COLUMNAS DE OPINIÓN: El oportunismo militante
COLUMNAS DE OPINIÓN: El oportunismo militante S aleem Sinai, el narrador de esa extraordinaria y extravagante novela de Salman Rushdie, Midnights Children, cuenta que en la India de mediados del siglo XX había dos creencias dominantes: lo que a falta de una palabra mejor llamó como el "businessism", algo así como el "negocismo" o "empresarismo", que era la "verdadera fe" de su familia, y, por otra parte, el comunismo, según él dominado por magos, contorsionistas, malabaristas y prestidigitadores. En Chile pasa algo similar.
Por un lado, tenemos al comunismo, un partido disciplinado, ordenado y dogmático, premunido de una escalofriante voluntad de poder y algunas pocas ideas sobrantes del pasado, que hoy ejerce un control hipnótico sobre el resto de los partidos de la izquierda.
Por otro tenemos algo parecido al "businessism" de la novela, aunque tal vez aquí con un carácter menos empresarial, y que viene acompañado por otra gran fuerza política de un extraordinario poder: el gran partido del oportunismo, que a falta de ideologías sería el último "ismo" sobreviviente cuando todos los del pasado han fracasado, naufragado o encallado en las tormentas de la historia. El oportunismo no tiene convicciones, ideas ni vergüenza y es capaz de mover montañas.
Como parece tener una capacidad empresarial más bien limitada, prefiere ponerse a la fila para el reparto con la expectativa de llenar el cupo en alguna de las reparticiones públicas, que son ilimitadas y muy bien remuneradas.
Ahí se necesita de todo, desde un buen maestro de zumba a alguien que ofrezca un c o a c h i n g o n t o l ó g i c o contundente: una mezcla de oportunismo y "negocismo" por partes iguales, lo cual se manifiesta en una voluntad de poder que corre con colores propios y es incapaz de pensar de manera colectiva a menos que le convenga para medrar.
Los últimos años han estado llenos de ocasiones para el despliegue acrobático del "oportunismo" político: el auge y caída del Frente Amplio, las jornadas de octubre de 2019 y sus diversas "lecturas" o "miradas", los dos experimentos constitucionales fallidos. Estos procesos han permitido que muchos se hayan dado una o varias vueltas, entrando y saliendo de un bando a otro, con gran velocidad y desplante. Creo que la figura del oportunista contemporáneo merece mayor atención.
A diferencia del converso que cambia de opiniones, el oportunista actúa guiado por el despecho o la pica, y en él predomina el orgullo herido que a veces de disfraza de reflexiones o sentimientos más elevados. El oportunista marchó, posteó, militó y firmó cartas públicas y proclamas, que ahora tan solo dejó atrás, sin ni siquiera tomarse la molestia de renegar de ellas.
El oportunista cree que nadie lo ve y que solo él tiene memoria para recordar lo que hacen los demás; es como esa persona que va mirando el teléfono, con los audífonos clavados en los oídos, y cree que está sola y baila sola, como si estuviera en su pieza, pero va en el metro rodeada de gente que la mira con incredulidad. Es una especie de exhibicionismo solipsista. El oportunismo militante Marcelo Somarriva Q. "El oportunista actúa guiado por el despecho o la pica, y en él predomina el orgullo herido que a veces de disfraza de reflexiones o sentimientos más elevados"..