Con aciertos y desafíos, el PACE cumple una década
Con aciertos y desafíos, el PACE cumple una década CEDIDA n Aunque el Programa de Acceso a la Educación Superior ha sido un buen aliado para erradicar desigualdades, la tarea aún sigue pendiente.
A los 16 años, Berenice Contreras decidió que su futuro sería estudiar sobre el cuerpo humano, identificar problemas de salud y así poder tratar pacientes. "En 2 medio me di cuenta de que lo mío era Medicina.
Más tarde también me di cuenta de que si no hubiera sido por el PACE, a lo mejor no hubiera entrado a la carrera o hubiera tenido que hacerlo más tarde, después de tener que pagar un preuniversitario", comenta la estudiante, quien cursa su tercer año en la Universidad de Santiago.
El PACE refiere al Programa de Acceso a la Educación Superior, iniciativa nacida en 2014 bajo la idea de garantizar acceso a la universidad a estudiantes de sectores vulnerables con un rendimiento académico destacado. "Se concibió para restituir el derecho a la educación superior, garantizando un acceso efectivo que incluyera la preparación, el acceso, la nivelación y la permanencia" de estos jóvenes, indica el informe "PACE: Panorama a diez años de su implementación" lanzado por el Mineduc hace unos días y en conmemoración de esta primera década.
Entre otras cosas, el documento da cuenta del crecimiento del programa durante los últimos años: si en 2014 participaron 69 establecimientos educacionales y cinco universidades en el piloto del programa, hoy la suma alcanza los 638 establecimientos y las 29 casas de estudio, cubriéndose todas las regiones del país.
Articulación En estos 10 años, más de 470 mil escolares han participado en las actividades de preparación que el PACE ofrece en 3 y 4 medio, siendo cerca de 31 mil los alumnos matriculados en una universidad en convenio. "Tuve reforzamiento mientras estaba en el ISCA (Instituto Superior de Comercio de Antofagasta) y en la universidad tuve acompañamiento constante durante mis años de carrera.
Cada cierto tiempo, iba donde un consejero a hablar sobre si tenía dificultades en los distintos ramos, o sobre cómo me estaba yendo en general", rememora Katalina Yáñez, titulada de Terapia Ocupacional en la U. de Antofagasta. "Fue un gran beneficio", dice. Con esta mirada concuerda Sebastián Izquierdo, investigador y coordinador académico del CEP, quien además preside la Sociedad Chilena de Políticas Públicas. "Tengo una opinión positiva de este programa.
Me parece que apunta en la dirección correcta al tratar de igualar las oportunidades de personas de niveles socioeconómicos más bajos, para que puedan ingresar a la educación superior, preparándolas en etapas previas a su entrada, así como en el transcurso de la carrera", indica. "Efectivamente, ha abierto una puerta para que alumnos de sectores vulnerables, pero de desarrollo destacado y meritorio, puedan acceder a carreras en universidades de distinto tipo, incluyendo a aquellas más selectivas del país", comenta José Joaquín Brunner, profesor emérito de la U.
Diego Portales. "Es una política que afirma, a lo menos en el terreno simbólico, la importancia del esfuerzo de los estudiantes y del mérito que estos pueden tener independiente de su origen socioeconómico", continúa Brunner. "También me parece importante el hecho de que se haya establecido un programa que permite articular la educación superior con la educación escolar, porque siempre estamos diciendo que hay una desarticulación entre una y otra. Este es un muy buen ejemplo de lo contrario". Sobre desafíos aún pendientes, Izquierdo menciona que "cuando las políticas públicas llegan al término de la educación escolar, es algo tarde.
El foco debiera estar en etapas más tempranas, porque sabemos justamente que ahí es donde se resuelven con mayor éxito las desventajas que provienen desde la cuna". A propósito de la primera década del PACE, Rosa Devés, rectora de la U. de Chile, escribió en una carta al director de este diario que los "importantes avances" logrados por los programas de acceso inclusivo "son todavía insuficientes para erradicar las desigualdades que subsisten en el tránsito a la educación superior y en el sistema universitario". Brunner, por su parte, agrega que "no trataría de hacer de este programa algo, como se dice ahora, universal.
Pero me parece que se podría ampliar, sobre todo reforzando la búsqueda en distintas regiones, con algunos liceos y colegios más, para así lograr un muy gradual incremento en el número de estudiantes". En ese sentido, el académico menciona la necesidad de analizar "los recursos destinados a la educación superior, para apoyar a las universidades que están integradas al proceso del PACE". Iniciativa busca garantizar acceso a la universidad a alumnos de alto rendimiento y contextos desfavorecidos: Con aciertos y desafíos, el PACE cumple una década M.
CORDANO Berenice Contreras agradece la oportunidad, pero plantea que todavía se podría difundir más el programa PACE. "Yo me enteré por una sola reunión, y fui de las pocas de mi curso del liceo que lo tomó en serio". En su último año escolar y durante algunos días, Katalina Yáñez se quedó después del horario oficial, en clases relacionadas con el programa PACE. En 2016 entró a estudiar Terapia Ocupacional en la universidad. CEDIDA.