Autor: MARÍA FLORENCIA POLANCO
Niños al suelo: cada vez son más los colegios que “aprenden” a convivir con balaceras
Niños al suelo: cada vez son más los colegios que “aprenden” a convivir con balaceras En jardines infantiles inventan canciones, como “el baile de la cuncuna”, para no atemorizar a los párvulosSegún el Primer Informe Nacional del Bienestar de la Niñez, que usó datos de la Casen 2023, el 58% de los niños en la Región Metropolitana declara vivir en un barrio donde es testigo de balaceras y peleas. Le sigue la Región del Bío Bío, con un 48% y la Macrozona Norte, con un 47%. EDNELLAKCIREJamás imaginamos incorporar un protocolo que íbamos a tener que para balaceras.
Vamos a tener que reforzar la infraestructura, pero tampoco la idea es que los colegios se conviertan en cárceles por miedo”.................................................................. PAOLA TORRESDIRECTORA DEL COLEGIO METODISTA LA TRINIDAD DE VALDIVIAUn grupo de párvulos se deja la cuncuna! ”, exclaman las caer al suelo. “¡Es el baile de educadoras, mientras los niños simulan moverse como insectos en el suelo del patio. Sin embargo, no es un juego cualquiera, sino una estrategia improvisada para lidiar con un riesgo creciente: balaceras en las calles cercanas al establecimiento. Los pequeños juegan sin entender del todo que, al otro lado del muro, el eco de los disparos esconde una realidad mucho más cruda. Tan solo en los últimos meses, han ocurrido al menos seis balaceras a metros de colegios y jardines infantiles en Macul, Maipú, Alto Hospicio, Valdivia, Concepción y La Pintana.
Estos hechos se suman a situaciones similares ocurridas el a ñ o p a s a d o e n Valparaíso, Lo Esp e j o, I q u i q u e, Quinta Normal y Antofagasta. El aumento de este tipo de eventos no solo ha atemorizado a las comunidades escolares, sino que también las ha obligado a “aprender” a convivir con la violencia. Hoy, diseñan e incorporanprotocolos de seguridad que instruyen a los niños a tirarse al suelo, esconderse debajo de sus asientos o evacuar al patio o zonas seguras. “Una bala ingresó a una sala, quedó incrustada en la pared. Cuando vimos el agujero, evacuamos inmediatamente a los niños al patio y después los despachamos a sus casas y pedimos el resguardo de Carabineros”, relata Paola Torres, directora del Colegio Metodista La Trinidad de Valdivia. El hecho que narra ocurrió a fines de octubre y, según comenta, nunca antes había sucedido algo así. “En el sector y en el colegio es inusual. Eso nos llamó la atención. Obviamente, nos asustamos”, dice. Y agrega: “Nosotros somos una comunidad tranquila.
En nuestrasEvacuar y medidas de autodefensaEn marzo de 2023, los ministerios de Educación; Interior y Seguridad Pública; de Desarrollo Social y Familia y la Superintendencia de Educación entregaron a los colegios el documento “Orientaciones para la prevención y el manejo de emergencias ante situaciones críticas, constitutivas de delito, que impactan gravemente el bienestar de las comunidades educativas”. Entre las recomendaciones que se entregan están “buscar una vía de escape y evacuar”, “buscar refugio en áreas de protección”, “si evacuar o esconderse son medidas que han fallado y su vida o la de otras personas corre peligro, las personas adultas pueden interferir e incapacitar al o a los atacantes a través de estrategias de defensa grupal, neutralización y control de armas” y llamar a Carabineros. planificaciones, que es donde uno proyecta lo que puede pasar, jamás nos imaginamos que íbamos a tener que incorporar un protocolo para balaceras. Vamos a tener que reforzar la infraestructura, pero tampoco la idea es que los colegios se conviertan en cárceles por miedo. Los niveles de violencia y de inseguridad llegaron a un punto que es insostenible. Estamos hablando de la vida de los niños. Esto no se puede normalizar”. En los jardines infantiles, la situación es similar. En junio del año pasado, se produjo una balacera a las afueras del centro educativo Amtiri, de Iquique, justo cuando los párvulos estaban en horario de salida del establecimiento. “Las balaceras han ido aumentando en los últimos años. Gracias a Dios, por los protocolos que incorporamos, no hubo heridos, pero es un tema complejo”, señala Gonzalo Salgado, sostenedor del jardín infantil.
Como parte de su Plan Integral de Seguridad Escolar, las educadorasde párvulos activan un juego llamado “el baile de la cuncuna”. “Cuando suenan los fuegos artificiales, se tiran al suelo y empiezan a bailar como una cuncuna. Se trata de bajarle lo más posible el perfil a la situación para que los niños no se atemoricen”, explica Salgado. “Lamentablemente, no estamos ajenos a la delincuencia.
Antiguamente, uno asumía que en la noche era más peligroso, pero esta situación nos dice que puede ocurrir en cualquier momento del día”, comenta Sergio Pastene, director de la Escuela Nuestra Señora del Pilar de Macul, centro educativo frente al cual hubo una doble encerrona con disparos, también en octubre.
Explica que el protocolo del establecimiento indica que ante eventos balísticos “los niños, como pasa en los colegios estadounidenses, se tienen que esconder debajo de los bancos y alejarse de las ventanas”. También suspenden las clases por seguridad. “Todos los profesores están infor-mados, y si pasa algo los inspectores alertan rápidamente a todos. Es casi como intuitivo, ya está instalado. Actuamos a través del sentido común y buscando proteger a los niños. Afortunadamente, no estamos en un lugar donde pase a cada rato. Hemos tenido un evento que en su momento fue traumático, pero que después no generó mayores dificultades”, dice Pastene. Y advierte: “Hay que denunciar, porque muchas veces estas situaciones quedan en la anécdota y nadie las denuncia formalmente. También prohibir los narcofunerales. No es normal que las personas anden disparando por la calle.
Se ha normalizado que en ciertos sectores se puede hacer uso de la fuerza, y eso no se combate”. “Viven con miedo”Otra comunidad afectada por estas situaciones con mayor regularidad, la que prefiere resguardar su identidad para no estigmatizar a los estudiantes, advierte que la proliferación de estos eventos está generando un deterioro en los aprendizajes. “Los niños viven asustados y con altos niveles de estrés. Eso impide que haya un aprendizaje o una convivencia. Nosotros lo notamos porque están con sueño, llegan a dormir a la sala y están más irritables”, señala el sostenedor de Quinta Normal.
Y suma: “Nosotros podemos resguardar lo que pasa dentro del colegio, pero afuera necesitamos a la autoridad”. Sobre las medidas que han tomado, detalla que “estamos incorporando más protocolos, máscautela, una red de trabajo con toda la comunidad, la parroquia, la comisaría, la junta de vecinos y manteniendo una comunicación expedita con colegios vecinos”. Según Paula Luengo, académica de la Escuela de Psicología de la U.
Católica e investigadora responsable del programa “A convivir se aprende”, de la Región Metropolitana, esta situación “es tremendamente nociva y urgente de mirar”. En lo inmediato, explica, “el miedo, así como la frustración, son emociones que capturan la atención y aquello bloquea las posibilidades de aprendizaje”. En cuanto al aumento de estas situaciones a nivel país, agrega que “no es algo que afecte en lo inminente a todos los estudiantes por igual, pero a largo plazo esta normalización de la violencia tiene un poder destructivo, porque erosiona los fundamentos de la convivencia”. “Los niños están viviendo en contextos más violentos. La violencia crítica, caracterizada por balaceras o peleas frecuentes en los barrios, aumenta y es intensa en ciertas zonas.
En la Región Metropolitana, el 58% de los niños declara vivir en un barrio donde es testigo de balaceras y peleas, seguida por la Región del Bío Bío, con un 48% y la Macrozona Norte, con un 47%” (según el Primer Informe Nacional del Bienestar de la Niñez con datos de la Casen 2023), señala Arturo Celedón, director ejecutivo de Fundación Colunga. “Como sociedad, debemos tener un enfoque proactivo hacia los riesgos y violencias que están afectando a niños y niñas”, enfatiza.. N Los disparos en las cercanías de los establecimientos se han vuelto una amenaza creciente. Protocolos como esconderse bajo los pupitres, suspensión de clases o juegos buscan proteger a los estudiantes de un fenómeno que inquieta a las comunidades educativas. En jardines infantiles inventan canciones, como “el baile de la cuncuna”, para no atemorizar a los párvulos