Un estado deformado
Un estado deformado constitucional constitucional constitucional constitucional constitucional Un estado deformado ilitares transportando drogas desde Me" Santiago (y exhibiendo sus ganancias en Instagram); aviadores infiltrando maletas, también con drogas, en viajes institucionales; jueces timando al estado con licencias médicas para salir de vacaciones; notarios que autorizan mandatos sin verificar nada o casi nada; parlamentarios que usan la semana distrital como festivos; y ahora una jueza que, por descuido o de maúneradeliberada, deja libre aun sicario apenas unas horas después deser decretado sele puPero cuando la cultura se agota, o cambia, olanguidece, o transita de una situación aotra, elestado pierde su forma y entonces las instituciones pierden la fuerza muda einvisibleque las sostenía y cuando ello ocurre abunda en los individuos el comportamiento oportunista, y se pierde el sentido del deber: Porque el senti do del deber, suele olvidarse, no descansa en el discernimiento quelas personas efectúan caso acaso, sino que fluye naturalmente desde la cultura atmosférica que empujaa hacerlo que es correcto, lo que la sociedad espera, incluso es correcto, lo que la sociedad espera, incluso siera en prisión. siello va contra el propio interés. ¿Qué puedeestar ocurriendo para que, de Poreso quizá el principal desafio del Chile una manera hasta hace pocoimpensada, quieDOráNeO NOSCA nte el crecinte el crecinesse desempeñan en el estado se vuelvan de pronto delincuentes (es el caso de los militares y los aviadores haciendo de burreros), se comporten como pícaros (simulando enfermarse para escapar de sus deberes) o, en el mejor delos casos, se revelen como tontos o lerdos (como sería el caso de esa jueza que emitiótresresolucionesen apenas algunosminutos, hasta que la confusión permitió que el sicario escapara)? Hay, o parece haber, una flojera general de las instituciones. Chile siempre se caracterizó (aún persiste algo cuando se lo compara con el resto de la región) por unalto grado deinstitucionalidad o, como dicen los textos, de estatalidad. Es lo quela historiografía lamó alguna vez "estado en forma". La expresión "estado en forma" pertenece a Spengler y con ella él designa (en el vol. IV de La decadencia de occidente) auna cultura conrasgos definidos y fuertesqueacaban sosteniendo alas instituciones. Para Spenglerlo quesostiene alasociedad, cuya fisonomía esel estado, es una corriente vital y subterránea quecompartida porlas personas orientasu conducta, su. ethos, su forma deser. A eso miento económico, sino reestablecer hasta donde ello sea posible la forma de la sociedad o, como diría Spengler; la forma del estado.
Por supuesto algo asínno es fácil; pero el primer paso consiste en advertir el problema quese trata Una jueza liberando, por descuido o decisión, a un sicario; militares transportando drogas; miles de ciudadanos timando al erario público con licencias. Nada de esto ocurriría si existiera lo que Spengler llamó un "estado en forma". El problema es cómo reestablecerlo. deresolver:la flojera de losroles y de las reglas porla desaparición de una cultura compartida.
Para reestablecer la forma perdida hay, desde luego, que aplicar sanciones a quienes han obrado dolosamente o de manera negligente o descuidada (sean jueces o militares); gente o descuidada (sean jueces o militares); gente o descuidada (sean jueces o militares); lo lama Spengler "constitución" y la palabra en el mismo sentido que decimos de alguien quetiene una constitución fuerte o débil, armónica o desordenada. Esa forma o fuerza vital como también la llama Spencer orienta la conducta delas personas y confiere al colectivo una particular identidad. pero las. no bastan.
Hay algo que el propioSpengler insinúa y quetal vez haya que ir tomando en serio: generalizar la idea que una nación oun país es también una empresa compartida, no una yuxtaposición de individualidades cada una tratando de obtener parasíel mayor beneficio posible. rasíel mayor beneficio posible..