EDITORIAL: LA SEMANA POLÍTICA
EDITORIAL: LA SEMANA POLÍTICA Si se analizan las principales dificultades políticas y errores no forzados por los que ha atravesado el Gobierno, un denominador común es que en el centro de la mayoría de ellos ha estado involucrado el Presidente Boric, sea porque detonó personalmente el problema o que teniendo los antecedentes no supo enfrentarlo adecuadamente y terminó así profundizando la crisis.
Y es que durante todo su período distintas iniciativas, decisiones o salidas de libreto suyas han complicado o afectado a sus ministros y a su coalición de gobierno, lo que ha debilitado las estrategias para generar confianzas y transmitir la imagen de una administración seria y capaz de encarar los múltiples desafíos que tiene el país.
Lo ocurrido con los indultos a sujetos condenados en el marco del estallido de octubre de 2019, que fueron gestionados directamente por el mandatario, o la insólita reacción del Gobierno en el llamado caso Monsalve, en que fue el propio Presidente quien le sugiere al entonces subsecretario del Interior que fuera primero al sur a avisarle a su familia, como si la prioridad la tuviera esa situación particular por sobre la que sufría la víctima, son solo algunos ejemplos de ello.
El último caso es lo ocurrido esta semana con la fallida venta de la casa de Salvador Allende, que termina con la destitución del Senado de su hija Isabel (ya antes había tenido que salir de su cargo de ministra de Defensa su nieta Maya Fernández). En este asunto, la principal responsabilidad política recae sobre el Gobierno (incluida una serie de funcionarios que incomprensiblemente fueron incapaces de advertir una inhabilidad constitucional evidente) y, particularmente, en el Presidente de la República.
Desde luego, es su firma la que está en el decreto que autorizó la compraventa, pero no se trata solo de eso: fue él quien concibió la idea de adquirir esa residencia para hacerla un museo y quien encargó a algunos de sus colaboradores más cercanos dar los pasos para materializarla, involucrando a dos ministerios (Bienes Nacionales y Cultura). Estando en la última fase de su administración, ya de lleno en un período marcado por la campaña electoral que dominará sus preocupaciones, difícilmente puede esperarse de parte del Presidente un cambio en su conducta y en sus declaraciones, que muchas veces son más propias de un dirigente político que de un jefe de Estado.
El entender "la idea de habitar el cargo, la complejidad de eso y entender que la institución es más grande que uno mismo", como lo planteó al poco tiempo de asumir, le quedará así como una tarea pendiente.
LA SEMANA POLÍTICA Boric, el factor común de las crisis El entender "la idea de habitar el cargo, la complejidad de eso y entender que la institución es más grande que uno mismo", como lo planteó el Presidente Boric al poco tiempo de asumir, le quedará como una tarea pendiente.
Contrasta la reacción de Boric con otras más prudentes, como por ejemplo la de la Presidenta de México (también de izquierda), la que evitando descalificaciones ha desplegado su habilidad diplomática para no cerrar espacios de diálogo y negociación.
Provocando a Trump En momentos en que el mundo atraviesa la mayor guerra comercial en décadas luego del alza arancelaria del gobierno de Trump, cuyos efectos golpean con fuerza los mercados y abren un escenario económico para Chile de complejidades insospechadas, una seguidilla de desafortunadas declaraciones del Presidente Boric atenta contra una estrategia de Estado para enfrentar la crisis.
Cuando todos los expertos apuestan por actuar sin precipitación, centrarse en defender principios, convocar a los mejores expertos para abrir negociaciones con EE.UU. para que las medidas arancelarias puedan revertirse o aminorarse y evitar que afecten a otros productos, como el cobre, el mandatario chileno las emprende personalmente contra su par estadounidense.
Lo acusa de "pretender ser un nuevo emperador", sostiene que "el señor Trump representa todo aquello a lo que me opongo", que "no nos gustan los bullies en los gobiernos", entre otras expresiones, como si lo importante sea manifestar su opinión personal sobre lo que piensa del mandatario norteamericano, darse gustitos lingüísticos que suelen pagarse caro, y no desplegar una estrategia coherente y racional que defienda los intereses del país.
Hay aquí una notoria diferencia con las reacciones más prudentes de otros mandatarios, por ejemplo, la Presidenta de México (cercana políticamente al Presidente Boric), la que evitando descalificaciones ha desplegado su habilidad diplomática para no cerrar espacios de diálogo y negociación. Esa falta de maduración, seriedad y aprendizaje quedó de manifiesto en la alocución de Gonzalo Winter, muy cercano al Presidente Boric, en su discurso de aceptación de la candidatura presidencial del Frente Amplio.
Más allá de abundar en frases vacías -"en solo 25 años más estaremos más cerca del siglo XXII que del inicio del siglo XXI", repetía entre aplausos--, e insistir en las viejas ideas económicas de que el Estado debe fijar la estrategia nacional del desarrollo, no encontró mejor momento para emprenderlas en contra de las transnacionales norteamericanas --como si quisiera darle argumentos a Trump-con frases como "ustedes van a tener que elegir entre los adultos mayores de Chile o las transnacionales de Delaware y Nueva Jersey". Criticó a estos inversionistas extranjeros, con argumentos tan descaminados como que "esa gente nunca ha recorrido los cerros de Valparaíso, nunca ha visto una araucaria nevada, esa gente no lloró la muerte de Felipe Camiroaga, no sabe quién es Iván Zamorano", entre muchas otras. Que el candidato presidencial del partido del Presidente tenga este discurso es, por cierto, también una señal preocupante.. -