Editorial: Violencia escolar: el síntoma de una herida abierta
Editorial: Violencia escolar: el síntoma de una herida abierta Los datos entregados por la Superintendencia de Educación no son solo cifras: son un reflejo alarmante de una crisis silenciosa que sigue creciendo en nuestras aulas.
Entre enero y junio de este año, 418 denuncias por violencia, discriminación y problemas de convivencia se han registrado en los establecimientos educacionales de la Región de Coquimbo, con La Serena, Coquimbo y Ovalle encabezando la lista. La mayoría de estos casos -el 81%están directamente vinculados con la convivencia escolar, incluyendo maltrato entre estudiantes, actos discriminatorios y aplicación irregular de medidas disciplinarias. El dato no sorprende si se observa la tendencia nacional: 8.678 denuncias en el mismo periodo, con un preocupante aumento del 20.7% respecto a 2024. Las aulas están gritando, y debemos escucharlas. Lo que estamos presenciando es la manifestación de heridas emocionales postpandemia que no fueron adecuadamente atendidas. La escuela no solo debe educar en matemáticas o historia, tambien debe ser un espacio seguro y contenedor. Sin embargo, cuando se carece de herramientas para prevenir o gestionar los conflictos, lo que florece es la agresión, la exclusión y el sufrimiento silencioso. Desde la Superintendencia se han impulsado acciones concretas, como capacitaciones a sostenedores y alianzas con organismos como UNICEF o INJUV. Son esfuerzos valiosos, pero claramente insuficientes si no se abordan con la profundidad que requiere el problema. No basta con reaccionar a los hechos: es hora de que la convivencia escolar sea una prioridad de Estado. Las escuelas necesitan apoyo permanente, recursos humanos especializados, formación continua para sus equipos docentes y un compromiso real por parte de las familias. Es un error delegar toda la responsabilidad al sistema escolar cuando la violencia tambien se gesta -y normalizaen otros espacios. Prevenir la violencia escolar no es solo una tarea educativa, es una urgencia social.
Lo que está en juego no es solo la tranquilidad en las aulas, sino la salud mental, la dignidad y el futuro de nuestros niños, niñas y adolescentes.. Prevenir la violencia escolar no es solo una tarea educativa, es una urgencia social. Lo que está en juego no es solo la tranquilidad en las aulas, sino la salud mental, la dignidad y el futuro de nuestros niños, niñas y adolescentes.