Autor: Rodrigo Contreras Vergara
No siempre se celebran las victorias
No siempre se celebran las victorias S i yo fuera un peruano en Talca, cada vez que sintiera nostalgia o cuando me atacaran injustamente, me iría a la Alameda esas le cuenta al peruano que la escultura ha estado en más lugares de Talca que carrito manicero. El peruano lo miraría incrédulo. El talquino le devolveria una media sonrisa. Le enumeraría los lugares. Primero en la Plaza de Armas, luego en la Alameda, después en la Plaza Ignacio Serrano. .. Y cuál es esa plaza, llevo harto tiempo en Talca y no me suena, diria intrigado el peruano.
No, es que antes la Plaza de la 2 Sur con 8 Oriente se llamaba así, Ignacio Serrano. .. y después la conocíamos como la Plaza de La Victoria, adivine por qué, indicaría con más confianza el talquino. Y agregaría que ahora no sabe, cuando se volvieron a llevar la estatua a la Alameda, cómo llamar a la plaza. Quedó huérfana, se llevaron a la Victoria. Si yo escuchara esa conversación, les diría al peruano y al talquino que el triunfo, como la fama, es 'emifera' y que no vale la pena pelearse por tonteras. Ni por un pisco sour ni por un acorazado de guerra. Menos por un partido de fútbol. Que es mejor darse la mano y charlar hasta que no quede una gota en la botella. Que en una de esas sería un bonito gesto devolverla. O sacarla de paseo, ya que está acostumbrada, y llevarla a Lima, a Quito, a La Paz, a Santiago, incluso en procesión subirla al cerro La Virgen. Qué sé yo. .. La victoria no es de nadie. El peruano se despediría más nostálgico que nunca, pensando que tal vez Lima no está tan lejos.
Y el talquino, tras darse la vuelta, sonreiría ladinamente, miraría una última vez la figura alada y le haría un guiño de despedida. con 1 Oriente a sentarme en una banca y mirar por horas la magnífica escultura de La Victoria. Hasta que se me acalambrara el cuello. Entonces le preguntaría a cualquier persona, a cualquier talquino, si sabe de dónde trajeron la figura. Le contaría, si no lo sabe, que los chilenos se la robaron de Lima al final de la Guerra del Pacífico. Tal vez no utilizaria el verbo robar para no meterme en problemas. Pero si, un oficial talquino le pidió permiso a un ministro para sacarla de una bodega y enviarla a su ciudad natal.
Si no me cree, argumentaría con calma el peruano, lea la carta que José Francisco Gana, el talquino en cuestion, le escribió al ministro de Guerra, José Francisco Vergara: "Existe en este puerto un cajón conteniendo una estatua de fierro fundido, que representa la Victoria, perteneciente al Gobierno del Perú y que ha quedado sin colocación.
Como este monumento puede aprovecharse en Chile para conmemorar los hechos de armas de nuestro ejército por la actual campaña, pido a Ud. la autorización correspondiente para hacerla embargar y llevarla a la ciudad de Talca". Ahí está. .. ¿ de quién era escultura? Y antes que el talquino conteste, el peruano volvería a la carga.
Por esas cosas del destino, le acotaría, los peruanos la mandaron a hacer para conmemorar el triunfo en la guerra contra España, entre 1865 y 1866, cuando Chile y Perú aún eran países hermanados por los ecos de la Independencia. Sí, alguna vez peruanos y chilenos fuimos amigos. Después el salitre, los intereses económicos y políticos, después la guerra. Y resulta que la escultura que celebraria la unidad entre Chile y Peru, termino de botín de guerra y con los dos países enemistados. No tenía idea, responderia el talquino.
Y si es un adulto mayor que lee libros de historia, historia chilena, en una de En Alameda esquina 1 Oriente se alza una obra de arte de inestimable valor histórico, la más valiosa de la ciudad, y que se yergue en la cima del Obelisco a la Legión Talquina: el Monumento a la Victoria. Originalmente se llamó Monumento del Dos de Mayo, y fue construido en Francia por orden del Gobierno del Perú, en conmemoración del Combate del Callao, acontecido el 2 de mayo de 1864.
Confeccionado enteramente de bronce, fue obsequiado en 1881 a la ciudad -como trofeo de guerrapor el almirante Patricio Lynch en nombre del Gobierno, merced a la destacada participación del Regimiento Talca en la Tercera Campaña de Lima.
El coronel José Francisco Gana (talquino), a la sazón jefe político y militar del Callao, la envió en barco desde el Callao hasta Valparaíso, llegando a la urbe en julio de 1883, cuando en la sierra peruana los hombres del Batallón Talca enfrentaban su última batalla: Huamachuco. Fue instalada en Alameda con 1 Oriente sobre el Obelisco, donde permaneció hasta 1906, cuando el terremoto de ese año la dañó seriamente. Después de ser restaurada se ubicó desde 1935 y hasta 2010 en la Plaza Ignacio Serrano; y tras el terremoto del 27 de febrero de 2010, fue nuevamente reparada, volviendo a su sitio original. La Victoria coronando el primer monumento al Batallón Talca. Sería la primera ubicación de la estatua en Talca. Jorge Valderrama Gutiérrez La más valiosa.