La vivienda prometida
La vivienda prometida L a falta de vivienda en Chile es, sin duda, un gran problema del cual debemos hacernos cargo. Ad portas de una elección presidencial, los números prometidos y los medios para alcanzarlos se apoderan de las campañas. No obstante, hay que considerar que construir miles de hogares, es decir, millones de metros cuadrados (vivienda + infraestructura + equipamiento), inevitablemente, afecta a la ciudad y a la vida de sus habitantes. Mal manejada y no entendida a la vez, como política de mejoramiento urbano, la provisión de vivienda en grandes números y a gran escala puede llevar a nefastos resultados.
En los años de posguerra, las políticas públicas norteamericanas, en busca de dinamizar e impulsar la economía y el desarrollo, generaron como consecuencia, y no como objetivo, un tipo de ciudad que moldeó el territorio y el estilo de vida de millones.
Créditos hipotecarios convenientes, para acelerar la construcción y proveer empleo; un extenso programa de carreteras de conexiones urbanas e interurbanas, y la construcción en serie de millones de hogares para responder al ideal de la casa propia con jardín, produjeron un crecimiento indiscriminado de suburbios dormitorio (donde solo se duerme), y otorgaron la supremacía al uso del automóvil como medio de transporte.
Las repercusiones fueron enormes: incremento de los tiempos de viaje, del uso de combustibles fósiles, de la contaminación y de la segregación espacial, proliferación de barrios monofuncionales, falta de equipamiento e infraestructura, y aumento de enfermedades derivadas de este modo de vida. El fenómeno urbano generado, el urban sprawl (crecimiento urbano como mancha de aceite) invadió el territorio norteamericano y el de un sinnúmero de países que, de alguna manera u otra, lo imitamos.
Un efecto adverso de políticas de crecimiento, empleo y vivienda que, a pesar de sus buenas intenciones, no supieron sopesar sus consecuencias en el medioambiente, la ciudad, las personas y, a la larga, en la economía. Con toda seguridad, una lección de la cual aprender. Las múltiples urgencias no deben impedirnos reflexionar sobre la ciudad y el tipo de vida que originan. No vaya a ser que la vivienda prometida destruya la tierra y el bienestar, también, prometidos.
La vivienda prometida Carolina Katz Arquitecta y académica UC DESAFÍOS DE CIUDAD Hay que considerar que construir miles de hogares, es decir, millones de metros cuadrados, inevitablemente, afecta a la ciudad y a la vida de sus habitantes. FRANCISCO JAVIER OLEA.