"EMPIEZO A NOTAR SU AUSENCIA"
"EMPIEZO A NOTAR SU AUSENCIA" Es una de esas mañanas otoñales con sol pero frías. Jaime Vadell, vestido con pantalón oscuro, camisa a rayas y chaqueta de tweed gris, avanza a paso lento y abre la reja de su casa. Han pasado cuatro días desde el funeral de la actriz y diseñadora teatral Susana Bomchil, su mujer durante cincuenta años, y él se ve cabizbajo. Dice que se enfermó, que pescó un resfrío. --Ando herido de un ala --explica y se sienta en un banco afuera de su casa azul en El Arrayán, donde vive desde 1979--. Triste he estado. Tristón, tristón. --Pero usted igual quiso presentarse en la función de "Aquí me bajo yo", que protagoniza, el sábado por la noche, a pesar de que esa mañana había sido el funeral de Susana. --Sí. Creo que tenía que hacerlo. --¿ Actuar lo ayuda a despejarse? --Sí, claro. Porque el escenario tiene la gracia de que uno se blinda y no entra nada de afuera. Ni siquiera le dan recados, ni buenos ni malos, no le dicen nada de lo que pasa afuera cuando uno está en la obra. Es una cosa absurda, pero es así. Yo no sé si hay otro trabajo que tenga características similares.
Los escritores, cuando se cierran a escribir, parece que también se vuelan. --Es como meterse en una cápsula del tiempo. --Sí, una cápsula espacial. --Bueno, y además que usted tiene tanto oficio, que tiene la capacidad de.. . --De mentir (se ríe). Los actores mentimos con apariencia de verdad.
Hay una obra de Tennessee Williams que empieza con un monólogo que dice: "Yo tengo trucos en el bolsillo, cosas debajo de la manga, pero soy todo lo contrario de un prestidigitador común; ese les da una ilusión con apariencia de verdad y yo les doy una verdad con apariencia de la suave ilusión". --Muy bien descrito lo que es el oficio de ser actor. --Es que ese escritor es notable y aquí se ha dado tan poco, no sé por qué. Yo creo que porque no era comunista. Aquí en Chile, todo el mundo intelectual y artístico es de tendencia izquierdista. Entonces a Arthur Miller, por ejemplo, le daban todo, pero a Tennessee Williams no. --Pero entiendo que usted alguna vez fue comunista. --Claro. Como todos los jóvenes. --¿ En qué época fue eso? --Hace mucho. Cuando llegó Allende ya me había retirado. No duré demasiado, porque luego empezaron cosas muy cargantes. Por ejemplo, la invasión a Checoslovaquia de los rusos. O la represión a Hungría. Esos fueron golpes fuertes. Además me fui aburriendo. La política es muy aburrida, hay que tener vocación. Las reuniones del partido eran muy lateras. --¿ Le queda algo de comunista? --No, yo creo que no queda nadie comunista, los chinos son los únicos. --Volvamos a lo que estábamos hablando. Susana murió el viernes y el sábado usted estaba otra vez en el escenario. Pero no es primera vez que hacía algo así. Cuando murió su padre tenía el estreno y no quiso suspender la función. --Oh, eso fue terrible. Cierto, se me había olvidado. Pero ahí trabajé el mismo día que se murió. Él estaba hospitalizado y me llamaron como a las cinco de la tarde para decirme que había muerto. Era el día del estreno y había sido todo un lío porque entonces teníamos una carpa de circo en Providencia con Marchant Pereira donde nos presentábamos. Esto era el año 1978 y había muchas opiniones en contra de que existiera ahí una carpa de circo. Después nos quemaron la carpa, una noche de toque de queda. --Esto era con su compañía, el Teatro La Feria. --Sí, La Feria. Presentábamos una obra que se llamaba "Hojas de Parra", que escribimos con José Manuel Sarcedo y la Susana y tenía poemas de Nicanor Parra. Fuimos a hablar con él y nos pasó sus cuadernos, porque escribía sus poemas ahí. A Nicanor se le ocurrió el título de la obra.
Después lo usó en un libro que publicó: así son los genios, hacen lo que quieren. --Y esta vez, ¿fue usted quien tomó la decisión de hacer la función, a pesar de haber perdido a su señora? --Sí. Yo quise trabajar. El sábado y el domingo. El trabajo ha sido bien importante para mí y lo sigue siendo. Porque es un arma de sobrevivencia. De ahí me agarro. Jaime Vadell este año cumplirá 90. Actor de larga trayectoria, su recorrido es parte de la historia del teatro chileno del último medio siglo.
Estudió en el Instituto Nacional, donde dice fue un alumno regular que se aburría en clases, por lo que solía hacer la cimarra y pasar la mañana caminando por el centro o leyendo en la Biblioteca Nacional hasta que comenzaba a sentir hambre y partía hasta La Bahía, el restorán de su padre. Aunque su papá no estuvo de acuerdo, estudió Teatro en la Universidad de Chile, donde fue compañero de Víctor Jara, Alejandro Sieveking y Tomás Vidiella. Mi papá me dijo "voy a tener un hijo cómico", que era una expresión de entonces. Pero con el tiempo, él apreció mi trabajo. Tenía recortes de todas las publicaciones en que aparecía. Jaime formó parte de la compañía de teatro de la Universidad de Concepción (TEUC), del Teatro UC y del Teatro Ictus. También fundó en 1977, junto a José Manuel Salcedo, su propia compañía: el Teatro La Feria. Y posteriormente trabajó en las compañías Teatro del Ángel y Teatro Aparte.
Los últimos años, Jaime Vadell ha estado muy activo, haciendo cine y teatro, a la par que cuidaba de Susana Bomchil, su mujer por cincuenta años, quien padecía una enfermedad degenerativa y progresivamente fue perdiendo la memoria. Ella falleció hace unos días y sobre ese amor y esta nueva soledad, habla en esta entrevista. "Ando herido de un ala", dice. POR CAROLA SOLARI "EMPIEZO A NOTAR SU AUSENCIA" "Uno nunca está listo para la muerte de las personas cercanas. Porque no solo se mueren las personas enfermas, se mueren también las personas sanas". SER GIO ALF O N SO LO PEZ "Los psiquiatras dicen que hay que hacer el luto: qué pesadez de frase. Y estos primeros días han sido raros. Antes la casa estaba llena de gente, de enfermeras que cuidaban a la Susana para que yo pudiera trabajar.
Y ahora no hay nadie". En la foto, ambos en la obra de teatro "Escenas de la vida conyugal". La pareja se conoció en 1975, cuando ella llegó a postular a un papel en el Teatro Ictus. "Nos fuimos de gira y nos pusimos a pololear", recuerda el actor. JAIME VADELL Y LA MUERTE DE SU MUJER, SUSANA BOMCHIL:. "EMPIEZO A NOTAR SU AUSENCIA" --Yo calculo que he hecho más de cien obras de teatro --afirma. Pero además tiene un largo recorrido en televisión y en cine. Debutó en el cine en 1968 con "Tres tristes tigres" de Raúl Ruiz. Y en 1981 formó parte del elenco de "La Madrastra", teleserie que fue un fenómeno de audiencia. A Susana Bomchil la conoció en 1975.
Él ya estaba separado, tenía dos hijos, era parte del Teatro Ictus y preparaban la obra "Nadie sabe para quién se enoja". --Andábamos buscando una actriz que interpretara a una enfermera de una casa de clase media baja y Susana llegó a ofrecerse para hacer el papel. Yo dije que no, por ningún motivo. --¿ Por qué le negó el papel? --Imagínate que una mujer de ese calibre iba a hacer ese papel. Era muy linda y si la aceptábamos quedábamos todos como unos roticuajos. --¿ Ella le perdonó ese rechazo? --Siempre me lo sacó en cara. Pero finalmente se integró al Ictus, le dieron un papel en otra obra, nos fuimos de gira y nos pusimos a pololear. De eso han pasado cincuenta años. Toda una vida. No sé cómo nos soportamos --dice y se ríe. --Pero se llevaban muy bien. --Muy bien. Es que ella era muy entretenida persona. De mucha vitalidad, con mucho gusto por la vida, por todo. Mire, le voy a mostrar una foto.
Jaime Vadell entra a su casa y vuelve a salir con una gran foto enmarcada, en que se ve a Susana joven, vestida de negro y con una boina, sonriendo a la cámara. --La tomaron en un teatro que tuvimos en el barrio Bellavista no sé cuántos años. Tantas cosas que hicimos... --Ella estuvo enferma mucho tiempo y fue perdiendo la memoria. ¿Cuidarla tantos años le sirvió para estar más preparado para cuando ella partiera? --No, nadie está preparado. Uno nunca está listo para la muerte de las personas cercanas. Porque no solo se mueren las personas enfermas, se mueren también las personas sanas. Además de esa enfermedad que ella tenía que era una cosa media rara. No eran los riñones, no eran los pulmones, era la cabeza.
Eso puede durar 20 años. --¿ Era difícil para usted que ella fuera olvidando lo que vivieron juntos, por ejemplo? --Se iba olvidando lo que vivimos juntos y uno pone en duda si lo vivió o no. Sí, es jodido eso. Muy jodido. --¿ Pero ella lo reconocía a usted? --Sí, hasta el final. Se reía cuando yo aparecía. Preguntaba por mí también cuando no estaba. Yo era su cable a tierra. --¿ Cómo han sido estos primeros días sin ella? --Todavía uno está medio choqueado. Pero empiezo a notar la ausencia y me temo que en la medida que pase el tiempo, ese sentimiento va a ser más grande. Vadell guarda silencio y luego dice: --Pero no hablemos de eso porque además con el resfrío me pongo a llorar, pero es por el resfrío. Hace unos meses, Jaime Vadell fue a renovar su carnet de conducir. Pero le fue mal. No se lo dieron. --Fue por la edad. Lo que es bien jodido porque me lo podrían haber dado por menos tiempo, por un año por último. Pero me tocó dar el examen con un médico venezolano. Si hubiera sido un chileno, yo creo me habría reconocido.
Pero un venezolano no tiene idea quién soy. --¿ Usted cree que si le hubiera tocado un médico chileno habría sabido que usted es un actor que está muy vigente? --Claro, sabría todo lo que he hecho y que sigo trabajando. --Recientemente se aprobó una norma para que las personas mayores de 75 años que trabajan en el sistema público pasen a retiro obligado. Muchas personas mayores han reclamado. --Qué barbaridad. Es una estupidez. ¿Por qué no vas a poder seguir trabajando si estás en condiciones de hacerlo? Además que la sociedad está envejeciendo y trabajar hace bien. En los últimos años, Jaime Vadell ha estado muy activo.
Protagonizó cinco películas, entre ellas "El Conde" de Pablo Larraín, y formó parte del elenco de la obra "Viejos de Mierda", junto a Tomás Vidiella y Coco Legrand, que se convirtió en un fenómeno teatral con el que recorrieron Chile hasta que llegó la pandemia.
Ahora, está en cartelera con "Aquí me bajo yo", obra escrita por Elena Muñoz en la que comparte escenario con Rodrigo Bastidas y Milena Bastidas, y que cuenta la historia de un abuelo que ya no tiene ganas de vivir. --La Elena se inspiró un poco en su padre, a quien perdió no hace mucho, que era un señor viejo. Bueno, todos los viejos nos vamos pareciendo. --¿ En qué cosas? --La lentitud.
La falta de fuerza física. --¿ Qué es lo más molesto de ser viejo? --Uy, cientos de cosas me molestan --se ríe--. Para empezar, uno tiene siempre un dolor nuevo. --Pero usted está bien de salud. --Estoy bien en general y la memoria, aunque ya no es la misma, la mantengo. Si no, no podría trabajar, porque sin memoria no se puede hacer nada. Año por medio me resfrío. Ahora, quizás por la pena, me resfrié. --Le bajaron las defensas. --Los psiquiatras dicen que hay que hacer el luto: qué pesadez de frase. Y estos primeros días han sido raros. Antes la casa estaba llena de gente, de enfermeras que cuidaban a la Susana para que yo pudiera trabajar. Y ahora no hay nadie. --¿ Le incomoda estar solo? --No me molesta. Hay gente que me insiste que invite a alguien, que no esté solo porque me puede pasar algo. Claro que me puede pasar algo, pero estando acompañado también. Todos estamos expuestos a que nos pasen cosas. La vida es así. "Ella (me reconocía) hasta el final. Se reía cuando yo aparecía. Preguntaba por mí también cuando no estaba. Yo era su cable a tierra". Jaime Vadell y Susana Bomchil en abril de 2017. "Nos llevábamos muy bien", afirma el actor. SER GIO LO PEZ I. "Mi papá me dijo: `voy a tener un hijo cómico', que era una expresión de entonces", cuenta Vadell que le dijo cuando supo que estudiaría teatro. Acá, cuando era actor del Teatro UC. A R CHIV O F O T OGRÁ FIC O. U NIVERSID A D D E C O NC EPCIÓ N. "Ella era muy entretenida persona. De mucha vitalidad, con mucho gusto por la vida", dice Vadell. Además, agrega, "era muy linda". CRIS TIAN A Y ALA ALA.