Autor: POR RODRIGO RAMOS BAÑADOS ILUSTRACIÓN FRANCISCO JAVIER OLEA
ANTOFAGASTA asediada por los perros
ANTOFAGASTA asediada por los perros cultura canina, por un lado, y por otro, están quienes piden regular por los casos de ataques y su efecto en el turismo”, indica.
Hasta el año pasado, la cifra que manejaba la municipalidad era de 4.500 perros abandonados, un número muy alto considerando que la cantidad de habitantes de la comuna es de al menos 11 mil personas, según el Censo 2017. Una solución propuesta por parte de la municipalidad fue una eutanasia masiva.
De esta manera, presentó un recurso de protección ante la Corte de Apelaciones de Antofagasta para solicitar a la Seremi de Salud que aplicara la medida a miles de perros por tratarse de una “amenaza a la salud”. Sin embargo, la Corte rechazó el recurso y, entre otros aspectos, mencionó que la “Municipalidad de San Pedro de Atacama se encuentra plenamente facultada para efectuar el retiro de los perros vagos que circulan por las vías públicas con el objeto específico de trasladarlos a caniles municipales”, y solo aplicar la eutanasia “frente a casos específicos de canes enfermos o gravemente heridos, cuya vida no es viable desde el punto de vista clínico”. Lo claro es que el problema persiste sin solución. Víctor, por su parte, dice que seguirá recomendando a los turistas que tengan cuidado con los canes. El 8 de enero, Sergio Monroy salió de su casacargando una bolsa de basura. Eran alrededor de las siete de la mañana, la hora a la que suele pasar el camión recolector de la basura subiendo por la empinada calle Buenos Aires para luego recorrer los pasajes aledaños.
El sector está a pocos metros de la avenida Circunvalación, que marca el límite entre el mustio cerro amarillo y el tejido urbano que desciende como una montaña rusa hacia el mar, en el sector centro alto de Antofagasta. Sergio caminó a paso a lento cuando sintió un tirón en una de sus piernas. Sobresaltado, soltó la bolsa, pero tres perros se abalanzaron sobre él y luego aparecieron tres más. Sergio trastabilló, cayó al suelo. Se cubrió el rostro, gritó pidiendo ayuda. Los animales, de tamaño mediano, lo atacaron en sus brazos, desgarrando su ropa. Aunque no recuerda haber sentido dolor en ese momento, sí observó que había sangre escurriendo hacia el suelo. Gritó más fuerte. Unos vecinos llegaron a socorrerlo y a piedrazos espantaron a los perros. Semanas después del ataque, con los brazos vendados, Sergio relata esa escena desde la puerta de su casa, donde vive con su señora, que tiene alzhéimer. A sus 87 años, este excomerciante de un almacén de barrio se reconoce como un hombre ágil. No tenía mayores problemas de salud, dice, hasta que se encontró con la jauría que, al verlo, se dirigió directo a él. “Estaban arriba”, dice, indicando la casa contigua donde la vereda se eleva siguiendo la forma del cerro. No era la primera vez que se topaba con ellos. Días antes, él los había ahuyentado. “Los perros no olvidan”, agrega. “Siempre están hambrientos”. Levantando el brazo vendado, Sergio relata que es una perra la que dirige la jauría. “Son perros semiabandonados. La persona que los alimentaba ya no está, falleció, y quedaron en la calle, donde nadie los asume principalmente por su ferocidad. Han atacado a muchas personas, principalmente a adultos mayores, incluso a la señora que los cuidaba. Ella estuvo un mes en el hospital. Con la gente joven no se tiran”. Rosario Martínez, vecina del sector, afirma que los perros también la atacaron. “Fue horrible.
Menos mal que me ayudaron prontamente”. Cinthia Santander, hija de una de las mujeres atacadas, es pesimista y dice que los ataques van en aumento y en algún momento pueden atacar a un niño o a una guagua, “y ahí sí que lo matan”, afirma con los brazos en jarra.
El lunes 24 de febrero, un médico antofagastino denunció que en los alrededores de su casa, ubicada en el sector Jardines del Sur, uno de los más exclusivos de la ciudad, fue atacado por un perro de raza akita, mientras paseaba con su mascota por los alrededores de su casa. El médico, de 63 años, quien no quiso identificarse, contó que sintió la posibilidad de fallecer por la hemorragia que le provocaron las mordeduras. “Se trata de un perro grande, de una raza considerada peligrosa, que salió de una casa en construcción y fue directo a atacarme. Me mordió la arteria femoral izquierda. En ese momento vi la muerte. Me atacó ambas piernas. El perro, por suerte, me soltó. Fue una vecina la que me ayudó con unas toallas para presionar las heridas y evitar el sangrado. Luego en el hospital me operó un cirujano vascular y pude recuperarme”, dice.
Aclara que decidió dar a conocer el hecho a la prensa local por la reiteración de estos ataques en la Región de Antofagasta, la que cuenta con dos hechos con resultados fatales, uno en Sierra Gorda y el otro en San Pedro de Atacama. Sierra Gorda es un poblado que se encuentra a 147 kilómetros de Antofagasta, marcado por su población flotante minera, que no supera los mil habitantes. Allí, Rosa Beltrán asegura que hay más perros que personas y que estos son lanzados por “gente mala” que transita entre Calama y Antofagasta. “Tirar un perro es como lanzar un pequeño demonio”, comenta. Al recuento de canes, dice hay que sumar los perros abandonados por faenas mineras cercanas o empresas que hacen trabajos temporales. En este poblado ocurrió una tragedia en 2012, cuando un pequeño niño gitano fue atacado por los perros. Rosa presenció el ataque.
Lo que más la impresionó, dice, fue la imagen de los animales lanzando al aire el cuerpo del niño, que “parecía un muñeco”. El niño, agrega, estaba recién aprendiendo a caminar y no sobrevivió a las heridas. En ese lugar quedó una animita con una cruz donde cabe una campanita hecha con pita. En una lámina de cobre está grabado Isaac, el nombre del niño. La animita fue hecha por la gen-te del pueblo, pues los gitanos huyeron una vez que sucedió la tragedia. Rosa dice ser partidaria de la eliminación de todos los canes, al igual que varios habitantes del lugar.
Seguidamente, gesticula y dice que están atados de manos, pues en el país “los perros tienen más derechos que las personas”. En el turístico San Pedro de Atacama, a 311kilómetros de Antofagasta, a los ciclistas se les recomienda tener cuidado con los perros asilvestrados en los lugares alejados.
Por los senderos amarillentos se puede alcanzar una serie de zonas de interés, pero lamentablemente “las mordeduras están a la vuelta de la esquina”, dice José, quien es garzón y trabaja por temporadas en el pueblo. El relato de la muerte de Daniela Gamboa sigue fresco. En octubre de 2023, la joven que trabajaba de guía turística fue hallada muerta tras ser atacada por una jauría. El testimonio quedó expuesto de manera dramática con una llamada de Daniela a su padre, justo en el momento en que los perros se le acercan y comienzan a morderla. Tras sus gritos, la llamada se cortó. En San Pedro ocurrieron dos accidentes más. Un niño de solo tres años sufrió la mutilación de una oreja en el sector del Pozo 3 el mismo día que perros asilvestrados atacaron a Daniela Gamboa. Y una turista brasileña terminó hospitalizada de gravedad tras ser atacada cerca del cementerio. Ninguno de estos casos tiene responsable, lisa y llanamente porque los perros no tenían dueño. El problema, dice Víctor Aravena, quien trabaja en turismo, es no tener a quién responsabilizar, y cuenta que al pueblo le dicen “San Perro de Atacama”. “Es un tema difícil. San Pedro tiene unadonde nadie los asume principalmente por su ferocidad. Han atacado a muchas personas”, dice Sergio Monroy, quien sufrió uno de esos ataques. personas y que estos son lanzados por “gente mala” que transita entre Calama y Antofagasta. “Tirar un perro es como lanzar un pequeño demonio”, dice Rosa Beltrán.
Durante 2024, la Región de Antofagasta ha registrado un total de 4.167 accidentes por mordeduras caninas, una cifra que evidencia la extensión de este problema enlas nueve comunas de la región, según el seremi de Salud, Alberto Godoy. Como antecedente, en 2023,3.887 personas fueron vícti mas de mordeduras caninas. Según el Sistema de Registro de Animales Mordedores, los da tos proporcionados por la Red Asistencial detallan que el 66,9% de los casos (2.787 accidentes) involucran perros sin dueño iden tificado.
En segundo lugar, el 21,4% de los accidentes (893 casos) corresponde a animales con dirección conocida, mientras que el 11,7% restante (487 accidentes) están asociados a perros ubica bles solo en determinados sectores de la localidad.
Al respecto, Alberto Godoy destacó que la responsabilidad de estos ataques recae en los dueños de los canes, y subra yó que los incidentes causados por ani SOD males callejeros, sin dueño conocido, de AÑAB ben ser gestionados por las municipali SO dades para velar por la seguridad pública MAR de los ciudadanos. OGIR En los campamentos de Antofagasta, DOR poblados en su mayoría habitados por migrantes, es habitual ver “perros comu nitarios” en las calles de tierra.
Jimena, una vecina de expresivos ojos cafés del campamento Villa Moisés, en la falda de un cerro, adoptó una pitbull que había si do abandonada cerca del campamento, en el sector de la quebrada La Cadena. Sadame, como se llama la perra, no tiene más de tres años. Es pequeña, de cuellogrueso, pero delgada. Ladra, muestra los dientes. Jimena afirma que la perra es necesaria para la seguridad. Brandon, su hijo adolescente, agrega que los perros de ese tipo son comunes en el sector, porque inspiran respeto. Jimena relata que muchos extranjeros han traído perros desde sus respectivos países. “Aquí han llegado últimamente venezolanos que hacen el viaje con sus mascotas, en su mayoría pitbull, por un asunto de protección”, acota Jimena. Cuenta Brandon que muchas veces estos perros de razas peligrosas quedan abandonados en los alrededores de los campamentos, con todo el riesgo que significa para los vecinos y para otros perros. Pasan hambre y se ponen agresivos. Muchos comentan que en el sector alto de Antofagasta el narcotráfico usa perros de razas peligrosas para su protección. Sobre la posibilidad de que los perros estén siendo utilizados como escudos de narcos en los campamentos, desde la PDI de Antofagasta aclaran que hasta el momento no existe un análisis formal que sustente esto. A la vez, indican que en cuanto a “contrabando de animales”, si bien es cierto se han dado casos, no son específicamente perros de razas peligrosas.
Jeanette Berríos, quien lleva varios años rescatando perros de los sectores altos de la ciudad bajo la Fundación Rescatista Ecológica y Protectora de los Animales, FREPA, muestra fotos que dan cuenta de jaurías de perros de distintos tamaños en los alrededores de Antofagasta, en las playas o en quebradas. La mayoría de estos canes ha logrado sobrevivir en el desierto, donde hoy existe mucha basura; demasiado alimento en descomposición que botan las ciudades y las faenas industriales. “Muchas perras en abandono no están esterilizadas y por eso tenemos una sobre-población de 13 años, sin ningún control, naciendo camadas en el abandono”, asevera.
Indica que el acto de botar camadas de perros en sectores supuestamente “alejados de la ciudad” ha provocado que crezca la población en lugares como la salida a Mejillones, costa Laguna, caleta Coloso, salar del Carmen y especialmente en Roca Roja (sector sur de Antofagasta). “Los perros de Roca Roja, por ejemplo, se alimentan incluso de los restos de canes que entierran en el cementerio ilegal que se extiende por tres kilómetros en el lugar.
En general, los perros, cuando son abandonados, se crían como animales salvajes y adoptan costumbres agresivas, principalmente por el hambre que pasan, hacia los mismos perros, al ser humano y a todo lo que, en general, pillan”, precisa. Jeanette observa que el otro problema que genera la presencia de estos canes en la región es que también atacan a la fauna, principalmente a zorros, guanacos y hasta los pelícanos. “La necesidad que surge es la esterilización de las perras y la castración en el caso de los perros. Es la única forma de poder controlar este problema que afecta actualmente a la ciudad”, afirma.
El biólogo y académico de la Universidad de Antofagasta, Carlos Guerra, precisa que, además de ataques de perros a personas, hay imágenes en Antofagasta de ataques a animales silvestres como lobos marinos, pelícanos y hasta un elefante marino.
“A este último le arrancaron su aleta caudal (o extremidad posterior), dejando sus huesos expuestos”. Agrega que en la ciudad está todo el problema de la higiene o insalubridad en las calles, antejardines y parques producto de la existencia de fecas de los famosos “perros comunitarios, que son de todos, pero no son de nadie, un aspecto irracional de la pésima Ley 21.020 o Ley Cholito.
Los efectos sobre los que transitan en bicicletas o en motocicletas, los que perseguidos por jaurías de perros callejeros suelen tener caídas o riesgos de accidentes de tránsito”. Guerra afirma que en los casos inaceptables de ataques a personas con resultado demuerte, si bien están documentados, no se ha logrado que los culpables de haber elaborado la Ley 21.020 “manifiesten la intención de corregir su pésima e irresponsable labor legislativa”. Desde la Municipalidad de Antofagasta, por su parte, precisan que para este 2025 hay proyectadas alrededor de 10 mil esterilizaciones y cerca de ocho mil implantes de microchip. El compromiso explican es reforzar el trabajo en el control de la población canina y felina, principalmente de aquellos que se encuentran en estado de abandono. Sergio Monroy, en tanto, quien sufrió mordeduras de los perros en sus brazos, se siente atemorizado de salir a la calle, incluso asomarse a dejar las bolsas de basura como ha hecho siempre. Recostados bajo la sombra que proyecta una muralla de adobe, el grupo de perros que lo atacó hace casi dos meses, parecen anestesiados por el sol. En el medio del grupo, está la perra que clavó sus dientes en su brazo vendado, la que hace un gesto como si olfateara el aire. “Se trata de un perro grande, de una raza considerada peligrosa, que salió de una casa en construcción y fue directo a atacarme. Me mordió la arteria femoral izquierda. En ese momento vi la muerte”.. A principios de enero, en el sector alto de Antofagasta, un grupo de perros callejeros se ensañó con un adulto mayor. Y esta semana un médico resultó gravemente herido por la misma razón. La región, que ya cuenta con dos víctimas fatales por estos ataques, registró el año pasado 4.167 accidentes por mordeduras caninas. Perros abandonados y hambrientos, que se alimentan principalmente de basura, se han convertido en un problema serio. En el poblado de Sierra Gorda, a 147 kilómetros de Antofagast “Son perros semiabandonados. La persona que los alimentaba ya no está, falleció, y quedaron en la calle,