Autor: ROBERTO CAREAGA C.
“Hay que asomar la cabeza y poner una carta en la mesa”
“Hay que asomar la cabeza y poner una carta en la mesa” REVISTA DE LIBROS Notas sobre lo literario La recuerda en un rincón, acumulando polvo, casi definitivamente abandonada. Era una fragua que su padre alguna vez había utilizado en los trabajos en su taller mecánico, pero cuando Simón Soto tenía 10 u 11 años ya era un artefacto del pasado. Sin embargo, una vez la vio en acción: un medio tambor con un fuego ardiente en el que fierros de distintas procedencias perdían su rigidez para ser moldeados hasta adquirir una nueva forma. No hace mucho, volvió a pensar en ese pieza como un reflejo oblicuo de la manera en que los escritores abordan el lenguaje y las historias para dar forma a sus libros. “Lo materiales con los cuales trabaja la literatura se encienden y se forjan en la fragua de la imaginación”, anotó en el inició de su nuevo libro. Se llama precisamente Fragua, lleva como subtítulo “Notas sobre literatura, el oficio de escribir y otras aficiones”, y lo acaba de publicar Ediciones UDP. Se trata de un volumen de ensayos en que Soto (Santiago, 1981) reflexiona sobre distintos autores, de Tolstoi a Manuel Rojas, pero también series de televisión, películas y su propio trabajo.
Esto último es, de hecho, la base del volumen: la primera parte, “Metales candentes”, es un ensayo compuesto por 105 fragmentos en que, en medio de citas a Susan Sontag, Stephen King, Flaubert o Vargas Llosa, despliega las bases para una posible poética sobre la labor de un escritor. “Los escritores necesitan es imperioso alimentarse de lecturas, de reflexión, para empujar sus convicciones hasta puntos críticos, para desbaratar certezas, conocimientos adquiridos, credos. Tienen que vivir en tensión interna para poder hacer su trabajo. Luchan contra sí mismos, esa es su naturaleza. El privilegio de la convicción es desconocido.
Solo así la obra puede alcanzar su máximo potencial”, escribe Soto echando mano de 15 años de trabajo, en los que ha publicado tres volúmenes de cuentos, el diario de abstinencia Todo es personal y las novelas Matadero Franklin y Aguafuerte. La experiencia de ese trabajo aparece en estas notas, que a veces toman un carácter performativo sentencioso. “La belleza alcanza la verdad”, por ejemplo. “El ensayo es un género que SIMÓN SOTO: El autor de “Matadero Franklin” publica “Fragua”, un volumen de ensayos en que reflexiona sobre los mecanismos de la escritura. Echando mano de su experiencia, elabora las bases para una poética personal. tiene muchas posibilidades y que incluso es capaz de integrar muy fácilmente otros registros, de la novela y también de la poesía. Está muy próximo a la poesía por el desafío del lenguaje. No solo es la exposición de unas ideas, sino que exige un estilo. Fragmentos del discurso amoroso es súper poético; la exposición de las ideas que hace Barthes ahí está más cercana a la poesía que al ensayo mismo, a veces”, cuenta Soto. “Toda esa maravilla que tiene el ensayo yo empecé a forzarla en mi diario. Anotaba ideas sobre lo que leía. O de series y cine. Empecé a integrar ideas sobre mi propio trabajo y reflexiones sobre el acto de escribir. Es una reflexión en curso y muchas veces equívoca para mí. Era parte de un juego, hacer sentencias draconianas y qué pasaba”, añade. A ratos, al leer el libro, uno se encuentra ante lo que parece ser la voz de un personaje. Sin duda. Aunque este texto esté en el espíritu del ensayo, yo lo que más he hecho es ficción, y eso se cuela por todas partes. Hay una voz narrativa en la expresión de estos apuntes. Tenía muy patente la idea de estos fierros calentados y recalentados en el proceso de darles una forma. Mi trabajo está en curso, incluso cuando llego a un manuscrito final; hay algo que no está terminado de la obra. Eso me parece muy desafiante y atractivo, porque en cada proyecto queda algo en mutación que en el siguiente proyecto puedes tratar de averiguar para dónde más se puede ir. Pese a nuestra tradición de poetas y narradores, en Chile no parece haber una gran historia de ensayistas literarios. Tampoco abundan en su generación. Me parece extraño, porque a los escritores más o menos de mi edad yo los conocí escribiendo sobre libros, y eran muy buenos. Es gente que lee mucho. Y no sé por qué no está la intención manifiesta y concreta de escribir ensayos. Hay grandes ensayistas chilenos, pero son pocos. Me acuerdo que en 2008, cuando Álvaro Bisama publicó la novela Música marciana, también publicó Cien libros chilenos. Y pensé en lo importante que era que un escritor no solo escriba narrativa, sino que publique sus reflexiones. Alejandro Zambra también lo ha hecho. Pero sobre todo Bisama, con los libros sobre Pablo de Rokha y Carlos Droguett, que son ensayos. Y sin duda sería increíble que todos los narradores y narradoras se aventuraran al ensayo. Es un espejo de lo que uno escribe en la ficción.
Es muy necesario hacerlo, pensando en la manera en que las obras no solo entran al mercado, sino que uno puede poner una carta en el campo literario. ¿El ensayo como una forma de intervenir en la discusión pública? Para mí es muy difícil la discusión ágil; hay otras personas que son muy rápidas en eso, que son capaces de tomarle el pulso al presente. Pero me parece importante que un escritor no solo publique su trabajo y se quede ahí, sino que entre al campo. Para mí esta es la manera más grata de hacerlo; para lo otro no tengo fuerza, discutir en una mesa o a través de una carta abierta, no puedo, no tengo la cabeza para eso. Hay gente que puede hacerlo, en Argentina la discusión es bullente.
Pero creo que es bueno que los escritores y escritoras no solo elaboren sus ficciones, sino que también piensen en un arco mayor, porque esta la literatura es una cuestión se construye en la dimensión de la discusión y el pensamiento. La reflexión la constituye. Hay que asomar la cabeza y poner una carta en la mesa. En otras literaturas ocurre mucho. Philip Roth, Lorrie Moore, Mario Vargas Llosa. Se hace necesario, parece, ante el magma que se desencadena cuando uno trabaja en la ficción: hay que darle una salida en el ensayo. Para mí es importante porque es en lo que más pienso cuando estoy escribiendo. Una de las cartas que pone sobre la mesa es que la “belleza alcanza la verdad”. Una idea que a estas alturas parece fuera de la discusión. Yo estoy consciente de que es un libro medio anacrónico en muchas de sus ideas, desde la reflexión misma de las bases estructurales con las cuales uno trabaja o hasta ese tipo de afirmaciones. O al abrir el libro con una cita de Harold Bloom, que hoy es muy resistido. Pero yo también leo muchas cuestiones con las que estoy en desacuerdo y me parecen brillantes. Me encanta Damián Tabarovsky como ensayista, pese a que muchas veces estoy muy en desacuerdo con lo que dice. Pero algo tensa, me hace pensar en otras cosas. Creo que este libro es conservador en algún sentido en sus ideas, pero es porque yo soy conservador en mi manera de aproximarme a la escritura. Tal vez, porque soy muy temeroso, necesito un lugar seguro y amable en el cual pensar y moverme.
Me cuesta mucho una dimensión de la reflexión más aventurada. ¿La idea de llegar hasta una verdad lo ha guiado en la escritura de novelas como “ M a t a d e r o F r a n k l i n ” o “Aguafuerte”? ¿ Quiso acercarse a una verdad? Es complejo lo que constituye la verdad, pero sobre todo creo que estamos en un momento en que lo verdadero está en crisis en muchos sentidos.
En el sentido más evidente, en la comunicación de masas, en internet, y hasta en la idea de cómo uno se relaciona y trabaja con el presente, y si desde ahí se puede llegar hasta distinguir una verdad.
La manera en que yo pienso la literatura es que este artificio, la construcción de historias a través del lenguaje y estructuras, es capaz de desentrañar cosas mucho más ciertas y complejas que a través de una investigación o de un credo o de una ideología. Creo que la construcción que se hace a través de la literatura tiene una fuerza que permite remover algo. Ya sea a través de la ficción o la no ficción, la literatura es capaz de abrirse camino entre la maraña del presente y de lo que nos pone en crisis. FRAGUA Simón Soto Ediciones UDP, 129 páginas, $18.000 ENSAYO Simón Soto también es guionista de cine y televisión..