Autor: JEAN PALOU EGOAGUIRRE
Los líderes de las pandillas que aterrorizan a la población de Haití y controlan la capital
Los líderes de las pandillas que aterrorizan a la población de Haití y controlan la capital Más de 5.000 personas han muerto este año por las acciones de grupos armados ilegales:una nueva coalición apodada Viv Ansanm (Vivir Juntos). Este expolícía ha lanzado desde febrero una serie de ataques contra comunidades e infraestructuras críticas entre ellas comisarías y los aeropuertos, la mayoría de ellos actualmente cerrados y ha liberado a miles de presos, en medio de una confrontación directa con el gobierno haitiano, que desde noviembre lidera como primer ministro Alexis Didier Fils-Aimé.
Chérizier, quien utiliza las redes sociales para promover su imagen, ha dicho que las pandillas deben ser reconocidas como “fuerzas rebeldes” y este mismo año incluso propuso un “diálogo nacional” para “acabar la guerra” en Haití. Pero últimamente se ha mostrado más desafiante con las autoridades y la Policía: “Se quedan en un tanque disparando. No saben combatir cuerpo a cuerpo. Se niegan a poner los pies en el suelo”, afirmó recientemente. “Chérizier obtiene gran parte de su poder de la alianza Viv Ansanm, que le ha permitido a él y a otros grupos colaborar en lugar de competir por el control territorial. Esta tendencia es evidente en los datos de ACLED, que muestran una fuerte disminución en los enfrentamientos entre pandillas desde la consolidación de la alianza.
En su lugar, ha habido varias operaciones conjuntas por parte de sus miembros, quienes han aprovechado la inestabilidad políticacomo la destitución de los ex primeros ministros Ariel Henry y Garry Conille para expandir su control territorial”, destacó Pellegrini.
“A pesar de su supuesta disposición a negociar, lo que hemos observado desde julio es que tanto Chérizier como Viv Ansanm han seguido amenazando significativamente a civiles”. “Hoy tenemos una estructura de pandillas muy diferente a la de hace diez o veinte años: es mucho más sofisticada, violenta y organizada”, señaló Kolbe. “La coalición G9, bajo el liderazgo de Chérizier, es emblemática de la crisis en Haití. Él fue oficial de policía y, mientras ocupaba ese puesto, se convirtió en líder de una pandilla. Politizó y corrompió a los agentes de policía que trabajan con él, reclutándolos para su empresa criminal y estableciendo relaciones con líderes de pandillas existentes para expandir su control. Hoy en día es tanto un actor político como un señor de la guerra”, añadió.
La matanza de al menos 184 personas en el barrio de Cité Soleil, uno de los más pobres de Puerto Príncipe, ha puesto nuevamente en foco el carácter extremadamente sanguinario y el poder territorial que ejercen los líderes pandilleros que se estima controlan hasta el 85% de la capital de Haití y han sido responsables de unas 5 mil muertes violentas este año.
Según lo que se sabe a partir de relatos dispersos las autoridades aún no tienen acceso a la zona donde ocurrió la masacre, Micanor Altès, alias “Wa Mikano” (“Rey Mikano”), jefe de la banda Wharf Jérémie, ordenó matar en ese sector de Cité Soleil a los ancianos y adeptos del vudú, tras acusarlos de practicar brujería y haberle hecho “mal de ojo” a su hijo, quien enfermó y finalmente murió el domingo pasado.
Entre el viernes y el sábado, los pandilleros ingresaron a las casas y mataron con cuchillos y machetes a las víctimas y quemaron sus cadáveres en las calles, en medio del temor de la población, que aún sigue bajo un asedio informal y con restricciones de movimiento.
La “brutalidad estratégica”El portal especializado Insight Crime destacó que si bien la facción armada liderada por Altès controla un territorio estratégico, cerca de un puerto comercial de la capital haitiana, no figuraba entre los grupos más violentos del país, lo que pone de manifiesto cómo incluso actores criminales secundarios son capaces de someter a los civiles con actos de violencia y casi sin resistencia del Estado.
Sandra Pellegrini, coordinadora para Latinoamérica y el Caribe de ACLED (Armed Conflict Location and Event Data), explicó a “El Mercurio” que Altès ejerce control sobre las barriadas de Wharf Jérémie, La Saline y Fort Dimanche, y anteriormente formaba parte de la alianza G-9 y Familia, la pandilla más poderosa del país. “Wharf Jérémie genera ingresos principalmente a través de la extorsión, particularmente dirigida a los camiones que operan alrededor de la terminal de contenedores Caribbean Port Services en La Saline. Con una fuerzan Los orígenes y la importancia del vudúJimmy Chérizier, un “señor de la guerra”encias para legitimar actos de terror y mantener el control sobre sus territorios”, dijo. EFEDe origen africano, el vudú llegó a Haití con los esclavos, que llevaron consigo sus creencias espirituales y rituales, los mezclaron en un sincretismo religioso con el catolicismo y las adaptaron al contexto local. De este modo, por ejemplo, los lwa (espíritus del vudú) se asociaron con santos católicos. Prohibido durante la colonización francesa, el vudú también habría jugado un papel crucial en la Revolución Haitiana, que llevó a la independencia del país en 1804, como catalizador de la rebelión. El vudú no tiene un libro sagrado ni una estructura jerárquica, y el gobierno no lo reconoció como religión oficial hasta 2003.
Aunque hasta hoy sigue enfrentando prejuicios, no es raro que los haitianos busquen consejo médico o de otro tipo de sacerdotesconocidos como oungan, lo que habría estado en el centro de la masacre del pandillero Micanor Altès. “En el vudú, algunas enfermedades pueden ser enviadas mediante medios mágicos y necesitan una cura espiritual”, explicó Greg Becket, antropólogo de la Western University.
“Los templos vudú son instituciones importantes en barrios como Cité Soleil, y es común que las personas busquen consejo médico de sacerdotes en ausencia de otras formas de atención”, dijo el experto, quien consideró la masacre como parte de la estrategia de control de las pandillas. “Están destruyendo las instituciones de poder social, y ahora también atacando a la sociedad civil.
Este incidente también fue un ataque a las instituciones del vudú y a la autoridad generacional en el vecindario”. estimada de 300 miembros, el poder y las actividades de la pandilla probablemente prosperaron gracias a su membresía en el G-9.
A pesar de las tensiones internas, esa alianza le permitió consolidar el control sobre su territorio y expandir sus fuentes de ingresos”. Según Athena Kolbe, experta de la Universidad de Barry que trabaja en Haití como parte del proyecto After Exit de la Universidad de Oxford, en un contextode inestabilidad crónica, donde los “vacíos de poder dejados por la débil gobernanza han sido llenados grupos armados” que han terminado “destrozando el frágil tejido social” del país, “Altès ejemplifica claramente el control mortal que los líderes de pandillas armadas sobre las comunidades”, especialmente en la capital. “Altès se ha caracterizado por una brutalidad estratégica”, comentó Kolbe.
“La masacre de an-cianos y practicantes religiosos tradicionales demuestra lo que ocurre cuando servicios básicos como la atención médica y la seguridad están ausentes en una comunidad marcada por la superstición, el miedo y una completa falta de autoridad estatal.
Las acusaciones de brujería como pretexto para la violencia no son nuevas, pero en este caso son un recordatorio escalofriante de cómo líderes como Altès explotan estas cre-Y Altès es apenas uno de decenas de líderes pandilleros nadie sabe exactamente cuántos son que se han dividido los territorios utilizando la violencia.
Este martes, otra banda armada conocida como Gran Griff, liderada por Luckson Elan, asesinó al menos a 20 personas mientras dormían en la noche, en represalia por el apoyo de la comunidad al regreso de la Policía a la comuna Petite Rivière. Esta misma pandilla fue autora de otra matanza a principios de octubre, en la que 115 personas fueron asesinadas en Pont Sondé, a unos 100 km de la capital.
El gran líder detrás de todos estos jefes criminales sería Jimmy Chérizier, conocido como “Barbecue” por su supuesta costumbre de quemar a sus víctimas y cabecilla de la banda G-9 y Familia, que se ha unificado con facciones de bandas rivales para operar. La masacre ordenada por Micanor Altès muestra la violencia extrema y el control social que ejercen estos actores criminales.
Más de 5.000 personas han muerto este año por las acciones de grupos armados ilegales: en una calle de Poste Marchand, en la capital haitiana, en medio de la consternación por la reciente matanza en Cité-Soleil.