamó: “Una casa no tan casa”. También seleccionaron cuadernos de apuntes sobre arquitectura de los años 70 al 90. Hay bitácoras de las travesías por América en el contexto de Amereida. El público podrá ver la bitácora personal de una travesía, en 1964, que partió desde la Patagonia hasta Bolivia; y otra, en 1968, a Vancouver, que fue dibujando con sus observaciones. El artista. Luz espiritualAlberto Cruz reconocía que el dibujo era esencial para entender y reinterpretar el espacio urbano, la arquitectura, el paisaje, el pensamiento. “Yo escribo dibujando”, decía a Artes y Letras. Y hablaba del “dibujar pensante”... Bruno Barla agrega que “Alberto se enclaustraba dentro de sus dibujos en cuadernos, custodiando su intimidad”. La muestra se acerca al artista visual. “Hay más de 50 obras, entre las que destacan pinturas y dibujos, desde sus inicios en 1925 hasta el 2000, dentro de un marcado estilo abstracto o informalista”, señala el cocurador. Se agruparon los dibujos y pinturas más informalistas.
“Esos cuadernos muestran su exploración plástica más libre, donde el color y la forma se despliegan abarcando el juego abstracto, en un diálogo entre la materia y el gesto, que refleja riqueza y profundidad de su lenguaje visual”, subraya Chiuminatto. Se exponen algunos de los cuadernos en gran formato que él fabricaba: reutilizaba papeles, los empastaba y preparaba las superficies para dejarlas como soporte de sus dibujos, pinturas. Pero fue también autor de series de arte de especial profundidad como la de San Francisco, durante los años 70. Cruz seleccionó algunos fragmentos de las 54 pinturas de la vida de San Francisco de Asís, realizadas en Cuzco a mediados del siglo XVII y enviadas a Chile para el convento de esa orden. Cultivó una acuarela genuina de especial valor plástico. El también académico y doctor en arquitectura Bruno Barla explica que “las transparencias en las acuarelas de Alberto Cruz son un soporte para un escribir-dibujar pensante.
Son transparencias luminosas, velos sobrepuestos que dan profundidad al espacio plano del papel”. Y Barla destaca: “La Capilla del fundo Pajaritos fue la máxima expresión de Alberto Cruz en la construcción de una luz arquitectónica, de una luz para orar.
La acuarela, con su transparencia desde lo plano del papel, lo acercaba a esa tridimensionalidad, a esa luz para orar”.. “Palacio del Alba y el ocaso”, 1982, sugerido por el poeta Godofredo Iommi y concebido por Albe Alberto Cruz Covarrubias Flor, técnica mixta, 1954, Alberto Cruz. El color y la ab