Autor: Jorge Valderrama Gutiérrez
Origen histórico del 18 y génesis del Guaso Ramón
Mezcla de costumbres españolas y precolombinas, la cultura chilena se ha ido entrelazando hebra a hebra en el transcurso de las centurias, emergiendo con fuerza cada septiembre, especialmente en las zonas campesinas, pero también en las ciudades con sus peñas folclóricas, payaduras, ramadas, volantinadas, competencias populares y ferias costumbristas, sin olvidar mencionar el interés de la gente por conocer el origen histórico del 18 de Septiembre, nia un excepcional personaje mítico asociado a la chilenidad Oy en día, Fiestas Patrias, o el 18, se asocia a días festivos para compartirlos con la familia, amigos, vecinos; para ir a las ramadas, a parques temáticos y ferias costumbristas; para tomar “terremoto”, whisky o pipeño; parrillar con los amigos y amigas, disfrutar de la Parada Militar en el Día de las Glorias del Ejército... en síntesis: recrearse, cada quien a su manera, en esos días sandungueros.
A pocos les importa -y menos son los que sabenque un lejano 8 de febrero de 1837 se hizo desaparecer del recuerdo nacional la verdadera fecha de la Declaración y Jura de la Independencia Nacional: 12 de febrero de 1818. Y el lugar: Talca.
En esa data fue desplazada por el 18 de septiembre de 1810 mediante un Decreto del Ministerio del Interior -con las rúbricas del Presidente de la República, José Joaquín Prieto, y su Ministro del Interior, Diego Portales, que redujo esa conmemoración a 21 salvas de cañonazos y repique de campanas.
Prevalencia de la primavera sobre el verano Históricamente, se sabe que la Independencia de Chile se proclamó y juró el viernes 12 de febrero de 1818 en la Plaza de Armas de Talca, en una magna ceremonia presidida por el entonces Director Supremo, general Bernardo O'Higgins, a la sazón la máxima autoridad del naciente país, por lo cual el Senado Consulto decretó fiesta ordinaria ese día a contar de 1821. Sin embargo, tras la caída de O'Higgins, en sesión del 5 de septiembre de 1823 Cuadro La Zamacueca. Óleo sobre tela de Manuel Antonio Caro, que se encuentra en la colección de la Presidencia de la República de Chile. La cueca se baila desde 1824.
En 1839 se convirtió en danza nacional, y el Decreto Supremo del 18 de septiembre de 1979 la declaró Baile Nacional de Chile. dictó una ley que fijó el 18 de septiembre como fecha de la Jura de la Independencia. No obstante, desde el 9 de febrero de 1821 hasta 1837, el 12 de febrero fue feriado nacional.
Entonces, ¿ por qué el Senado Consulto consolidó el 18 de septiembre como Día de la Independencia Nacional? Considerando que en esa fecha (del año 1810) se constituyó la Primera Junta Gubernativa del Reino o Primera Junta Nacional de Gobierno, cuyo objetivo principal era gobernar en nombre del monarca español Fernando VII, mientras permaneciera prisionero de Napoleón en Europa, pero jamás se consideró la idea de emancipación.
Quizás se debió porque en aquel escenario prevalecieron los detractores de O'Higgins -ya desterrado en Perú-, empeñados en “restarle” todo protagonismo histórico, especialmente en un acontecimiento tan relevante, trascendente e histórico, como ése en que el país se emancipó de España, adquiriendo para siempre su libertad y soberanía. pero como el 12 de febrero continuaba siendo feriado nacional, poco después el cambio celebratorio lo efectuarían -por motivaciones políticasel Presidente de la República, don José Joaquín Prieto, y su Ministro del Interior Diego Portales, a través del Decreto Supremo del 8 de febrero de 1837, que en lo medular ordenaba que “la celebración del 12 de febrero queda reducida en adelante a una salva de veintiún cañonazos en las plazas y pueblos donde hubiere artillería, y repique general de campanas a las 12 del día.
En las casas públicas y de particulares, se enarbolarán banderas por todo el día, y habrá iluminación durante la noche”. De esa manera, quedó establecido de manera definitiva el 18 de septiembre como la gran fiesta popular conmemoratoria de la Independencia de Chile, y se suprimió el 12 de febrero (que fue cuando realmente se declaró). ¿Razones de Prieto y Portales para eliminar ese día festivo? Expertos han señalado que se habrían invocado perjuicios de consideración al servicio público, porque desde un punto de vista económico, “se argumentaba que la festividad de febrero ocasionaba daños a los particulares, interrumpiendo el desarrollo de faenas agrícolas y ganaderas” (Paulina Peralta, 2016). Pero también -argumentaban los defensores del Decreto en comentopor los inconvenientes producidos por el gran número de fiestas cívicas que entonces se celebraban. Artimañas legales que jamás fueron cuestionadas.
En septiembre, en cambio, se iniciaba la primavera, que con sus temperaturas más gratas y cielos despejados, alentaba a las personas a salir a las calles, terminando con el “encierro” de los meses más fríos y lluviosos, y por tanto se consideró más idóneo para conmemorar Fiestas Patrias que en febrero, mes de descanso y estío. 18 de Septiembre de 1812 No obstante, en virtud de la rigurosidad histórica que tal tema conlleva, no se puede excluir mencionar que el 18 de septiembre de 1812 se efectuó en Santiago una gran fiesta cívica... seis años antes de declararse formalmente la Independencia del país.
Cierto, porque para la conmemoración del segundo aniversario de la instalación de la Primera Junta Provisional, es decir, el 18 de septiembre de 1812, la entonces Junta de Gobierno, con el liderazgo de Javiera Carrera y sus hermanos (menos Juan José, que no asistió) hizo repartir esquelas de invitación convocando a unos 600 invitados a un Te Deum en la Catedral de Santiago para el día 30 de ese mes, y a una celebración en la noche en la Casa de Moneda, la que finalizó con un banquete.
Todo ello con el propósito de “solemnizar el aniversario de su instalación y la feliz reunión de las provincias” (Melchor Martínez, 1848). Dicha celebración nocturna estuvo amenizada con música, canciones compuestas exprofeso, una suntuosa cena -que comenzó a las tres de la madrugaday un gran baile que duró hasta las siete de la mañana, en un clima de alegría y jolgorio. En la ocasión, Javiera llevaba en su cabeza una corona puesta al revés, “en señal de vencimiento”; y sus hermanos José Miguel y Luis la lucían también en su sombrero y gorra, respectivamente. En verdad existieron cuatro escenarios en los que se desarrolló dicha celebración (Enríquez, 2018): el primero fue la participación de la ciudad entera, porque conllevó la involucración de sus habitantes.
Además, en los tres días previos a la celebración hubo iluminaciones generales y “el mismo día de la celebración se inició con cañonazos al amanecer e izando la nueva bandera, hubo revista de tropas y nuevamente cañonazos al atardecer” (Enríquez, 2018). El segundo escenario fue la Catedral, donde se predicó explícitamente que Chile era independiente desde el 18 de septiembre de ese año.
El tercero, al exterior de la Casa de Moneda se levantó una simbología romana que hacía referencia a la independencia de los Estados Unidos y a la libertad francesa, a través de un templo de la Libertad y de la Fama (símbolo romano, ese último, representado por una doncella con una trompeta que simbolizaba la voz del pueblo). Y el cuarto escenario fue el interior de la Casa de Moneda, donde se podía apreciar la disposición de las mesas, la exquisitez de los platos, la elegancia de las mujeres, las joyas que lucían y, especialmente, donde la elite santiaguina explicitó la derrota de la monarquía con el oscurecimiento del Escudo Real -que era de hierroy las coronas caídas que lucían los hermanos Carrera, celebración que no tuvo precedente en Chile. SIGUE EN LA PÁGINA 8 Un guaso de antología La Zona Central del país ha sido considerada, por excelencia, la tierra del huaso y nervio de Chile.
Ese personaje y su caballo son la nota más típica y expresiva del paisaje vernáculo, al igual que un valioso reservorio de tradiciones ancestrales que se cobijan tanto en la zona costera del Maule, como en sus valles y precordillera, donde sus habitantes se niegan a ser avasallados por la *multiculturidad” social y el avance de la globalización. En ese contexto, hay un personaje caricaturesco típico del campo chileno... y que merece el siguiente párrafo.
Se trata del Huaso o Guaso Ramón, creación de Vícar, pseudónimo del guionista, dibujante y publicista Víctor Arriagada Ríos (según expertos, uno de los mejores dibujantes del famoso Pato Donald, de Walt Disney), quien perfiló a su personaje campesino cuando residía en España, con el enunciado: “En este país quien más, quien menos, todos algo de huaso tenemos, señores”. Y es que el Guaso Ramón era como la media del chileno de entonces: estatura mediana, cabellos negros, prominente nariz e hirsutos bigotes, siempre vistiendo el característico traje del huaso chileno. Sí, porque la mente de su creador lo perfiló ladino, “aniñao”, marrullero y enamorado.
Así “nació” Ramón en la mente de un creativo Víctor Arriagada a mediados de la década del cincuenta del siglo pasado, denominando a su pueblo natal como Penquehue, imaginaria localidad situada en algún lugar de la Zona Central de Chile.
Uno de los aportes de aquella historieta fue el peculiar lenguaje campesino que empleaban Ramón y sus coterráneos: lleno de chilenismos, palabras recortadas, interjecciones propias de la idiosincrasia nacional y una onomatopeya inolvidable y cautivadora, que no entendería un extranjero.
En cada aventura le acompañan su afectuosa esposa Clorinda, su pequeño hijo Carmelo, el compadre Beñeño (ingenuo y poco “culto”), su perro Cantimplora y su caballo Lucero. ¡Cautivante personaje que por décadas radiografió y parodió al popular huaso! El Presidente Prieto llegando a la Pampilla. Óleo de Mauricio Rugendas. Colección Museo Nacional de Bellas Artes. Calle Comercio de Talca (actual 1 Sur). Grabado de Recaredo Santos Tornero. Chile Campesino Chileno. Dibujo a lápiz sobre papel de 20x18 centímetros, aprox. Realizado por Mauricio Rugendas. Colección particular. El Lacho. Litografía sobre papel de Mauricio Rugendas, 1838.
Del Álbum de trajes chilenos, que se conserva en la Biblioteca central de la Universidad de Chile. vertientes y aromas en el corazón El origen del 18 de septiembre como fecha del nacimiento de la República de Chile está consolidado.
No es posible modificarlo, además que retrotrae la imaginación a aquellos días y noches lejanos en el tiempo, a una época cuando se era niño y se disfrutaba del juego de la rayuela, el aro, el emboque y/o el trompo... y, por cierto, muchos otros.
Lleva a ocasos nostálgicos, que sirven para evocar a queridos familiares, algunos ya desaparecidos, compartiendo una mesa fraterna; o aquellas escenas campesinas de antaño, con una viejecita tomando mate en el pórtico de una sencilla casona, junto a su familia y oteando un horizonte indeciso.
Se recuerda que en aquel entonces la vida sin televisión era más simple, y el brasero -si no un fogónera el centro de la casa, a cuyo alrededor cada 18 de septiembre se reunía la familia para conversar, escuchar relatos del campo o leer alguna obra de un autor consagrado o emergente.
Las Fiestas Patrias, al mismo tiempo de festejar el nacimiento de Chile como país libre y soberano, era también una ocasión para disfrutar y conversar con seres idos; para ir a ver el Desfile Militar con “pinta” nueva; una dulcina ocasión para disfrutar de la variada y exquisita gastronomía criolla y sus correspondientes mostos; una catarsis de encuentros frente a la cámara inmensa del mar, del campo, cordillera o cualquier lugar.
Finalmente, el Decreto que dispone que el 12 de febrero se dispare una salva de veintiún cañonazos en plazas y pueblos donde exista artillería; que repiquen las campanas a las 12 del día; y que se enarbolen banderas en edificios públicos y viviendas particulares, está plenamente vigente.
Dichos y refranes Septiembre recuerda, asimismo, a una generación de escritores que supo plasmar con sus tintas indelebles paisajes, personajes, situaciones sociales -y a veces una exuberante naturalezacon singular maestría, dejando -para deleite de legiones de lectorescomo muestreo, parte de algunos vocablos y refranes populares de los que se citan los siguientes.
Juragrandísima: travieso, pelusa, molestoso, diablillo; cabro, cabra: niño, niña, mozalbete; moleera: irritante, insoportable, insufrible; te voy a sacar lentre: te golpearé, te daré de azotes, te castigaré (lo que hoy la sociedad ha erradicado), las que denotaban ya en su pronunciación lo intimidatorio de su esencia.
Muchas de esas palabras, palabrotas, groserías, dichos populares e interjecciones eran características de la gente de campo, y también de aquella que vivía en la periferia de pueblos y ciudades, cada una de ellas con su particular idiosincrasia retórica.
Además, destacan los dichos: “Al que le quede el poncho, que se lo ponga”, es decir, quien se sienta aludido que responda o actúe; “estar cachúo”: tener celos o sospechar; “de chuparse los bigotes”: guiso exquisito, sabroso; “pisar el palito” o “saltar la escoba”: contraer matrimonio; “estar achacao”: triste, enfermón, angustiado.
Y estos otros: “cría cuervos y te sacarán los ojos”; no saques las castañas con la mano del gato”; “¡ no me venga con tencas zurdas y zorzales overos! ”; “lo pillaron volando bajo”; “¡ Callado el loro! que por escupir al cielo le cayó en la cara”. Y siguen los refranes, uno para cada ocasión: está tan a disgusto como pollo en corral ajeno; de noche todos los gatos son negros; se metió en las patas de los caballos; a caballo regalado no se le miran los dientes; mientras más conozco a los hombres, más quiero a mi perro; estoy más contento que chancho en el barro; el perro del hortelano no come ni deja comer; chancho limpio no engorda; le pasaron gato por liebre; me pillaron chanchito; en toda familia hay una oveja negra; la culpa no es del chancho, sino de quien le da afrecho; cada oveja con su pareja; perro que ladra no muerde; le anda buscando la quinta pata al gato; ni en pelea de perros se le ha visto; cuando un burro rebuzna, los demás paran la oreja; son tiempos de vacas flacas. Y) Paseo Atkinson. Alfredo Helsby. Óleo sobre tela que se exhibe en el Museo Municipal de Bellas Artes de Valparaíso.