AUMEN. A UN PASO DEL CINCUENTENARIO (60) LO QUE HAN DICHO LOS AUMENES
AUMEN.
A UN PASO DEL CINCUENTENARIO (60) LO QUE HAN DICHO LOS AUMENES o puedo cerrar esta serie de notas sin dejar testimonio de lo que a lo largo de esta larga andanza por la historia y la literatura escrita en Chiloé y el sur del país han ido comentando los integrantes de Aumen y otros poetas y críticos literarios que de algún modo formaron parte de este movimiento que dio vida a una enorme actividad literaria y cultural en esta parte del mundo. En esta nota y la próxima compartiré algunos testimonios que dan cuenta de lo que significó Aumen para sus integrantes y para la comunidad entera. “Entre los primeros pasos de maestra, entre silabarios y abrazos de niños, ya el camino estaba abierto. Venía de buenas lecturas desde los estudios de humanidades. Unido a esto, ese hurguetear en lo hondo de cada rostro, dolor, árbol, frío, nombre, que conmovieran mi corazón y mis desvelos. De ser la dolorosa que exprime y aprehende ese alumbramiento de lo esencial... Igualmente decidor fue asistiral tallerAumen. Allíentendíque no seescribe por hobby ni por inspiración superior. “Cualquiera hace versos, me decía uno de los poetas mayores. La poesía es otra cosa. Tú puedes escribir poesía”. Igualmente importante para mi trabajo literario fue participar en el Primer Encuentro Nacional de Escritores organizado por Aumen en 1978.
Aunque ya había publicado, me di cuenta de que escribir es una responsabilidad que tiene mucho que ver con lecturas y más lecturas, con la manera de ver el mundo y esa rigurosidad que nos sopla al oído esta brevedad de que “menos con menos da más”. También Huidobro, Whitman, Rilke, Arteche, Parra, Gabriela, Delia Domínguez: los autores entrañables del sur y de Chiloé que bien conoces. Este hacer tuyo el dolor del mundo, la singularidad del mundo y poder escribirlo. Como dice Rosa Montero, cuando somos jóvenes creemos que escribimos del mundo pero en realidad estamos escribiendo solamente de nosotros mismos. Por suerte lo corregimos con el andar del tiempo.
” (Sonia Caicheo, en Castro desde adentro, Ediciones Aumen, 2022). “En Chiloé se escribe poesía, simplemente, sin preocupación neovanguardista exclusiva, pero al mismo tiempo sin desdeñar los aportes y procedimientos modernos, incorporándolos en la medida de su posible acceso a ellos, decimos de su posible acceso porque Chiloé es una isla (un conjunto de islas, en realidad) verdadera, distinta y separada del continente, sustentándose en sí misma con los valores que ello encierra, pero también sintiendo las limitaciones de estar lejos de los centros de investigación, práctica, financiamiento, promoción y difusión del arte y la literatura en Chile. Y lo paradojal es que a pesar de ello, la poesía de Chiloé es de una sorprendente calidad y constituye un efectivo aporte a la literatura chilena actual.
La clave de su buen nivel radica en la actividad seria y permanente de un grupo literario, Aumen, de Castro, y de una persona que lo ha fundado y sostenido hasta la fecha, Carlos Alberto Trujillo, poeta y profesor de castellano, que ha contado con el apoyo inicial del también profesor y también escritor Renato Cárdenas y la colaboración permanente de innumerables personas y algunas instituciones, en particular de Fundechi. En verdad, Aumen ha sido el motor del progreso literario de Chiloé en la última década. ” (Iván Carrasco Muñoz. “Aumen en la poesía chilena”, septiembre 1984) “Creo que había un hecho bien interesante. Primero que todo, en ese momento en Castro se estaba empezando a constituir una cierta línea de trabajo interdisciplinario que abarcaba la literatura, la arquitectura, la pintura.
Por primera vez comenzaban a aparecer poetas y pintores en una ciudad provinciana como Castro y poetas y artistas plásticos que comenzaban a tener progresivamente una repercusión seria mucho más allá del ámbito geográfico de la isla. En ese sentido, yo creo que hay dos grandes elementos.
Primero, el trabajo que estabas realizando tú mismo con Renato y el trabajo de Mario Contreras, en Ancud, que constituían una primera generación de avanzada y absolutamente fundacional de un trabajo que, en rigor, no existía porque los escritores que alguna vez habían existido en Chiloé siempre habían emigrado muy tempranamente y su trabajo literario nunca había estado vinculado a la actividad cultural en Castro, en Ancud o en cualquier otro lugar.
Sin embargo, por primera vez comenzaba a surgir un trabajo que estaba derechamente vinculado a una realidad, se producía en un lugar e inclusive los textos mismos se editaban en esos lugares con las precariedades del caso. Pero eso entonces configuraba un ambiente de trabajo que uno cuando era más joven lo percibía de una manera bastante gigantesca, como una actividad muy grande en la medida que tenía una repercusión afuera. ” (Óscar Galindo Villarroel, entrevista realizado el 30 de julio de 1992 y publicada, más tarde, en El Llanquihue Creo que estaba en séptimo básico cuando llegué por primera vez a Aumen. Esto por los buenos oficios del imponderable Héctor Véliz Pérez Millán, que hasta entonces era el único escritor que había surgido de la Escuela 75, y que también ya era un consumado vendedor. Justamente, o por ese tiempo, había publicado con Víctor Hugo Cárdenas un pequeño folleto de dos hojas en papel roneo, llamado “El juego de la oca”. Tratando de vendérmela, Veliz P.M. terminó regalóndomela. Me invita al lugar donde se hacen esas cosas tan notables. La idea de que asistiera a Aumen fue una idea que me había sugerido la profesora Rosa Llauquén, pero es Véliz, sin duda, que me da las claves de cómo llegar, con una tarea. Tenía que llegar con un poema. Creo que fue en la casa de don Mario Uribe donde participé por primera vez y leí el poema que de tarea me había hecho hacer el reconocido vate de la Escuela 75. Como sabes, por mucho tiempo yo fui un participante permanente, casi no falté, con la excepción de alguna vez que se me atravesó alguna importante pichanga en la cancha Raipillán. Fui un observador silencioso que aprendía y escuchaba los debates. Todos los demás integrantes eran estudiantes de enseñanza media del Liceo, y aunque yo tenía muchas lecturas personales, desconocía mucho de lo que allí se hablaba.
” (Mario García Alvarez, en Castro desde adentro, Ediciones Aumen, 2022) “El oficio de escribir en Chiloé antes del Aumen era esporádico, y por eso la trascendencia de ese taller que creaste y mantuviste en tiempos difíciles. Fue un quiebre.
Antes de ese núcleo de poetas que se formó y adquirió el oficio de escribir en el Aumen, en Chiloé no existieron nada más que unos pocos escritores que así como llegaron se fueron, o buscando otros lugares donde la fama estuviera al otro lado de la puerta. Sucedió con el también profesor Rubén Azocar, pero así como llegó y escribió Gente en la Isla, se fue. Don Pedro Barrientos y su Historia de Chiloé; Francisco Coloane, que se formó en Punta Arenas: Nicasio Tangol, y otros que siempre escribieron mirando Chiloé desde otras orillas. Pero escritores que vivieran en Chiloé, escribiendo desde Chiloé, nadie antes del Aumen. Y me basta con encontrar un domingo en la mañana a Héctor Veliz en el mercado de Dalcahue, para darme cuenta qué enormes raíces creó ese taller de poetas. Véliz, contra todos los malos vientos y las traicioneras mareas, se mantiene en lo suyo, siendo Chiloé la dimensión y límite de sus distintas moradas literarias.
Y tiene que autofinanciar sus publicaciones. (Luis Mancilla Pérez, en Castro desde adentro, Ediciones Aumen, 2022) Una de las cosas que yo aprendí en el taller literario, y la voy a agradecer todos los días de mi vida, es que la literatura se hace con otra literatura. Aprendí que la literatura es una gran trama de textualidades que se van afirmando unas en otras.
Y que en verdad un escritor serio, un escritor que realmente asuma con responsabilidad y seriedad su trabajo de producir textos, primero y antes que nada tiene que ser un gran lector, un lector de muchas cosas, pero también un gran oyente o tal vez un gran oidor (sería la palabra exacta), un gran oidor de las voces de las cosas. Y las voces de las cosas, ¿dónde las oye uno? Las oye en la literatura, desde luego, pero también en la conversación de la vida cotidiana.
Ese aprendizaje muy rápidamente quedó instalado en todos los que estábamos en el taller, siendo muy jóvenes. (Sergio Mansilla, en Noche de agua, 2 ed., Ediciones Casa de Barro, 2023, p118) Aumen fue un espacio de libertad muy importante para nosotros. En mi casa, la poesía, el relato y el pensamiento recuperaron un espacio. Como “eco en la montaña”, engranó voces para romper los silencios. Recuerdo con tanto cariño el momento en que salió el primer mimeografiado de AUMEN, en el que aparecían dos poemas de mis hermanas Agne y Neddiel. En la cocina de nuestra casa, después de la cena, mis hermanas presentaron el texto y leyeron sus poemas. Recuerdo especialmente el poema de Agne, porque emocionó a mi madre, quien recibió ese poema como el efecto de su ausencia (la cárcel) en el corazón de mi hermana. Yo ingresé al Taller cuando estaba en 2 Medio.
Recuerdo especialmente lo significativo que era esa posibilidad de ir al liceo en la noche (cuando estaba funcionando el liceo nocturno), en invierno y encontrarnos en aquellas salas de madera para escucharnos, siempre con tanto respeto, con tanta dignidad.
Ustedes, los profesores, se amalgamaban con la inspiración y la creación de quienes éramos los aprendices de poetas, que, aparte de no cobrar por aquella actividad extra-programática, se daban tiempo para analizar y criticar lo escrito. Creo que AUMEN fue una acción para no olvidar la dignidad de las personas, que sembró espacios de construcción, sueños de continuidad de la vida, más allá del Liceo. En el contexto de AUMEN, escuché por primera vez a un profesor de la Universidad Austral, Iván Carrasco, quien luego sería mi profesor de semiótica, en la Escuela de Antropología. También a Isidoro Aguirre y a otros grandes y proscritos de la dictadura. AUMEN significó para nosotros esa proyección de la vida liceana que, como todas las resistencias, se iluminaban cuando llegaba la noche. (Manuel Muñoz Millalonco. en Castro desde adentro, Ediciones Aumen, 2022) FOGÓN CULTURAL rAUMEiNJ. A UN PASO DEL CI1VCUENTENARJO (60) LO QUE HAN DICHO LOS AUMENES José Teiguel, Sonia Caicheo, Óscar Galindo, Sergio Mansilla, Héctor Véliz, Jeannette Hueitra, Carlos Trujillo y Sandra Henríquez. Por: Car(os TrujilTo.