Autor: Por Nicolás Álvarez Arrau
La historia de lluvia, barro y pérdidas que golpea sus hogares
La historia de lluvia, barro y pérdidas que golpea sus hogares Dirigentes vecinales de Arauco y Curanilahue abordan el impacto de la reciente emergencia S in duda, las intensas lluvias de las últimas semanas dejaron una huella difícil de borrar en diversas zonas de la Región del Biobío, sobre todo en la Provincia de Arauco. Curanilahue y Arauco fueron parte de las comunas que recibieron alertas rojas por la catástrofe que trajo consigo el desborde de ríos y cauces.
A casi tres semanas de lo ocurrido, dirigentes vecinales de El Parrón y Pichilo, en Arauco, y Santa María, en Curanilahue, entregan sus testimonios y explican cómo es posible vivir en sectores que periódicamente repiten las mismas contingencias.
Explican que a estas alturas hay una expertiz, una preparación mayor, aunque reconocen que el miedo es el mismo o, incluso más grande, algo que ha tenido efecto en la salud mental de parte de los vecinos.
Por eso y más, piden la visita de profesionales que puedan dar solución definitiva a un problema que se repite cada siete o diez años, así como también ayudas para solucionar temas sanitarios y de la agricultura local. Representantes de localidades de la Provincia de Arauco como Santa María, El Parrón y Pichilo abordan los efectos de las inundaciones. Advierten que este es un tema que se repite de manera cíclica y que el temor de sus comunidades es grande.
Por Nicolás Álvarez Arrau / nicolas.alvarez@diarioelsur.cl La historia de lluvia, barro y pérdidas que golpea sus hogares "Contra la naturaleza no se puede hacer nada; todo vuelve a su cauce" Patricia Sanhueza, presidenta Junta de Vecinos N2 Santa María, Curanilahue: Agua, barro, pérdida de camas, refrigeradores, cocinas, muebles, lavadoras, secadoras y livings. La lista de pérdidas es grande en el sector Santa María de Curanilahue.
La presidenta de la Junta de Vecinos N 2 Santa María, Patricia Sanhueza, relata que las familias con el mayor impacto fueron las que estaban ubicadas en las calles más aledañas al río Curanilahue, como Juan Benítez Meza, Santa María y otras vías paralelas, hogares en los que el agua llegó a un metro y medio. "Esto pasa cada siete o diez años. Tengo la experiencia de vivir acá varios eventos, porque viví lo que fue 2006,2017 y está el de 2024. Contra la naturaleza no se puede hacer nada y, si las cosas pasan, es porquetodo vuelveasucauce(... )Yalo queempiezaallover unoen la semana está a la espera", cuenta la dirigenta vecinal. Dice que su comunidad, de alguna manera, tiene una expertiz a lahoradeenfrentarsituacionescomolasvividadíasatrás.
Esosí, esa expertiztienequevermásbienconestaratentosyserrápidosalmomento de tener que subir sus artefactos al interior de sus casas para evitarquesemojen, desdelozahastarefrigeradores. "Másqueesono podemos hacer y, además, este año la emergencia fue mucha, pese a los gaviones que tiene el río", lamenta.
En todo esto, ve también "gente irresponsable" que instala sus casas, amplía o instala otros elementos leñeras, por ejemplo sobre los mismos gaviones, "entonces ya no podemos echar la culpa de que no se ha hecho nada en el río; hay una responsabilidad de los vecinos". "Ayuda municipal se ha recibido, pero ayudas del gobierno no lo sé. Al menos a mí no me han dicho nada.
Llegó mucha ayuda a la zona cero, con muchas cajas de gobierno en una bodega, pero en mi junta de vecinos no dejaron nada del gobierno de Chile", advierte Sanhueza, quien agrega que dentro de lo entregado por el municipio hay kits de aseo, "algo primordial", alimentación o carbón, a lo que suma apoyos de otras instituciones como Carabineros o el Hogar de Cristo.
Por último, reconoce que los ánimos respecto a posibles nuevas emergencias "están a la espera de Dios", y que se desea que la zona pueda ser visitada por expertos que puedan ver el río para estudiar la posibilidad de ensancharlo o subir los gaviones, o bien limpiar antes los alcantarillados, "porque acá tengo un vecino que desde que empiezan las lluvias se le entra el agua por el mismo baño". "Todo el sector está con un problema sanitario, aunque ya se hacen las gestiones" Danilo Urra, presidente Junta de Vecinos El Parrón, Arauco: "En años anteriores habíamos vivido un evento de este tipo, pero no con la afectación de casas en nuestro sector", dice el dirigente. En el sector El Parrón se contabilizaron 18 casas afectadas, una zona que hasta hace algunos años se consideraba rural, pero que hoy es derechamente urbana. Entre los daños, Urra recuerda que la entrada de agua trajo consigo pérdidas de camas, sillones, además de un hogar que sufrió una pérdida total.
En su relato recalca que jamás esperaron como vecinos ver algo así, con una venida del río cuya fuerza no sólo les significó una gran cantidad de agua dentro de sus hogares, sino que una corriente peligrosa.
A días de vivir el desastre, cuenta que los vecinos del sector se encontraban sacando aún barro de sus casas, secando los pisos y sus artefactos. "Ellos están secando, ordenando y esperando que no vengan nuevas lluvias, porque ya se anuncian nuevas. Las aguas no han bajado mucho, y eso lo vemos porque nuestras vegas no están aptas para ir a sacar camarones", subraya. Danilo Urra lamenta que la comunidad que representa, pese a ser catalogada como urbana, carece hoy de sistemas que mejoren las condiciones de vida que merece cualquier sector urbano, como alcantarillado o pavimentación de caminos. Por ejemplo, advierte que todas las casasdelsectortodavíacuentanconfosassépticas, serviciosquesevieron muy afectados por el aumento de las napas subterráneas y la presión. "Las fosas reventaron con la presión y rebosaron todas. De hecho, una fosa metálica que tengo en mi casa también se levantó. Todo el sector está con ese problema sanitario, aunque la autoridad está haciendo las gestiones para pasarnos camiones aljibes para evacuar todo eso, un proceso en que todavía estamos", cuenta el vecino.
Por todo lo ocurrido, dice que hay un temor constante entre los vecinos de que eventos de este tipo puedan volver a ocurrir, miedo que se sustenta en la gran cantidad de agua que observan en los actuales niveles de tranques y vegas del sector, "porque si eso se revienta quedará la embarrada". Otro temor tiene que ver con la situación de sus caminos, que por posibles nuevas lluvias podrían quedar en un peor estado y hacer intransitable el paso. "Cuando declararon el sector de rural a urbano hubo hartas falencias, y esos errores lo estamos pagando todos los vecinos.
No tenemos alcantarillado, pavimentación y nada de urbana, pero poco a poco hemos ido gestionando con la alcaldesa", dice. "Creemos que esto se vendrá fuerte, porque ya no habrá talaje para los animales" Luis Gavilán, presidente de la Junta de Vecinos N23 de Pichilo, Arauco: En el sector de este dirigente vecinal donde se decretó una alerta roja y se llamó a evacuar cruzan dos ríos de bastante agua, sobre todo en invierno. Recuerda que la última afectación de importancia la vivieron sus vecinos el año pasado, pero que la antepenúltima se había vivido a finales de la década de 1990 y otras en la década de 1980.
Las fuertes lluvias de junio generaron anegaciones en todas las casas de Pichilo Bajo y llevaron a que familias quedaran aisladas por las inundaciones. "También tuvimos a personas con problemas en los cerros, en varias casas que se vieron afectadas por derrumbes o que tuvieron grietas.
Sabemos que las autoridades tienen que mandar gente para verificar qué estudios se harán en esos terrenos (... ) El invierno se nos anticipó con mucha agua, un fenómeno nunca antes visto", señala el dirigente, quien reconoce que en el caso de su comunidad las principales pérdidas no se graficaron en lo material, sino que en el área local de ganadería y agricultura. Advierte que las vegas quedaron llenas de agua y tierra, por lo que costará mucho para que el pasto se vuelva a levantar.
Según indica, más de 50 centímetros de tierra hoy descansan sobre el pasto de estas vegas apreciadas por los agricultores. "No digo que las personas de acá sean grandes ganaderos, pero tienen sus animales y su agricultura que es para el invierno y para vender a las personas de la zona, en especial con el cultivo de la papa (... ) Creemos que esto se vendrá fuerte, porque ya no habrá talaje para los animales, y porque habrá que vender animales, deshacerse de ellos, ya que costará que salga el pasto", señala. Frente a lo ocurrido, Gavilán asegura que el temor nunca va a desaparecer.
De hecho, hoy observa a sus vecinos preocupados y da cuenta, incluso, de impactos en la emocionalidad de los lugareños, lo que se ha traducido en problemas de salud mental: "No lo quiero atribuir directamente a esto, pero ya he pedido ayuda psicológica para algunas personas del barrio (... ) Emocionalmente, la gente nuestra no está bien". Al preguntar por posibles nuevas afectaciones, parte de los dirigentes reconocen que están "a la espera de Dios", aunque también enfatizan que debe haber una responsabilidad mayor de los vecinos..