Alianza estratégica para transformar la agricultura regional
Alianza estratégica para transformar la agricultura regional una región históricamente marcada por la adversidad climática y la dependendia alimentaria externa, el reciente acuerdo entre la Universidad de Magallanes (Umag) y el Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap) emerge como una señal potente de articulación institucional y de compromiso con el desarrollo territorial sostenible.
Más que una firma protocolar, este convenio vigente hasta 2026 representa una apuesta decidida por dignificar la agricultura local, conectar el conocimiento científico con las necesidades del mundo campesino y avanzar hacia una soberanía alimentaría real en la Patagonia.
Se trata de unir esfuerzos para hacer viable un modelo agropecuario que sea rentable, inclusivo y resilente frente al cambio climático, En este sentido, destacan los cuatro ejes estratégicos que estructuran la alianza: la transferencia tecnológica desde el Centro Hortícola *Lothar Blunck", el fomento a mercados inclusivos mediante feras y circuitos cortos, la investigación aplicada con foco en regeneración de suelos y eficiencia energética, y el compromiso transversal con la equidd, priorizando la participación de mujeres, jóvenes y pueblos originarios.
La Umag, como universidad estatal en el extremo sur del país, asume aquí un rol transformador al poner su infraestructura, conocimiento y capacidad formadora al servicio de una causa mayor: demostrar que la agricultura en Magallanes no sólo es posible, sino necesaria. Como bien expresó su rector, José Maripani, revertir el 90% de dependencia alimentaria exige formar capital humano, innovar en prácticas agrícolas y generar evidencia de que los productos locales pueden ser limpios, sostenibles y competitivos. Del otro lado, Indap aporta décadas de experiencia trabajando con pequeños agricultores y ganaderos, con una visión de desarrollo que integra tradición y modemización.
El director regional, Gabriel Zegers, lo resumió con daridad: el desafio es reconectar la ciencia con el saber campesino, en un diálogo de saberes que recupere el histórico rol pedagógico del centro hortofrutícola y lo proyecte hacia una nueva etapa de resiliencia rural. Esta alianza no parte de cero, Ya hay actores, experiencias y necesidades concretas que la sustentan. Más de 500 pequeños productores podrían verse beneficiados, así como estudiantes universitarios que encontrarán en este vínculo un espacio real para el aprendizaje aplicado y el compromiso social. El primer hito, una feria agroalimentaria conjunta en el Instituto de la Patagonia, será una valiosa oportunidad para visibilizar el potencial de esta sinergia y para acercar la producción local a la comunidadregional. En tiempos en que el centralismo y la crisis climática amenazan los modos de vida tradicionales, este tipo de acuerdos son semillas de esperanza. No por idealistas, síno porque surgen desde el territorio, con los pies en la tierra y la vista puesta en el porvenir. En Magallanes, hacer agricultura es un acto de perseverancia, pero también de soberanía..