El lugar y tiempo de la lectura en mis vacaciones
El lugar y tiempo de la lectura en mis vacaciones Se supone que en época estival hay más espacio para los libros, para al fin dar cuenta de esos títulos pendientes. ¿O no? ¿ Es distinta la lectura veraniega? ¿ Qué libros llevará? ¿ Qué recomienda? Responden Cynthia Rimsky, Simón Soto, Mauricio Electorat, María José Navia, Rafael Gumucio y Carla Guelfenbein.
S i tenemos suerte, dentro de la rutina que día a día estructura nuestra vida hemos dado lugar, o mejor, hemos dado tiempo a una detención: las vacaciones. `Vacar', dice el diccionario, es cesar por algún tiempo los habituales negocios, estudios o trabajos. Es como un sucedáneo del tiempo recobrado, propio. La promesa es que en esos días, ojalá semanas, podremos hacer lo que el resto del año no podemos hacer, o hacerlo de otra manera, con libertad, sin compromiso.
Por ejemplo, leer. "Las vacaciones diría que están hechas para leer", cree Mauricio Electorat, autor, entre otras novelas, de "La burla del tiempo" y "Pequeños cementerios bajo la luna". "Para los que amamos la lectura, disponer de vastas tardes o mañanas enteras solo para leer es un regalo. No se lee de la misma manera en vacaciones, cuando uno, se supone, no tiene nada que hacer.
Para mí, por lo tanto, vacaciones y lectura van de la mano". Ahora, claro, las promesas, sobre todo las que nos hacemos a nosotros mismos, se pueden volver carga, obligación y entonces ansiedad y hasta culpa.
Se pasa del quiero leer al tengo que leer, al de nuevo no alcancé a leer. "Las vacaciones son un terreno extraño para la lectura", cree Rafael G u m u c i o. " U n o podría decir que, por fin, tiene el tiempo para leer todo lo que durante el año e s t u v o a p l a zando, pero la verdad es que las vacaciones son más bien un simulacro de libertad.
Entre el ruido de los niños, la arena en los zapatos y la culpa de no estar trabajando, la lectura en vacaciones no es tanto un placer como un acto de resistencia". "Leer en vacaciones es importante, claro, pero también un poco absurdo", dice el autor de "Memorias prematuras" y "Los parientes pobres", "uno se lleva libros enormes que al final terminan decorando la mesa de noche mientras uno se duerme viendo Instagram.
Eso sí, es distinto al resto del año porque, en teoría, debería ser menos ansioso, aunque en la práctica uno lee con el mismo apuro de siempre". Doble refugio Cynthia Rimsky, autora de "Poste restante" y reciente ganadora del Premio Anagrama con su novela "Clara y confusa", cita un poema de Gonzalo Rojas para graficar lo que le ocurre con las lecturas en verano: "Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra / De ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar / Trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una, / A esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso". "Es una mezcla de sensaciones", explica, "la de que tendré un tiempo largo para leer todo lo que quiero y de una vez sin interrupciones.
Y por otro lado, sé que no voy a alcanzar y abro y cierro libros, buscando el que va a iniciar el verano". En todo caso lo disfruta y cree que sí hay una diferencia: "El resto del año leo en los huecos libres, en el verano me encanta entrar en el sueño leyendo, despertar y que el libro esté ahí, volver a leer... te sumerges en un espacio y un tiempo que no es el cotidiano". Si la literatura es otro tiempo, igual que las vacaciones, y si agregamos un tercero, la enfermedad, entonces tenemos una suerte de fortaleza contra el ajetreo mundano, como saben los personajes de "La montaña mágica", de Thomas Mann.
Y como le ocurre por estos días a Carla Guelfenbein: "Para mí la lectura ha sido siempre un lugar al que acudo todos los días", dice la autora de "Contigo en la distancia" y "La naturaleza del deseo", entre otras novelas. "Un lugar de inspiración, de discernimiento, de aprendizaje, de profunda conexión.
Estas vacaciones han sido especiales, porque estoy con neumonitis y la lectura se ha vuelto un doble refugio". Refugiada, Guelfenbein está leyendo la obra completa de Annie Ernaux. "Es vasta y aún me faltaban algunas de sus novelas. También estoy leyendo a Lydia Davis, una de las más grandes cuentistas norteamericanas vivas, recomiendo sus `Cuentos completos' encarecidamente". Quizás, pues, el verano sea el momento para esas lecturas largas.
María José Navia, por ejemplo, se lleva "tres libros bien grandes", a saber: "Los comienzos", de Antonio Moresco; "Kin", de Miljenko Jergovi, y "Miss Macintosh, My Darling" ("voy por la mitad; tiene más de mil páginas)", de Marguerite Young. "También `La señora Dalloway' y varios libros de y sobre Virginia Woolf para un ensayo que estoy escribiendo; la caja con todos los libros infantiles de Roald Dahl y la trilogía de `The Wild Robot', de Peter Brown (para otro proyecto), además de algunos libros de cuentos (que nunca pueden faltar): esta vez releeré los de Mavis Gallant y Gina Berriault", detalla la autora de "Kintsugi" y "Todo lo que aprendimos de las películas". Electorat propone "En busca del tiempo perdido", de Proust. "Es para el verano, sin duda alguna.
Además tiene mucho que ver con el verano, sobre todo el primer libro, `Por el camino de Swann'. Ese tipo de libros, muy grandes, muy completos, muy extensos, que encierran mundos muy complejos, yo creo que son ideales para leer en verano", insiste. "Proust, pero también novelas como `La guerra y la paz', de Tolstoi, o `Esplendor y miseria de las cortesanas', de Balzac, todas esas grandes novelas del siglo XIX son ideales para leer en verano". El propio Electorat espera terminar estas vacaciones uno de esos libros grandes, complejos, solo que es de este siglo: "Las benévolas", de Jonathan Littell, "una tremenda saga sobre el exterminio nazi de los pueblos judíos de la Europa del Este y de la Unión Soviética; una de las más espectaculares novelas que yo he leído de este siglo XXI". "Me quedan diez páginas", cuenta. "De las grandes novelas, de las magníficas novelas con las que uno se topa en la vida, dejo siempre pendientes las diez últimas páginas para que ese mundo no se termine tan abruptamente". Entre la suspensión y el remate, dice, deja pasar seis meses. Ya van cuatro o cinco, así es que toca cerrar ese ciclo. Electorat, supuesto que no arrastre con tendencia al infinito esa decena de páginas, tiene otros libros pendientes: "Uno es la novela de Kamel Daoud, `Houris', que acaba de obtener el premio Goncourt en Francia. No sé si hay traducción al castellano aún. Es un autor argelino, que escribe en francés, claro, de la ciudad de Orán, como Camus. De hecho, pasa por ser una especie de nuevo Camus, en el contexto de la literatura argelina.
Ya sabemos que el régimen argelino está reprimiendo duramente a los intelectuales, y Kamel Daoud es uno de los que denuncian esta especie de persecución obsesiva de un régimen autoritario contra los intelectuales, que es lo propio, por lo demás, de todo régimen autoritario". Los otros pendientes son "Americana", la novela de la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, y "El diente de Lumumba (regicidio contra la colonia)", del camerunés Samy Manga. "Este verano lo dedicaré bastante al África", nota Electorat. Navia recomienda títulos clásicos y contemporáneos o nuevos para irse de vacaciones. De los primeros, "Al faro", de Virginia Woolf.
De los segundos, "Los mejores días", de Magalí Etchebarne; "Aquí hay icebergs", de Katya Adaui; "El libro del verano", de Tove Jansson. "Creo que todos, a su manera, traen un tiempo distinto, o esa forma distinta de vivir el tiempo que son o pueden ser unas vacaciones; también el letargo de los viajes y la frescura del agua sobre la piel". Otro enfoque Ahora, tampoco hay que descartar que el verano sea una mera continuidad, el tiempo de siempre. Ya lo sugería Guelfenbein cuando dijo que la lectura es un lugar al que acude todos los días. Navia lo pone así: "Es tan importante como siempre.
Como soy escritora y profesora de literatura, gran parte de mi tiempo está dedicado a leer y es un enorme privilegio y felicidad que así sea". Sin embargo, pone un matiz: "Sí diría que cambia el enfoque. En verano está más dirigido a lecturas que me sirven para los libros que estoy escribiendo (o quiero escribir), es decir, son más nutritivos para mi parte creadora que para mi parte que es profesora. En verano no leo para mis clases (al menos no directamente), sino para mí.
Es un gozo distinto". Para Simón Soto, autor de "Matadero Franklin" y "Agua fuerte", es lo mismo: "Es bastante similar a mis lecturas en el año, nunca hay una variación para mí, siempre trato de leer muchísimo", explica. "Es como un vicio, sea en vacaciones o no. Además, como mi forma de trabajo es independiente, la verdad es que hace rato no logro tener vacaciones comunes y corrientes.
Desde esa perspectiva tampoco hay una variación". En ese continuo, Soto está leyendo "Honrarás a tu padre", de Gay Talese, libro en el que el escritor y periodista estadounidense retrata a los Bonnano, una familia mafiosa: "Es un libro hermosísimo". También los ensayos "El opio de los intelectuales", de Raymond Aron, y "Eichmann en Jerusalén", de Hannah Arendt, "dos libros notabilísimos". Además, ha estado releyendo a Ricardo Piglia, sus ficciones y ensayos: "Me parece milagroso que esté tan vivo, tanto en su ficción como en su ensayística, es como descubrirlo otra vez.
Lo he estado leyendo mucho". Y ya que está en eso, recomienda entrar a ese mundo a través de "Ricardo Piglia a la intemperie", la biografía que publicó Mauro Libertella el año pasado: "Hay un afán de divulgación de la figura de Piglia, sin abandonar la investigación, la reflexión sobre su trabajo, su lugar en la literatura argentina y latinoamericana". Así como puede que las vacaciones no hagan diferencia respecto de las lecturas del resto del año, quizás tampoco sea lugar ni tiempo para libros largos y complejos, como proponía Electorat.
O no es lo que se le viene a la mente a Gumucio: "Siempre me imagino leyendo algo ligero, una novela policial o una biografía entretenida". Aunque "luego termino leyendo libros que solo yo considero `vacacionales': por razones de un libro que estoy escribiendo leeré a Jerónimo de Vivar, Cristóbal Colón y al Inca Garcilaso". Fuera de eso, espera terminar "Letras torcidas", el perfil de Mariana Callejas, escritora y agente de la Dina, firmado por Juan Cristóbal Peña; "Call center", la novela de Pili Arteaga; "Gordon Matta-Clark", de Ariel Florencia Richards; "y varios ensayos de René Girard". Al pedirle una recomendación, Gumucio apuesta por "algo que no intente competir con las vacaciones, sino que se acomode a su desorden. `Cien años de soledad', de García Márquez, es una buena lectura", cree, "posible ahora que hicieron con ella una serie monosilábica y triste". Guelfenbein, por su parte, aconseja leer "dos novelas que hablan sobre mujeres chilenas cuyos destinos trágicos pasaron a la historia". O sea, "Y entonces Teresa", de Arturo Fontaine, "que recrea de forma magistral los últimos años de la vida de la escritora Teresa Wilms Montt, su pasión por Vicho Balmaceda, y las circunstancias adversas que la llevaron al suicidio". Y "Cora 1931", de Irene Padilla Arriagada, "que cuenta la historia de Cora Mayers Glehy, médico y fundadora de la Escuela de Enfermeras de Chile, que fue asesinada a balazos por su amante Alfredo Demaría". Un cuento turco Quien ya está leyendo la biografía de Matta-Clark es Rimsky. Está con eso "y con `La ruta de los hospitales', de la argentina Gloria Peirano, que este año va a Chile. Y me esperan `La trilogía involuntaria', de Mario Levrero; `Luz que ya no era', de la poeta venezolana Yolanda Pantin; y la relectura de `Frente a un hombre armado' y los cuentos de Mauricio Wacquez. Y varios más". Rimsky encuentra muy difícil recomendar lecturas.
Tal vez por eso prefiere recurrir a una historia: "Cuentan los vendedores de alfombras en Turquía que a las personas que entran a su local les preguntan la profesión, sus gustos generales, calculan su edad, el dinero que van a gastar.
Mientras el o la clienta contestan, los o las vendedores estudian sus gestos y, al final, les venden la alfombra que no van a poder resistirse a comprar". "Recomendaría, entonces, que cuando entren a una librería escojan justamente el libro que no tiene relación con sus gustos, su profesión, el barrio en el que viven", dice, "y que se lancen a la aventura de lo diferente". JUAN RODRÍGUEZ MEDINA REPORTAJE Escritoras y escritores cuentan: El lugar y tiempo de la lectura en mis vacaciones Mauricio Electorat. BHP Carla Guelfenbein. SERGIO ALFONSO LÓPEZ María José Navia. SERGIO ALFONSO LÓPEZ Rafael Gumucio. SERGIO ALFONSO LÓPEZ Simón Soto. GENTILEZA SIMÓN SOTO Cynthia Rimsky.
MARÍA ARAMBURÚ `` En verano me encanta entrar en el sueño leyendo, despertar y que el libro esté ahí, volver a leer... te sumerges en un tiempo no cotidiano"... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . CYNTHIA RIMSKY `` Uno se lleva libros enormes que al final terminan decorando la mesa de noche mientras uno se duerme viendo Instagram"... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . RAFAEL GUMUCIO FRANCISCO JAVIER OLEA.