Autor: POR LAS ESCALERAS
El calvario de María, mujer que vive postrada en su hogar de la Parte Alta de Coquimbo
El calvario de María, mujer que vive postrada en su hogar de la Parte Alta de Coquimbo Sueña con volver a vivir y caminar. Hace años que no lleva una vida normal, como la de sus vecinos de calle Almirante Latorre, esquina Vicuña, en la Parte Alta de Coquimbo. Porque el cuerpo de María a sus 42 años ya no responde. Sus casi 280 kilos le impiden la más mínima movilidad. Hace semanas que está postrada en una cama, rogando por ayuda. Necesita el traslado urgente a un hospital para un tratamiento integral, pues la situación se hace compleja también para su esposo e hijo. UNA DEPRESIÓN«En este momento me duele todo el cuerpo, quiero sentarme y no puedo. Lo que más quiero es recuperarme, salir de todo esto y tener una vida normal. Ya no doy más. Pero mi hijo me da fuerza», cuenta desesperada a Diario La Región, mientras es aten-dida por Patricio (51), su marido hace 23 años.
Con el hilo de voz que le queda, vuelve a pedir ayuda y dice que lleva cuatro años en un complejo estado por culpa de una depresión. «Estuve tres años en un programa y llegué a pesar 160 kilos para operarme, pero llegando la fecha me dijeron que los médicos cambiaron la hora y se aplazó todo. Y ahí no vinieron nunca más. En ese lapso volví a subir». Pese a la obesidad mórbida, no sufre otra enfermedad crónica, salvo el oxígeno, del cual es dependiente por la dificultad para respirar. Por su condición, le gestionaron una pensión de invalidez, con lo que solventa algo de sus gastos. Pero la ayuda del Estado es poca. Casi nula.
Tampoco tiene cuidadores, salvo su familia, cuando su marido puede estar con ella, como ahora que se encuentra de vacaciones. ¿Pero luego?En la habitación donde vive apenas hay lugar para un par de muebles, ya que casi todo el espacio lo ocupa su cama. Un ventilador que funciona las 24 horas del día, la bandera de Colo Colo, cuadros de su familia y uno del padre Pío, terminan por adornarla. Vive un asfixiante presente y los sabe. Su máximo deseo es ser trasladada a un recinto médico y gestionar un bypass gástrico. Y que no la abandonen. Por eso ayer se mostró alegre con la llegada de un kinesiólogo del Cesfam Santa Cecilia, de la Parte Alta, que la asistió por varios minutos. Tan extrema es su situación, como el lugar donde vive, si es que en algún momento necesitan la ayuda de una ambulancia para sacarla.
Problema que no hace mucho tuvieron los bomberos, que acudieron para llevarla al hospital luego de sufrir un accidente. «Tuvieron que sacar las puertas y el portón para trasladarla, además de subirla por las escaleras», Su hijo expresa que el calvario comenzó hace unos cinco años, y que cuando la situación se agravó, se la jugó con todas las autoridades, «pero hasta ahora nadie me ha dado alguna respuesta. Si hablamos de salud de calidad, salud digna, esto no es para ella.
Llevamos mucho tiempo así y hoy estamos a la deriva y, salvo la compañía, no podemos hacer más». Dicen necesitar un catre especial y ayuda económica para sus cosas, amén de la operación, «que es lo principal por lo que está viviendo. Lo que queremos es que vuelva a tener una vida normal, caminar, tomar aire limpio y salir de acá. Antes hacía todas sus cosas. Estamos conscientes de que en cualquier momento le puede pasar algo grave, toda vez que el día martes se desmayó dos veces y estuvo el Samu, y hace poco los bomberos, cuando sufrió una caída. Fue compleja la situación». Entonces podía pararse y se apoyaba con el burrito, para dar al menos unos pasos, «pero ahora nada. Yo trabajo y también mi papá. Mi abuelo de 80 años no ve al 100%, entonces es difícil que la cuide.
A veces está sola todo el día y en otras la apoya una vecina, pero cuando puede». Hoy, sí o sí, requiere de atención urgente, «ya no podemos esperar más, porque en estas condiciones y si continúa empeorando más de lo que está, va a ser imposible que llegue al hospital. Es ahora». recuerda Johns, su hijo de 23 años. «En este estado voy a cumplir unas semanas.
Hace un tiempo me afirmaba con la ayuda de un burrito y porlo menos caminaba un poco, pero ahora por culpa de esta masa ya no puedo ni moverme. ¿Sabe? Sacándome esta masa sería la mujer más feliz del mundo», dice afligida.. Tiene 42 años y hace cuatro que se encuentra en una condición extrema debido a su obesidad mórbida, problema de salud que hoy la tiene en un complicado estado y prisionera en su habitación…