Autor: Rodrigo Fluxá
Corazón Partio:
Corazón Partio: Libro revela persecución y desapariciones de homosexuales durante el régimen militarDÍA 1 26 de marzo de 2010 Cuando Bernabé Vega contestó el teléfono en la casa en Hualqui y de su boca salieron las palabras que salieron, algo invisible comenzó a moverse. Él no lo sabía entonces y la detective Rosa Otárola, al otro lado de la línea, tampoco lo sabía. Ella estaba llamando a un marino retirado, diciéndole lo que solía decirles a esos hombres en sus últimos años: que trabajaba en la PDI y necesitaba hablar con él. La detective Otárola esperaba que le respondieran lo de siempre: ¿ Conmigo? Debe haber un error. Yo nunca vi ninguna cosa.
Es que nadie contaba nada en esos años y, aunque hubiesen contado, con el tiempo que ha pasado la memoria empieza a fallar. ¿Quién fue que me mencionó? Pero Bernabé Vega, asus 72 años, respondió: Sabía que iban a venir en algún momento. Antes de cortar, la detective Otárola le dijo a Bernabé Vega que pasarían a buscarlo a su casa, ubicada a un kilómetro de la iglesia donde él era pastor. Pero Bernabé Vega les pidió que no, porque su familia y sus siervos no sabían nada de ese asunto. Preferiría esperarlos en una bomba de bencina. La detective llegó puntual. Era un cruceimprobable en sus biografías. Ella había nacido en Arica, en 1973, cuando Bernabé Vega llevaba dos temporadas en esa ciudad.
Es cierto que caminaron por las mismas calles, ella como una niña, él como un agente civil de Inteligencia, pero fue una ventana vital corta: cuando la detective entró a primero básico, el marino ya se había ido. Bernabé Vega se subió al asiento trasero de una van. Parecía un hombre amable, religioso, loque noera tan raro, porque algunos de los militares envueltos en causas de derechos humanos habían girado, sinceramente ono, al culto. Los detectives aprovecharían el viaje para adelantar la toma de declaración.
Entonces, ¿estuvo en Arica los años posteriores a 1973? Sí. ¿Sabe lo que es el CIRE?Sí, el Centro de Inteligencia Regional. ¿Fue parte de ese equipo de Inteligencia? Sí. ¿La casa donde operaba estaba en la Av.
Tarapacá, ex Diego Portales, poco antes de la rotonda? Sí. ¿Al frente había una avícola? Sí. ¿Se escuchaba el canto de los gallos al amanecer? Sí. ¿Cómo sabe tanto? ¿ Quién fue el que me mencionó? Esque, ¿cómosabía eso la detective Otárola? De mirarla costaba adivinar que se dedicaba a lo que se dedicaba. Ella estaba cerca de los 40 años, pero se veía más joven y, sobre todo a los ojos de alguien de la edad de Bernabé Vega, demasiado grácil para ese oficio. Algo de verdad hay en ese prejuicio y algo de prejuicio hay en esa verdad: habría que tener el ojo muy afinado para adivinar que la detective Otárola era una policía.
Su mane-ra de hablar pronunciando las consonantes, con pausas marcadas era lo único que la podía delatar, pero, extrañamente, justo esa característica se la debía a otra cosa y no al hecho de que tuviese en todo momento una pistola Sig Sauer P229 colgando del cinturón. Frente a Bernabé Vega, en ese momento, sentada en el auto en el asiento del copilo- Sergio Núñez Guerra, “Mc Lean”, nació en Valparaíso en 1929. Partió a Arica en los 70 y su familia le perdió la pista en 1977. Fue detenido en una redada. to, no se le veía. Y cuando le preguntan cómo llegó hasta ahí, ella responde: Siguiendo un dedo.
DÍA 2 15 de agosto de 2008 Si de por sí las jornadas solían ser tediosas, durante un turno de feriado, como lo era el de la Asunción de la Virgen, el aburrimiento podía desatar alguna crisis vocacional. La detective Otárola había llegado en febrero a Arica, a la Brigada de Homicidios, su primera asignación. Cuando salió del colegio fue crupier, locutora radial, lectora de noticias, todo mientras estudiaba traducción en un instituto. Precisamente eso le permitió trabajar en una aerolínea, en el mesón del aeropuerto, donde los policías de aduanas le contaron que la PDI estaba abriendo cupos para profesionales. Esa oferta, en periodo de caza de talento joven, solía venir maquillada: los nuevos detectives no harían trabajo de calle, no habría balas, no habría sangre.
Pero el reclutador de la detective Otárola tuvo la deferencia de decirle la verdad: “Serás policía y los policías ven muertos”. La detective Otárola no tenía ninguna experiencia con los muertos, pero años antes le había tocado interpretar a uno. En el casino, un productor se le presentó diciendo que su cara era perfecta para un programa que grabarían pronto. El programa era Mea Culpa. Tenía que personificar a Marjory Navarro, una joven ariqueña que había sido secuestrada, violada, asesinada y enterrada junto a su pololo en 1992 por una banda de peruanos. El capítulo fue un éxito y en el rodaje conoció a los detectives reales que solucionaron el caso, quienes le mostraron fotos de la escena del crimen: dos muertos.
La detective Otárola les ha contado a muy pocos compañeros sobre su debut como actriz y, cuando lo ha hecho, les ha aclarado que no vivió una epifanía que la haya llevado a iniciar una carrera policial.
Si algo pudo influir en esa decisión fue haber conocidopersonalmentea los jóvenes asesinados: ambos iban a su mismo colegio, unos cursos más arriba; su mamá les había hecho clases y su aparición enterrados a las afueras de la ciudad la había movilizado. Protestó cuando el Presidente Patricio Aylwin indultó a los tres culpables, conmutándoles la pena de muerte por la de cadena perpetua. No le pareció justo el balance entre la falta y la pena. Ahora, de 35 años, en la oficina un día feriado, tampoco le parecía justo lo que habían sido sus primeros meses como detective. Sentía que sus compañeros no la respetaban y que parte de ese desprecio desembocaba en quedar marginada de cualquier investigación relevante. Esa misma mañana de la Asunción de la Virgen el conscripto Jausen Gajardo vivía su propia crisis, aunque en su caso era de índole ético. El día anterior había participado de un ejercicio del Grupo Blindado Número 9, que consistía en trotar ala hora de más calor a 27 kilómetros de Arica. Al llegar al sector de Pampa Chaca vio un bulto de tierra, con un roñoso chaleco café. Debajo había unos huesos. Le contó a su capitán, que a su vez le contó a su mayor. Ambos llegaron a la conclusión de que no valía la pena hacer un escándalo: solo activaría un cerro de protocolos para lo que bien podía ser un animal. Pero el soldado Gajardo no pudo dormir; esas costillas no parecían de perro. Tomó dos bolsas de plástico y se subió a su auto, ahora como civil. Usó las bolsas como guantes. Le bastaron unos brochazos para confirmar su impresión: era un cuerpo humano. Volvió al regimiento y contó lo que había hecho. Ya no había otra opción que llamar a la policía. La detective Otárola fue al lugar con su jefe. Entonces, apareció. Apareció un dedo. El cadáver no tenía cabeza, pero la momificación permitió que las manos se conservaran bien y en unos meses se identificó a la víctima por sus huellas.
La miembro delSIGUE EN PÁGINA 28 b-»-. Luego de reparar en un retrato en 3D publicado por la PDI en La Tercera en 2012, el periodista Rodrigo Fluxá inició una extensa búsqueda para intentar resolver el misterio de unas osamentas en un pique minero en Arica. Sus pesquisas junto a la detective Rosario Otárola se recogen en su último libro, del que ofrecemos un adelanto. »- Carlos Bravo Galleguillos, el “Corazón Partío”, nació en 1941. Llegó a Arica a comienzos de los 70 y desapareció en esa ciudad. Informalmente, sus patrones supieron que lo habían detenido los militares. Su caso nunca llegó a la Comisión Rettig.
Corazón Partío Rodrigo Fluxá Catalonia/ Un Día en la Vida vIENE DE PÁGINA 26 Partido Comunista uruguayo Mónica Benaroyo había ingresado a Chile en 1971, fue detenida en Arica en septiembre de 1973, liberada a los pocos días y, en 1974, expulsada por el Ministerio del Interior. Nunca más se la volvió a ver. Al revisar ese papeleo la detective Otárola dedujo rápidamente que la mujer jamás fue liberada tras su detención.
Estecaso, se dio cuenta la detective Otárola, tenía una curiosidad que, de haberla pasado por alto, la habría mantenido lejos del engranaje que activó Bernabé Vega: había ocurrido dos años antes de que los aparatos represivos más formales, como la Dina, llegaran a Pero estaba la ciudadana uruguaya, y otro caso antiguo: la desaparición de Grober Venegas, que en mayo de 1975 había sido detenido por la PDI acusado ligado a una operación de tráfico de drogas, pero que fue retirado del cuartel de Investigaciones por Patricio Padilla, capitán de Ejército. Cuando, días después, los policías les preguntaron a los militares qué había pasado con ese preso, les dijeron que se había fugado en el Valle de Azapa.
Padilla fue la primera hebra de la detective Otárola: dijo haber sido jefe del CIRE, el equipo de Inteligencia Regional que empezó aoperaren la zona poco después del Golpe de Estado de 1973, del que, pasados casi 30 años, no había registro. Gracias a ese avance, el 31 de diciembre de 2009 la detective Otárola consiguió una orden para investigar el caso de Grober Venegas. La detective Otárola empezó a rastrear a otros posibles miembros del CIRE, por todo Chile. El coronel en retiro de la Armada Samuel Chong aceptó colaborar, pero solosi ella lo visitaba personalmente en su casa en Aysén. La detective Otárola lo hizo a finales de febrero de 2010. Chong dijo que él no participó del CIRE, pero sabía de su existencia: dos marinos habían sido reclutados. En el avión ella revisó los apuntes de su libreta. Estaba el nombre de Bernabé Vega, subrayado. DÍA 1, PARTE ll 26 de marzo de 2010 Ya en la ruta, la detective Otárola había pasado a los temas importantes. —¿ Participó usted de la ejecución? yo disparé.
Decir dónde está el cuerpo del fallecido?—Lo tiraron en unos antiguos piques mineros, cerca de Arica. finalmente parecía haber algo concreto sobre el cuerpo de Grober Venegas, para comenzar a cerrar así un caso que llevaba 35 años sin culpables. Sería su segundo éxito, en poco tiempo. Su suerte estaba cambiando. Les quedaban horas de ruta por delante. Bernabé Vega contó que había nacido en Coronel en 1937 y que estudió solo hasta segundo de humanidades. Tenía 15 hermanos y tuvo que trabajar desde niño recogiendo carbón en la playa. En 1954 entró a la Escuela de Grumetes y fue asignado a varias embarcaciones, hasta llegar a Arica en 1971. La mañana del 11 de septiembre de 1973 la Gobernación Marítima apareció rodeada por militares, que anunciaron que desde ese minuto se harían cargo del gobierno.
Vega y otro marino, Héctor Morales, habían hecho patrullajes en la zona marítima y, cuando los citaron al Regimiento Rancagua, pensaron que querían hablarles del control fronterizo, pero la orden fue otra: tenían que ir a una casona en el sector industrial. Bernabé Vega asumía que había sido en 1974, posiblemente a comienzos.
Sírecordaba que en la casona los recibió otro militar, quien les dijo que desde ese momento “pasarían a ser parte de un aparato de Inteligencia” y que la labor principal sería reprimir a grupos subversivos, en particular, y a cualquiera que estuviese contra el régimen militar, en general. En todo caso, al escuchar a Bernabé Vega, la detective Otárola le creía con suerte la mitad; incluso alguien confeso de un asesinato tiende a controlar la narrativa.
Además, todo ese viaje bien podía ser una pérdida de tiempo. ¿Y si Bernabé Vega solo quería atención? ¿ Si su memoria fallaba por la edad? recuerda bien el lugar de la ejecución?-Sí, se alcanzaban a ver las luces de la carretera, después de una loma. —¿ En el Valle de Azapa? —No, no. En la salida sur de Arica.
Según todo lo que la detective Otárola había alcanzado a recabar hasta ese momento, a Grober Venegas lo habían matado en el Valle de Azapa. —¿ En el Valle de Azapa querrá decir, don Bernabé? —No, no, no. En la salida de Arica. En fin, pensó ella: había pasado mucho tiempo y el desierto es desierto, todo tiende a parecerse. Bernabé Vega insistía en que trató de mantenerse al margen de cualquier actividad ilegal en el CIRE. Pero un evento en particular lo convenció de que sería muy difícil limitarse a hacer de oficinista. En un asado, un militar invitado, el “Tuerto Henríquez”, comenzó a gritar que en realidad ellos, los militares, estaban mejor cuidados con Allende que con Pinochet. Un exabrupto de ebrio. Pero el jefe del CIRE, también borracho, llamóa Bernabé Vega y le dijo que matar al “Tuerto” esa misma noche. Vega quedó impactado. Esperaron hasta la mañana siguiente, cuando Padilla, ya sobrio, les dijo que lo olvidaran, que había sido un arranque de curado.
Pero de ahí en adelante, según él, supo que todos corrían peligro. —¿ Por eso fue que participó en la ejecución de Grober Venegas? —Grober Venegas. —No conozco ese nombre. —La persona que ejecutaron, que lanzaron al pique minero... —Le repito. No conozco ese nombre. La detective Otárola miró a su compañero, que estaba en el asiento de atrás, mientras Bernabé Vega seguía moviendo la maquinaria invisible de eventos desencadenados esa mañana. A la única persona que ejecuté fue al homosexual. O