La ciudad donde empezó el asedio al régimen y que se convirtió en símbolo de la devastación de Siria
La ciudad donde empezó el asedio al régimen y que se convirtió en símbolo de la devastación de Siria ALEPO es la segunda ciudad más importante del país. En la foto, un mercado tradicional devastado durante la guerra civil.
FRANCE PRESSE F amosa por su arquitectura, sus iglesias, mezquitas y, sobre todo, por su mercado cubierto a los pies de la impactante Ciudadela circular --declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986--, Alepo, segunda ciudad más importante del país y en otros tiempos considerada la "capital económica" de Siria, representa hoy el símbolo de un país en ruinas.
De noche luce muy oscura como el resto del país, porque solo hay dos horas de electricidad por día, está sin agua desde hace seis días por un problema en una represa ocasionado por los kurdos al nordeste. Está polvorienta, degradada, mísera. Además, como en una lenta agonía y luego de haber vivido un terrible sitio y haber estado bajo fuego hasta que el régimen logró recuperar la ciudad, en 2016, se ha vaciado en forma dramática. Antes de la guerra civil que comenzó en 2011, contaba con 5 millones de habitantes, de los cuales 300.000 eran cristianos.
Ahora se estima que tiene 1,5 mil l o n e s d e h a b i t a n t e s, u n o s 30.000 de ellos cristianos, que viven en su mayoría en la zona en mejor estado, en las zonas norte y oeste. Pobreza extendida "No hay estadísticas, ni cifras, pero después de más de diez años de guerra ahora somos todos pobres en Alepo: quien tenía ahorros debió gastarlos, porque el costo de la vida es carísimo. Quien pudo, se fue, y mucha gente está obligada a salir a pedir limosna, a mendigar", grafica monseñor Hanna Jallouf, obispo católico de Alepo.
Un sueldo promedio en Siria es de 35 dólares por mes (unas 100.000 libras sirias), una suma ínfima: solo para comer, una familia necesita por lo menos 200 dólares. "Debido a la guerra, desarmaron las 3.000 fábricas que había acá, que producían de todo, y las volvieron a levantar en Turquía, de acuerdo con los rebeldes", lamenta el obispo.
El religioso destaca, además, que "es mentira que (Bashar) al Assad protegía a los cristianos", ya que en su régimen se impusieron altos "impuestos a todos, incluso a las propiedades eclesiásticas y hasta a los vendedores de sándwiches", denuncia. "Al Assad era un ladrón, se robó el país", coincide Emile Katti, médico cirujano, también cristiano, director del hospital Al Rajaa. "Después de diez años de guerra y debido a las sanciones que aislaron a Siria del sistema financiero internacional, la miseria es un problema gravísimo y la economía es catastrófica (... ) Solo los pobres se quedaron", destaca Katti. Aunque se ven muchísimos paneles solares en los techos, el uso de los generadores se ha vuelto normal en todas las ciudades, así como su ruido. Pero pocos pueden permitirse un generador: para tener ocho horas de luz por día, hay que pagar una suscripción mensual al generador del barrio, que cuesta el equivalente a tres meses de sueldo, cuenta Katti. En la parte oriental de la ciudad reina la desidia. La Ciudadela se encuentra cerrada por seguridad, explican los "barbudos" del grupo rebelde islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), los nuevos dueños del poder en Siria. Desde Alepo empezaron su ofensiva relámpago y casi sin combates que en forma impensada derrocó a Al Assad. Al mediodía de una jornada muy fría, llegan hasta la imponente entrada de esta antigua fortaleza decenas de personas.
Por primera vez pudieron salir de Idlib, el bastión de HTS desde el cual partió la ofensiva, hasta el 8 de diciembre herméticamente cerrado. "Yo vivía acá en Alepo, pero por la guerra me tuve que ir", explica Saya, de 28 años, que vino con su marido, hijos y varios familiares después de diez años.
Búsqueda de comida Más tarde, en el barrio de Al Azizia, frente a una de las tantas iglesias cristianas de Alepo, se ven decenas de ancianos que buscan su almuerzo en el centro "Cinco panes y dos peces", que montó en 2017 el franciscano Haroutioun Samouian. "En Alepo hay muchas comunidades que necesitan comer: falta la comida cotidiana. Nosotros aquí distribuimos un almuerzo para 3.000 personas, cristianos --católicos, ortodoxos, protestantes--, y también musulmanes", explica este fraile sirio. Su comedor es una de las tantas iniciativas que en los últimos años nacieron en Alepo para paliar una situación catastrófica. Los franciscanos también abrieron un centro para los centenares de niños huérfanos de la guerra y el terremoto. Hay hermanas salesianas que ayudan a chicos de la calle y Caritas también hace los suyo. Aunque "todo eso es el 5% de lo que realmente se necesita", advierte Katti.
Para peor, la transición en curso con los "barbudos" del HTS que tomaron el poder detuvo la maquinaria de la ayuda internacional en Siria. "Los proyectos de cooperación están bloqueados, la estructura no existe más porque no están más los ministros que se ocupaban del tema, lo cual es terrible. Aunque lo más importante ahora es que se levanten las sanciones, que de hecho representan una soga alrededor del cuello para Siria", apunta una fuente diplomática occidental, alarmada.
Más allá de este escenario dramático, en la Iglesia de la Anunciación --en un edificio del paupérrimo barrio de Midan, uno de los más castigados de Alepo-el padre argentino Hugo Alaniz, del Instituto del Verbo Encarnado, muestra la maravilla que montó en el subsuelo de este lugar para ayudar a los más humildes de Alepo.
Alaniz, que vive en Medio Oriente desde hace casi tres décadas y en Alepo desde 2017, puso en marcha una escuelita de apoyo para los chicos que en sus casas no tienen luz ni calefacción; un comedor para dar comida a los ancianos del barrio; cursos de peluquería, manicura y belleza para mujeres que antes eran amas de casa; cursos de inglés para señoras que quieren comunicarse, aunque sea por videollamada, con nietos nacidos en el exterior que ya no saben hablar árabe; cursos de computación, y mucho más.
En una Siria marcada por la incertidumbre y los temores por lo que vendrá con el grupo islámico HTS en el poder, Alaniz comenta que "las nuevas autoridades están dando señales de apertura, y creo que hay que responder positivamente". "Creo que es una oportunidad para el futuro del país y soy optimista, porque soy creyente.
Estuve en reuniones con ellos (HTS) y me han parecido sinceros... Claro, de ahí a que puedan cumplir sus promesas de un Estado libre, laico, inclusivo, con libertad de culto para todos, habrá que ver", dice, con muchas dudas, como todos.
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La vida después de la caída de Al Assad: La ciudad donde empezó el asedio al régimen y que se convirtió en símbolo de la devastación de Siria ELISABETTA PIQUÉ LA NACIÓN/ARGENTINA/GDA Desde Alepo Alepo, en otros tiempos considerada "capital económica" del país, es la imagen hoy de una nación en ruinas, devastada por la guerra civil. ÉXODO Se estima que, desde el inicio de la guerra, Alepo pasó de tener 5 millones de habitantes a 1,5 millones en la actualidad..