Autor: Miguel Á. Vergara Villalobos
Cuaresma: invitación a reflexionar
Cuaresma: invitación a reflexionar ColumnaBachiller Canónico en Teología (PUCV)Ia Cuaresma, 5 de marzo, es un período de 40 días de preparación para conmemorarla pasión, muer-que se inició el te y resurrección gloriosa de Cristo. La Iglesia nos insta aintensificarla oración, el ayuno yla limosna.
Estossacrificios, que expresan nuestro amor a Cristo y a través de Él a nuestros hermanos, cobran sentido en tanto tengamos la íntima convicción de que Cristo esel hijo de Dios que, por amor, murió en la cruz para que alcancemos la sal-“En esta Cuaresma Oremos y vación eterna. fio y otros sacrificios para la sa conversión de tantas almas que sufren elsinsentido de ida si una vidasinla esperan de la resurrección”. Este tiempo es una nuestros ayunos invitación a reflexionar sobrenuestra fe, alhilo delas mismas preguntas que Cristo formuló a sus discípulos hace La primeen dice la gen: y 2000años. la sete que soy?”; gunda, más trascen-dental, que sigue interpelándonos hoy: “¿ Y ustedes, quién dicen quesoy?”. Pedro sorprende aJesús con su respuesta: “Tú eres elMesías, el Hijo de Dios viviente” (Mt 16,13-16); ojalá sea tambiénAsí, areglón seguido de su sobrenatural intuición, Pedro rechazatajanteel sufrimiento y la muerte que Cristo les explica que leacaecerá enJerusalén, por instigación de los fariseos; probablemente, en su santa indignación, Pedro pasó poralto la maravilla dela resurrección al tercer día (Mt 16,21 -22). Desde su perspectiva puramente humana, el sufrimiento del Mesías le parecía una incongruencia absoluta. No estaba en condiciones de comprender el misterio que Cristo develaba para sublimar el dolor a través del amor, ofreciéndolo a Dios como expiación por nuestros pecados y los de todoel mundo.
Ante esta negación delacruz, Jesúsloreprende con dureza diciéndole: “Apártate de mí, satanás”, y enseguida agregó: “El que quiera ser mi discípulo, olvídese de símismo, cargue con su cruz y sígame” (Mt 16,23-24). En definitiva, el mensaje es que la resurrección, también la nuestra, pasa primero por lacruz. El yugo del sufrimiento, quea veces Dios permite y nos cuesta aceptar, podemos transformarlo en una carga más llevadera (Mt 11,28 -30), ofreciéndolo al Señor como expiación por las muchas culpas humanas.
En esta Cuaresma oremos y ofrezcamos nuestros ayunos y otros sacrificios para la conversión de tantas almas que sufren el sinsentido de una vida sin la esperanza de laresurrección; y para que Dios nos ayude a descentrarnos de nosotros mismos y aser más generosos en la limosna. Eso sí, cualesquiera sean nuestras penitencias cuaresmales, procuremos que no sean cargas onerosas para quienes nos quieren y atienden. la nuestra, más todavía cuando ahora sabemos lo que entonces aquel ignoraba. Con todo, la fe de Pedro -también la nuestra-aún debía templarse en la contradicción..