Sed de inteligencia
Sed de inteligencia Por_ Sebastián Gray Todavía Todavía hay quienes creen que, detrás de la alarma mundial por el Cambio Climático, habría una intencionalidad oculta oculta para limitar las actividades productivas de gran escala, la rapidez de los adelantos tecnológicos, el desarrollo económico global y, por ende, el progreso, bienestar y las conquistas de libertad de la Humanidad.
Que la crisis climática más que a la acción depredadora depredadora del hombre sobre la Tierra (tan evidente y voraz en los últimos 200 años, donde se han incinerado millones de toneladas de carbón y petróleo), obedece a largos ciclos naturales, inevitables en su constancia y magnitud.
Cual sea la razón, a nuestra generación generación le toca vivir el inicio de una era impensada en la Historia del mundo hasta ahora, cuya primera expresión y fuente de los mayores enfrentamientos es la escasez crónica del agua.
En la misma medida en que la población del planeta se multiplica exponencialmente, concentrándose en cada vez más y mayores ciudades, ciudades, abarcando de manera más extensa y homogénea el territorio, los recursos vitales se hacen más difíciles de obtener y distribuir.
Bien lo sabemos en Chile... Donde hoy presenciamos numerosos conffictos vinculados al agua: el impacto de proyectos de generación de energía hidráulica, hidráulica, de prospecciones mineras que marchitan antiguos valles agrícolas, concesiones de pesca y acuicultura que en la práctica extinguen la vida marina y caso único en el mundo un sistema draconiano de derechos de extracción y consumo de agua que literalmente condena a la miseria a miles de habitantes rurales. Es hora de pensar y actuar radicalmente; con responsabilidad, con sentido de previsión, con inteligencia. Casi el 90% de la población chilena vive en ciudades; por lo tanto, el modo de consumo urbano del agua merece ser revisado.
Esta discusión será urgente en pocos años, cuando se decida suplir la provisión de agua de Santiago, por ejemplo, con agua desalada proveniente de alguna planta a más de 100 km. de distancia y con 700 m. de desnivel, tal como ya lo debe hacer la gran minería. Pero, ¿a qué costo? Es necesario abordar aspectos culturales profundamente profundamente arraigados, como los hábitos cotidianos de la ciudadanía, los preconceptos institucionales sobre el paisaje urbano, el espacio público y la construcción.
Obligados por nuevas normas legales y con la ayuda de diseños sencillos y tecnologías de bajo costo, el agua, en sus distintos estados de potabilidad, puede ser tratada y reutilizada tanto en el ámbito doméstico como a gran escala. Los 100 litros de una ducha pueden servir más tarde para otras cosas, dentro de una misma vivienda o edificio. Así también el paisaje debe adecuarse a nuestra realidad geográfica, aprovechando y poniendo en valor las numerosas especies endémicas de estas latitudes, acostumbradas al secano. El agua de las lluvias, aunque escasa, puede acopiarse; el de las enormes plantas de tratamiento de aguas servidas puede redistribuirse e incorporarse en el espacio público. En suma, es urgente pensar el agua y los derechos sobre el acceso a ella con la conciencia de un bien preciado y escaso. Una generación más y será tarde. l Sebaa: r Cray rrnr Aquteco CLIC PrctFriqarjC[JC. S r.. . 1201 -, 1 irr C II 1 II Seba Calfuqueo. ((Mercado de aguas)) (cerámica) parte de la muestra «Espejo de agua», Galería Patricia Ready, 2021 Foto: Diego Argote..