Autor: MARIO CÓRDOVA
COLUMNAS DE OPINIÓN: “Flauta mágica”: canto y encanto
“Flauta mágica”: canto y encanto Comentario de música "Plauta mágica": canto y encanto menzó con mucho éxito musical su temporada de ópera 2024 ofreciendo "La flauta mágica" de Mozart con dos elencos diferentes, distanciándose sendos estrenos en sólo 24 horas. El enorme contingente de solistas participantes --más de una treintenahace imposible efectuar aquí una revisión ni siquiera somera de cada componente de tan grande escuadrón. Permítase, entonces, a este columnista citar de modo general lo que fue un desempeño global que se ubicó entre lo muy bueno a lo sobresaliente.
En el foso orquestal, la permanente y magnífica dirección de Pedro-Pablo Prudencio sobre ambos elencos y el Coro de ese teatro pudo imponerse por igual frente a una Filarmónica de Santiago impecable, ganadora de sonoros aplausos. Ene: Municipal de Santiago coLa dualidad de repartos dispuso El barítono chileno Ramino Maturana, excelente canto e solistas locales y extranjeros juntos y histrionismo. histrionismo. CEDIDA CEDIDA revueltos, no predisponiendo a la audiencia a encontrarse con un elenco superior al otro. Así, vistos los dos debuts puede afirmarse que la alta calidad estuvo por igual en ambos, con sólo una marcada diferencia en los cantantes a cargo de Sarastro. Sin la voz adecuada ni la presencia física para un rol tan noble e imponente, el primero fue muy superado por el segundo, un bajo profundo, a la vista más creíble.
Si hubiera que destacar el más alto desempeño de ambas funciones, más allá de la alta performance vocal de las dos parejas principales y las solistas que encarnaron a la empinada Reina del Noche, sin dudas ése fue el del barítono chileno Ramino Maturana (segundo Papageno), cuyo excelente canto e histrionismo tan lleno de graciosos detalles conquistaron por entero al público. El aplausómetro final lo reveló como un gran triunfador en el canto y el encanto. En lo visual se lució el lineamiento A E trazado por la dirección de Christine Hucke, limpia y fluida, asignando justos perfiles de actuación a tan variados personajes.
La escenografía de Jorge González trabajó momentos de alto vuelo, cuando fueron apoyados por impactantes proyecciones, pero perdió fuerza sin ellos y con aquel excesivo sube y baja de cortinas-velo monocromáticas en el fondo, que dejaban el escenario casi desnudo. Este recurso hizo percibir a cantantes actuando en un recital o en medio de la nada; no en una ópera representada. Tal carencia fue muy bien cubierta por el acertado trabajo lumínico de Ricardo Castro. Los diseños de vestuario de Leonardo Cofré apostaron por la simpleza y uniformidad, aun cuando los hombres armados tan alambicados parecían haberse escapado de otra ópera. En resumen: música, músicos y actuación imbatibles, con escenografía mejorable..