Femicidio: ¿El precio de ser mujer y vivir en la calle?
Femicidio: ¿ El precio de ser mujer y vivir en la calle? Femicidio: ¿ El precio de ser © mujer y vivir en la calle? Héctor Higuera Jefe de operación social territorial de Hogar de Cristo Carola Loyola Cares llegó el 14 de octubre de 2024 a la hospedería de Los Angeles de Hogar de Cristo. Tenía 47 años y un historial de violencia que la había empujado a la calle. Pidió una noche, solo un respiro. Pero esa noche se extendió y, en ese tiempo, empezó a construir un plan: recuperó su cédula, preparó un currículum y se dispuso a buscar trabajo, a salir adelante. El 8 de noviembre, salió de la hospedería. Caminó unos pasos, pero en la esquina la esperaba su ex pareja. Y fue ahí, en plena calle, donde la asesinó. Otro femicidio femicidio que se suma a los 35 consumados y a 251 intentos registrados este año en Chile. Hoy, el 54,3% de las personas en pobreza en Chile son mujeres. Y para ellas, la calle no es una elección; es un destino.
En el papel, muchas no viven en la calle, pero lo hacen en lo que algunos llaman “la calle oculta”: saltan de casa en casa, de refugio en refugio, evitando la “calle dura”. Su vida es una negociación constante entre el peligro en sus casas y la falta de seguridad en la calle. Y, aun cuando logran pedir ayuda, la respuesta es insuficiente. No hay refugios específicos, no hay seguimiento seguimiento especializado, y los programas sociales suelen estar pensados pal-a hombres, sin perspectiva de género. A estas alturas, es urgente y evidente lo que se necesita. necesita. Primero, políticas públicas con enfoque de género. No más programas genéricos diseñados para hombres en situación de calle; hacen falta estrategias integrales que realmente entiendan las violencias específicas que enfrentan las mujeres. Es inaceptable que en 2024, Chile aún no cuente con centros de acogida exclusivos y adecuados adecuados para mujeres en situación de calle. Segundo, equipos especializados. Es necesario crear equipos multidisciplinarios con profesionales capacitados capacitados en violencia de género, salud mental y reintegración laboral. Solo así se puede responder responsablemente a la complejidad de las necesidades de las miles de muj eres vulnerables que buscan ayuda, urgente.
Tercero, Estado protector, se requiere de un Estado oportuno frente a los hechos de violencias que viven las mujeres, no queremos otra Cal-ola, que sufra la falta de protección inmediata por parte de los organismos del Estado competentes. En la Región de Biobío hay 1700 personas en situación de calle: 1450 hombres y 250 mujeres.
La mayoría de ellas sobreviven expuestas a una doble muerte: primero, primero, a la violencia de la calle: luego, a la indiferencia, a ese abandono sistemático reservado para quienes son mujeres, pobres y viven en los márgenes de la sociedad. Así murió Carola, víctima del mismo hombre de quien intentaba escapar..