MOVIMIENTO ESTUDIANTIL: Luz y ocaso de un siglo
MOVIMIENTO ESTUDIANTIL: Luz y ocaso de un siglo El movimiento estudiantil, tal y como lo conocimos, probablemente no volverá. Pero declarar su muerte definitiva, aunque tentador, sería prematuro. «,Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros? Esta gente, alfin gal cabo, era una solución». CONSTANTINO CAVAFIS.
Cristóbal Karle Saavedra Sociólogo, cientista politi: social investigador (Nuestra palabra de unidad también quiere hablar de una juventud que no solo debe tener puntos de encuentro en la creación de una organización, que no solo quiere tenerlos en la democratización de la universidad, que no solo debe tenerlos en el actual desafío de lucha contra la dictadura... Queremos una juventud que mañana también se una para trabajar juntos por los urgentes y profundos cambios que requiere nuestra sociedad para ser más humana, para acabar con las injusticias y construir un nuevo orden, el orden de un Chile libre, democrático y solidario». Así hablaba, hace poco más de cuarenta años, Yerko Ljubetic estudiante de Derecho y dirigente juvenil democratacristiano luego de que miles de estudiantes completaran la ingente tarea de reconstruir la histórica Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), fundada en igo6 y clausurada por la dictadura militar, que había instalado en su lugar un simulacro de representación estudiantil afín al régimen.
El movimiento estudiantil, comprendido a grandes grandes rasgos como el entramado de organizaciones, normas, prácticas, actores individuales y colectivos constituidos con referencia a la representación del cuerpo estudiantil o algún segmento del mismo, adquirió por aquellos días enorme protagonismo en la lucha contra la tiranía.
Con la actividad política restringida y perseguida, las organizaciones organizaciones estudiantiles se convirtieron no solamente en vectores de protesta contra el régimen, sino en un campo de disputa entre diferentes culturas políticas y en una plataforma plataforma de socialización para futuros liderazgos públicos. Pero no se trataba de una excepcionalidad histórica.
Los estudiantes, junto a los obreros, campesinos, profesionalesy profesionalesy pobladores, habían jugado un papel fundamental en la configuración de la ((matriz sociopolítica» de Chile durante el siglo xx, formando grandes organizaciones de masas representativas de sus respectivos segmentos sociales, que articulaban el conflictoylo estructuraban de cara al Estadoa.
Como tales, no solamente habían estado presentes en los momentos más álgidos de la historia reciente, sino que habían puesto en marcha procesos autónomos de movilización, modificando la fisonomía del sistema educacional, interpelando a la sociedad y forjando movimientos generacionales de gran alcance, desde la ((generación del 20» hasta la efervescencia creativa en la década de 1960.
El movimiento estudiantil que alcanzó su apogeo en oisy años posteriores fue, en esta perspectiva, un acontecimiento más en la extensa trayectoria de imbricación entre estudiantes, política y sociedad en Chile. 1 «Unjuevesasde octubre», en Agudo, Irene; Delamaza, Gonzalo, ycanales, Manuel (Eds. )jaeentadchilena.
Razonesysabeeesiones, santiago, ig8, Eco-F0L1c0-nepkoe, pp. 159-160.2 Gareetón, Manuel Antonio, el proceso político chileno, Santiago, 1983, FLAGIO, p31.. MOVIMIENTO ESTUDIANTIL: Luz y ocaso de un siglo No obstante, la historia se conforma también en la oscuridad de su reverso.
Cuatro décadas después del histórico triunfo de Ljubetic que, en su aniversario, aniversario, prácticamente nadie recordóy la heroica reconstrucción de la federación estudiantil más longeva longeva del país, con cientos de estudiantes relegados, torturados y asesinados en el camino, la propia FECH se encuentra en un estado de coma que, no obstante perecederos espasmos, ya alcanza casi siete años: generaciones generaciones completas han completado su educación sin apenas haber conocido un referente orgánico y adecuadamente legitimado de representación para sus intereses y sensibilidades.
Con la casi solitaria y meritoria excepción de la FEUC, las federaciones universitarias que logran elegirse hoy alrededor de la mitad; el resto ha simplemente desaparecido lo hacen con niveles de participación minúsculos o con dirigencias interinas que se prolongan por años. Entre los estudiantes secundarios, el escenario es aún más desolador. Las causas y consecuencias de este fenómeno, inédito en la historia de Chile desde el siglo xix, esperan todavía ser incorporadas en el debate público con la importancia que merecen.
Las federaciones universitarias que logran ele girse hoy alrededor de la mitad; el resto ha simplemente desaparecido lo hacen con niveles de participación minúsculos o con dirigencias interinas que se prolongan Arriba: Tomás Jocelyn Holt (Feuc), Ricardo Brodsky (FECH), Yerko Ljubetic (FECH), Eduardo Abarzúa (FEuc), Esteban Valenzuela (FEUc). Abajo: cristián Sánchez (FEcH), Omar Jara (Feupla), Jaime Andrade (FECH) y Rubén Dueñas (FECH). por años.. MOVIMIENTO ESTUDIANTIL: Luz y ocaso de un siglo Situando al movimiento estudiantil chileno Suele afirmarse, con cierta soma, que el Gobierno de Gabriel Boric es un «gobierno de estudiantes)), como si la presencia generalizada de exdirigentes estudiantiles en diferentes reparticiones del Estado fuese un accidente histórico. Nada más alejado de la realidad. Al menos desde mediados del siglo xx, una parte muy significativa de los liderazgos políticos nacionales, de origen mesocrático y oligárquico, se habían forjado en la dirigencia estudiantil. estudiantil. El origen de partidos políticos como el PDC, el rs y la UDI sería muy difícil de explicar sin el rol que jugaron en su formulación las experiencias del movimiento estudiantil.
Su carácter de plataforma de socialización para futuros liderazgos políticos y de otras esferas también, como la academia y la cultura es apenas una de las fórmulas bajo las cuales el movimiento estudiantil se ha relacionado históricamente con su entorno político y social. También ha sido relevante su rol como actor colectivo propiamente dicho, interpelando a diferentes actores sociales desde su posición específica, instalando demandasy articulando discursos dentro de la discusión pública y educacional.
Desde luego, la vinculación entre el movimiento estudiantilysu entorno es recíproca: este último también incide decisivamente en sus dinámicas, en las temáticas que aborda y en las formas bajo las cuales se estructura el conflicto dentro de sí.
Manuel Antonio Garretóny Javier Martínez sintetizaron esta idea al señalar que los estudiantes constituyen «el campo principal en el cual se libran los conflictos culturales de la sociedad». El origen del movimiento estudiantil chileno suele ubicarse en la primera década del siglo xx, no obstante, la identificación de actividad contenciosa sin organizaciones representativas permanentes por parte de estudiantes en años previos. Organizado principalmente principalmente en torno a la FECH, a poco andar albergó en su seno tendencias vanguardistas de ruptura con el orden existente, enfrentándose con distintos gobiernos hacia igzo.
Luego de un período de desarticulación interna y represión externa, resurgió con fuerza en el movimiento que hizo caer a la dictadura de Carlos Ibáñez e inició desde entonces un tránsito hacia la consolidación institucional y su integración en el esquema sociopolítico de la época, reflejando en sus dirigencias el pluralismo políticopartidario entonces vigente, e incluso sobrepasándolo en la década de 196o. El golpe militar descuajeringó el tejido organizacional hasta entonces existente, el cual fue trabajosamente reconstruido hasta expresarse con gran repercusión durante las protestas nacionales, entre 1983 y 1987. En esta etapa, las identidades políticopartidarias estructuraron la competencia interna de las federaciones, así como las diferencias estratégicas dentro del movimiento6.
Este movimiento estudiantil «del siglo xx)), marcado por altos niveles de participación, potencial de movilización y una relación simbiótica con el sistema político de partidos, comenzó a resquebrajarse durante la transición a la democracia y se derrumbó definitivamente definitivamente hacia 1994, con la disolución de la mayoría de las federaciones universitarias del país. En un ambiente de neutralización político-social, con partidos en creciente burocratizacióny desanclaje social, las organizaciones del movimiento estudiantil se hundieron entre el desinterés de las bases, las denuncias de corrupciónyla pérdida de capacidad estratégica. La crisis del movimiento estudiantil del siglo xxi Luego de tocar fondo en 1994, las condiciones existentes forzaron una reconversión en las lógicas de funcionamiento funcionamiento interno del movimiento estudiantil. Si bien fue posible echar por tierra los pronósticos más sombríos, se trató en cualquier caso de cambios trascendentales en su fisonomía.
Este movimiento estudiantil «del siglo xxi)), caracterizado por su énfasis temático materialista, su mayor tolerancia a niveles menores de participación interna y el predominio creciente en su conducción de organizaciones de izquierda que reivindicaban su autonomía autonomía respecto del sistema político como precepto central, es el que eclosionó en 2011 luego de años de acumulación político-social en liceos y universidades, con hitos anteriores anteriores en 1997,2001 y 2006.
Durante al menos un lustro, el movimiento estudiantily sus organizaciones se mantuvieron mantuvieron como actores cruciales en la sociedad chilena, trastocando las prioridades del debate y la producción de políticas públicas en dirección a una transformación del modelo educacional vigente, además de impugnar al sistema político en su conjunto. Este ciclo, empero, inició su declive hacia 2016, mientras sus principales dirigenciasy organizaciones preparaban su irrupción en las instituciones del Estado. Se sucedieron así escándalos y crisis en distintas federaciones, mientras la convocatoria y evaluación pública de las protestas caía en picada. Las grandes movilizaciones de 2018 y 2019, que activaron nuevamente a miles de estudiantes, no revitalizaron sus organizaciones. Al contrario: consolidaron su declive y vaciamiento, mientras las frágiles y escasamente representativas representativas asambleas, movimientos y cabildos formados con ocasión de la coyuntura se desvanecían. Actualmente, el movimiento estudiantil chileno atraviesa la peor crisis orgánica de su historia.
Esta sentencia, sentencia, aunque categórica, no debería extrañar si atendemos al panorama general de las cifras de participación interna en los planteles de educación secundaria y terciaria, así como a su capacidad de movilización de masas y a su dinamismo interno en términos de las organizaciones que en él conviven, y su producción intelectual o políticoestratégica políticoestratégica propia. Nunca antes una proporción tan baja de estudiantes había participado en las organizaciones del movimiento estudiantil. La magnitud de la crisis escapa a explicaciones facilistas e interesadas, como las que buscan. MOVIMIENTO ESTUDIANTIL: Luz y ocaso de un siglo imputar responsabilidad exclusiva a dirigencias o sectores específicos. Lo cierto es que, como suele ocurrir en este tipo de procesos, se trata de un fenómeno multicausal cuyos determinantes es posible auscultar, aunque no ponderar en la proporción exacta de su incidencia. Estos determinantes operan en varios niveles: en el sujeto social que se moviliza, en las organizaciones que lo encabezan, en el espacio concreto en el cual transcurre su actividad yen el ecosistema que lo alberga. Las condiciones que posibilitaron la reformulación reformulación del movimiento estudiantil en la década de 990 ya no son tales.
Las burocracias partidistas, incluso las que previamente defendían la autonomía del movimiento social, han vuelto a ocupar gran parte de los debilitados debilitados cargos representativos, operando como dirigencias «hidropónicas» sin bases involucradas ante las cuales deben responder. Con el financiamiento mayoritariamente mayoritariamente resuelto vía gratuidad para un segmento importante del estudiantado, la prioridad estratégica de la movilización se ve diluida. Los niveles de participación participación se han desplomado incluso más allá de los exiguos quórums fijados luego de la crisis de 1994, y en la mayoría de los casos ni siquiera es posible convocar elecciones. Así se ha configurado una acelerada desmasificación. El movimiento estudiantil del siglo xxi ha agotado su ciclo histórico sin un relevo en el horizonte.
El futuro se fue ¿ Tiene algún porvenir el movimiento estudiantil? ¿ Podrá reconstituir sus organizaciones y protagonismo social de otrora? ¿ Importa realmente si lo hace? La pregunta, en realidad, no es si el movimiento estudiantil volverá a activarse como actor social y político relevante. Con toda seguridad lo hará; las escaramuzas del último mes en Valparaíso y en la Universidad de Chile así lo atestiguan.
Más bien, la cuestión que se plantea es sobre el carácter de dicha actividad: si será marginal, atomizada y circunstancial; o, por el contrario, si será masiva, organizada, y apalancada por medio de organizaciones organizaciones representativas que le den coherencia y sentido histórico a su acción. Las apuestas no corren a favor de la segunda alternativa.
Hoy, el movimiento estudiantil lo que queda de él existe en un ecosistema sociocultural atomizado, volátil, sumamente refractario a la mantención y construcción de organizaciones de masas, y al involucramiento en asuntos públicos por medio de mecanismos estables de representación. La desconfianza atribuida a los partidos políticos se extiende extiende también a cualquier tipo de organización colectiva, mientras millones de personas no encuentran razones siquiera para acercarse a las urnas voluntariamente.
La perentoria reconstrucción del movimiento estudiantil deberá bregar contra nuevas predisposiciones culturales internalizadas en la juventud chilena. ¿Tiene algún porvenir el movimiento estudiantil? ¿ Podrá reconstituir sus organizaciones y protagonismo social de otrora? ¿ Importa realmente El movimiento estudiantil, tal y como lo conocimos, conocimos, probablemente no volverá. Pero declarar su muerte definitiva, aunque tentador, sería prematuro. No solamente porque su extinción conllevaría la desaparición de uno de los pilares fundamentales de la democracia chilena, sino por su propia naturaleza.
Como en décadas anteriores, la persecución de un objetivo común, en un ambiente favorable favorable y con los incentivos adecuados, puede convertirse en el mejor aliciente para operación mnemotécnica medianterecuperarla confianzayla sabiduría perdida en el ejercicio de la democracia como una práctica que va más allá del Estado.
Una generación que, como otras, sepa responder a los desafíos de su tiempo y tomar la posta que las desdichadas dirigencias actuales le puedan entregar, llevándola a un estadio de desarrollo hoy impensado: ((En medio de esta quejumbre colectiva, un chispazo, reducido pero intenso, ilumina el panorama sombrío. Es alguien que se rebela, es alguien que dice “no estoy satisfecho”; es la juventud que toma la ofensiva de la vida&0. Es allí donde el pesimismo se encuentra con la esperanza. M 3 Garretón, Manuel Antonio, y Maetinez, javier, El movimiento estoóssntti: conceptos e historia, Santiago, 1985, SUR, p. 6. corresponde, en este sentido, al movimiento estudiantil una dialéctica sai generis entre autonomía e integración.
En algunos períodos históricos, el movimiento se encuentra integrado temática y orgánicamente orgánicamente a su entorno social y político, puntualmente al sistema de partidos; en otros, se integra orgánicamente pero no temáticamente, oviceveosa; en ottos, los menos, parece desanclarse en ambas dimensiones. 4 Moraga, Fabio, Mschachos casioilt, estres. Lapederación deEotadiantesyelmaoímiento eotadiansilchileno, 5906-1936, santiago, 2007, Ediciones de la Universidad de chile, pp. 54-64. valenzuela, Eduardo, eEstudianteayDemocracia”, enRealidad Universitaria, vt3 (1987), p33 6 Martínez, Fernando, y valladaees, Julio, La joven democracia.
El movimiento estadiantil estadiantil en chile, 1973-1985, santiago, 1988, Documentas, passim. 7 Thíelemann, Luis, La anomalía social de la transición, Santiago, 2016, Tiempo Robado, Robado, pp. 75-92.8 Estas tesis son desarrolladas en Rocíe, Cristóbal, «En la meseta brumosa.
Apuntes Apuntes sobre la desmasifleación del movimiento estudiantil enChile», Docamentos de Trabajo, rs 2(2024), tnstituto tgualdad. 9 Una aproximacióneeciente a este fenómeno, entre otras, caía de Luna, JuanPablo, ¿Democracia maerta?, Santiago, 2024, Ariel. so Solar, Miguel Ángel, Palabra dejaoentadypalabra de poeta, Santiago, sg6g, Nueva Universidad, p. 3. si lo hace?.