¿Un apagón? No, un microinfarto
¿ Un apagón? No, un microinfarto LA COLUMNA DE JOE BLACKSiempre he pensado a Chile como si fuese una persona. Quizás por su configuración antropomórfica, larga y delgada, con cabeza, tronco y pies. Veo al país como si fuese un ser vivo, con cuerpo y alma. Y desde hace algunos años he visto a este Chile en una mala condición física y sicológica. Está como con anemia. Sin energía ni entusiasmo, con poca fuerza, desanimado. Trabaja menos que antes, no invierte ni ahorra y su productividad está en el piso. Eso obviamente le genera problemas económicos. Y eso lo deprime. Está con problemas de fertilidad. Ya casi no es capaz de procrear más chilenos. Esta semana vimos cómo el número de nacimientos está a punto de empatar el número de fallecimientos. Si seguimos así los chilenos entraremos en peligro de extinción. Tiene problemas severos de memoria: comete una y otra vez los mismos errores, como si hubiese olvidado todo lo aprendido.
Esta semana conmemoramos los 15 años de la tragedia del 27-F y el contraste entre lo que fue la reconstrucción de entonces con lo que se ha hecho tras el incendio de hace un año en la Región de Val-paraíso queda claro que no estamos recordando las lecciones del pasado. El país sufre también de una inseguridad patológica. El miedo al portonazo, al turbazo, al plomazo y a todos los otros “azos” de la vida cotidiana nos han convertido en seres paranoicos. Y también bipolares. Hace unos días se celebró el anuncio de que Carabineros instalaría un cuartel policial en el metro, cuando hace no tanto tiempo muchos celebraban que se cerrara el cuartel de la estación Baquedano. Y en ese contexto de salud física y mental menguada ocurrió lo de esta semana: el gran apagón. Para seguir con mi analogía de Chile como un cuerpo humano, interpreto el apagón como el equivalente a un accidente vascular. La principal arteria que permite la vida normal en el país dejó de funcionar y nos fuimos a negro. Se nos apagó la tele. Con Festival de Viña y todo. El desmayo, por esa falta de irrigación esencial de energía, duró unas ocho horas. El daño fue masivo, tanto en lo físico (contes”. Casi siempre ocurren como consecuencia del tipo de vida que hemos llevado. Y lo mismo ocurre con el cuerpo humano de un país como Chile. Lo que pasó esta semana es solo un síntoma más (más visible quizás, paradójicamente hablando, dado que se ve poco en la oscuridad) de una nación que está enferma. De varias cosas.
Es como el viejo chiste del paciente que le dice al doctor: “me toco con la mano aquí y me duele, me toco acá y me duele, me toco en este lado y me duele, ¿qué será?”. Y el médico le responde: “tiene la mano quebrada”. Esta semana me terminó de convencer de que Chile necesita un cambio de mano. Tenemos que hacer un cambio de hábitos cívicos, de incentivos, de recuperar las ganas de vivir una vida mejor. Es la política, sí, pero también importa qué hacemos todos para mejorar la vida en común. Porque así de achacosos, damos pena. pérdidas económicas millonarias y hasta se investiga si costó vidas humanas) como en lo emocional. El apagón nos dejó más saltones que antes. No sabemos cuándo vendrá un nuevo “microinfarto” y qué consecuencias tendrá. Todos sabemos que los “accidentes vasculares” no son en verdad “acciden-El apagón nos dejó más saltones que antes. No sabemos cuándo vendrá un nuevo “microinfarto” y qué consecuencias tendrá..