COLUMNAS DE OPINIÓN: Licencias médicas turísticas: el abuso que enferma la democracia
COLUMNAS DE OPINIÓN: Licencias médicas turísticas: el abuso que enferma la democracia O Columna Licencias médicas turísticas: el Cristian Rodríguez Director IPP UCN abuso que enferma la democracia lescándalo de los más de veinticinco mil funcionarios que, bajo el amparo delicencias médicas, emprendieron viajes al extranjero entre 2023 y 2024, desborda con mucho el mero perjuicio fiscal: expone una crisis ética de proporciones republicanas. La licencia médica, concebida como un resguardo de laintegridad fisica del trabajador y un mecanismo para asegurar la continuidad del servicio público, fue transformada en una tarjeta de recreo financiada con fondos de todos. Ensu origen weberiano moderno, laética públicase funda en la idea de que los intereses individuales deben subordinarse al propósito colectivo: prestar un servicio honesto, eficiente y comprometido con la ciudadanía. Cuando el servidor público ve esa prerrogativa como un privilegio personal, reniega dela vocación de servicio y rebaja la legitimidad dela institución a la que pertenece. La licencia médica deja de ser un derecho protector para convertirse en un festín de "viveza criolla", socavando la cultura del deber y dejando al descubierto la fragilidad de los controles internos. Es significativo que este fraude solo haya sido detectadotras un cruce de datos masivo: durante años, los sistemas funcionaron con zonas grises que permitieron la impunidad. La consecuencia más grave de este fenómeno no radica únicamente en el costo económico, sino en la erosión de laconfianva. La democracia y sus instituciones descansan sobre un pacto de buena fe entre gobernantes y gobernados; cuando la ciudadanía advierte que la "autoridad" se salta las reglas sin consecuencias reales, se instala un escepticismo corrosivo. Ese descrédito seramifica: se extiendea la hora de respetar normas menores, fomentael incumplimiento y refuerza discursos populistas que prometen "limpiar" el sistema con fórmulas simplistas. Aunasí, el reto no es sólo sancionar a los responsables, sino reconstruir un ecosistema institucional que revalorela integridad y restituyael sentido del servicio. Más allá de endurecer normas, eldesafio resideen transformar la cultura organizacional: que cada funcionario entienda que su conducta moldeala percepción social del Estado. En esalínea, diversas propuestas apuntan aintegrar registros de salud y movilidad para generar alertas tempranas, transparentar de manera proactiva las investigaciones y dotara los organismos de control de mayor independencia. Pero másallá deimplantar protocolos nuevos, lo cruciales reconectar alos servidores con la dimensión moral de su misión. De este modo, la recuperación de la confianza dependerá no solo de la efectividad de las sanciones, sino de la capacidad delas instituciones para recuperar su compromiso con lasociedad.
Solosila función pública se percibe nuevamente como un compromiso asociado a un propósito superior =el cuidado genuino del bien común-, se podrá cerrarla brecha que hoy separa a los ciu dadanos de una democracia que, sin esa confianza compartida, dadanos de una democracia que, sin esa confianza compartida, pierdesurazón deser..