Israel, Palestina y la crisis de los refugiados
Israel, Palestina y la crisis de los refugiados Israel, Palestina y la eriísis de los refugiados refugiados A 50 años de la muerte de la pensadora de origen judío, un nuevo libro rescata dos textos inéditos en torno al Estado de Israel y el conflicto con los palestinos. Partidaria de Israel, sin embargo la filósofa fue crítica del nacionalismo sionista y estaba a favor de un Estado binacional o de una federación. Arendt estaba convencida de que la imposición unilateral de un Estado judío generaría más violencia. Por Andrés Gómez Bravo Por Andrés Gómez Bravo Por Andrés Gómez Bravo n 1941, tras una difícil huida por la Europa ocupada, Hannah Arendt desembarcó en Nueva York. Se instaló en un pequeño piso del Upper West Side. A los pocos días, tecleó su currículum en su máquina de escribir. En la primera parte destacaba su trabajo académico, sus estudios con Heidegger, Hurssell y Karl Jaspers.
La segunda, en cambio, hablaba de su exilio en París, donde dejó el trabajo académico para involucrarse en "la cuestión judía". Allí dirigió una organización que permitió salvar a 120 niños que fueron enviados a Palestina. Con la ayuda de grupos sionistas de Francia, fundó un servicio para rescatar personas de campos de detención. Pero en el currículum omitió su experiencia directa: para llegar a América, ella misma tuvo que escapar de un centro de prisioneros en el sur de Francia. Hannah Arendt tenía 35 años, había perdido su país, su idioma natal y gran parte de su mundo. Pero en Estados Unidos su trayectoria vivió un vuelco: la académica se volvió una voz pública. De este modo, se implicó con su tiempo y con la contingencia que atravesaba el mundo y especialmente el pueblo judío. Durante los años que siguieron, dedicó gran parte de su energía intelectual a pensar el destino de los judíos, así como el conflicto palestino. Si originalmente apoyó el movimiento sionista, pronto adoptó una postura dis. Israel, Palestina y la crisis de los refugiados Sobre Palestina Hannah Arendt Taurus tante y crítica. En la revista Aufbau, dirigida a los judíos de habla alemana, publicó ensayos que cuestionaron elocuentemente la dirección que tomaba el movimiento, como La crisis del sionismo y especialmente Sionismo revisitado.
En un contexto de gran dramatismo histórico, en medio de la Segunda Guerra Mundial y en momentos en que el pueblo judío era perseguido en Europa, Hannah Arendt se opuso a los extremismos, estuvo en contra de la partición de Palestina y apoyó la convivencia pacífica. "Todo Oriente Próximo, de hecho, toda la región mediterránea, corre el riesgo de convertirse en el futuro polvorín del mundo", escribió con una certera visión en el ensayo La política exterior estadounidense y Palestina. Escrito en 1944, el texto se mantuvo inédito durante 80 años y es rescatado ahora en el libro Sobre Palestina, recién publicado por el sello Taurus. El volumen fue preparado por su biógrafo, Thomas Meyer, y recoge también el informe El problema de los refugiados palestinos. Un nuevo enfoque y un plan de solución, de 1958, en el que Arendt colaboró con un grupo de eruditos.
A 50 años de su muerte, ocurrida el 4 de diciembre de 1975, ambos textos vienen a ofrecer nuevas perspectivas sobre el pensamiento y la vida de una de las autoras más influyentes del siglo XX: una intelectual que pensó su tiempo, que escribió contra los totalitarismos y que en momentos de crisis tuvo la valentía de ser una voz disidente. Federación de pueblos Nacida en Linden, cerca de Hannover, en 1906, Arendt llegó a Nueva York en mayo de 1941. Por entonces su preocupación estaba centrada en el exterminio de los judíos y en los debates en torno a un "hogar nacional" judío en Palestina.
Ciertamente, ella abogó por el derecho de los judíos en territorio palestino, por la autodefensa y la formación de un ejército judío, así como por una política propia y no dependiente. "La política judía, en la medida en que existe, está dirigida por personas que han crecido -sin llegar nunca a ser poderosasadorando el poder y el éxito oportunista.
Su aversión a los principios, su temor a apostar por el caballo equivocado, su admiración por quienes detentan el poder en este mundo y su renuencia a movilizar las energías de su propio pueblo nos han costado el despliegue de un ejército judío", escribió en el ensayo Políticos judíos. En medio de estos debates, en 1944 el Congreso norteamericano postergó una resolución al respecto ("Un hogar nacional para los judíos en Palestina"), ante las protestas de los países árabes. Los intereses de Estados Unidos en el petróleo de la región fueron uno de los persuasivos argumentos para demorarla. Entonces, Hannah Arendt escribió el ensayo donde critica la política exterior estadounidense, que aparece guiada por intereses geoestratégicos, el petróleo saudí, en lugar de principios humanitarios y democráticos. Advierte con claridad que este enfoque podría convertir al Oriente Próximo en un foco de conflictos globales. A la autora le preocupaba la posibilidad de que los judíos en Palestina se conviertan en instrumentos de las grandes potencias. Aboga por una cooperación pacífica en la región, evitando que las aspiraciones nacionales se vean comprometidas por intereses externos.
Con indudable lucidez afirma: "Las concesiones que hoy se hacen a los árabes también pueden favorecer a los judíos en un nuevo intervalo". Hannah Arendt expresa su convicción de que "el conflicto árabe-judío puede resolverse y se resolverá en el marco de una cooperación amistosa entre todos los pueblos mediterráneos que, en aras de su independencia política y su libre desarrollo económico, dependerán en cualquier caso de unas buenas relaciones de vecindad y quizá incluso de federación". Así, dice, "la protección de potencias le*k "Arendt ya no quería limitarse a hacer un mero análisis de la situación de Israel y de los territorios palestinos y los países árabes, sino que por primera y única vez unió sus esfuerzos a los de otros para encontrar una solución". Thomas Meyer, biógrafo janas es siempre un asunto embarazoso y, en tiempos de crisis, poco fiable.
La historia del pueblo judío en Europa es un ejemplo aleccionador". En este sentido, Arendt apunta a formar una nación autónoma y no dependiente: "Lo que el Hogar Nacional Judío en Palestina tiene derecho a esperar de la política exterior estadounidense y de sus hermanos estadounidenses no será nunca la protección directa, sino esa simpatía activa y ese aliento que la República siempre ha dado a quienes habitaban repartidos entre su población.
La contrapartida de los judíos de Palestina no puede ser nunca una vigilancia de los intereses petroleros de Estados Unidos". Para ella, los sionistas pretendían fundar una nación dentro de una esfera de influencia imperial: bajo la apariencia de una identidad nacional estaban creando una colonia. La alternativa que ella proponía era una federación con los pueblos de la región. Una Palestina binacional, donde judíos y árabes compartieran la soberanía. En su perspectiva, la imposición unilateral de un Estado judío sobre otra población solo podría acarrear guerras y desplazamientos. "El nacionalismo ya es bastante malo cuando solo confía en la fuerza bruta de la nación. Un nacionalismo que depende de la fuerza de una nación extranjera es sin duda peor. Este es el destino amenazante del nacionalismo judío y del propuesto Estado judío, rodeado inevitablemente por estados y pueblos árabes", dijo. Los refugiados Tras la creación del Estado de Israel en 1948, Arendt mantuvo su posición crítica: un Estado fundado en la negación de la población árabe-palestina sería estructuralmente inestable.
Dos años después, escribió el ensayo ¿ Paz o Armisticio en Oriente Próximo? En este expresó su temor de que "los refugiados alimentarían aún más la espiral de violencia en ambas partes, haciendo imposible "la paz o un alto al fuego en Oriente Próximo"". Para 1958, a 10 años de la creación del Estado de Israel, la politóloga ya había publicado dos de sus obras mayores, Los orígenes del totalitarismo y La condición humana.
Si bien por entonces parecía alejada del debate público en torno al tema palestino, en el primero de los libros apuntó: "Después de la guerra resultó que la cuestión judía, que había sido considerada la única insoluble, estaba, desde luego, resuelta --principalmente gracias a un territorio primero colonizado y luego conquistado--, pero esto no resolvió el problema de las minorías y de los apátridas.
Al contrario, como virtualmente todos los demás acontecimientos de nuestro siglo, la solución de la cuestión judía produjo simplemente una nueva categoría de refugiados, los árabes, aumentando por ello el número de apátridas y fuera de la ley con otras 700.000 u 800.000 personas". Entonces fue contactada por el Institute for Mediterrean Affairs para participar de un informe sobre el "Problema de los Refugiados Palestinos". Según Thomas Meyer, "está claro que en 1958 Arendt ya no quería limitarse a hacer un mero análisis de la situación de Israel y de los territorios palestinos y los países árabes, sino que por primera y única vez unió sus esfuerzos a los de otros para encontrar una solución. Al hacerlo, fue mucho más lejos que la Arendt crítica de la situación que se convirtió en una pensadora de la paz estable.
No con planes de altos vuelos, que carecerían de base jurídica, económica o política, sino con la colaboración con expertos y con el objetivo de dejar claro que era posible encontrar una solución al problema central de Oriente Próximo y mucho más allá", anota. Junto a un comité de expertos de universidades, especialistas en Medio Oriente y representantes palestinos y de Israel, te y representantes palestinos y de Israel, Arendt trabajó en un detallado informe sobre los desplazados.
Su nombre encabeza la lista de autores. "La manifiesta negligencia a la hora de encontrar una forma adecuada de tratar a estos refugiados -a pesar de que las Naciones Unidas les prestan mucha más atención que a cualquier otro grupo de refugiados, quizá incluso más que a todos los demás refugiados juntos se debe a la hostilidad entre las naciones árabes y el Estado de Israel, así como a su miedo y desconfianza mutua.
Al mismo tiempo, la creciente frustración y resentimiento causados por la apurada situación de los refugiados está repercutiendo en las hostilidades y los temores, exacerbándolos y y aumentado el riesgo de un nuevo estallido bélico entre Israel y los Estados árabes", dice la introducción del informe. Una vida digna El estudio entrega una visión de contexto histórico y analiza el problema con sentido de urgencia. Proporciona información detallada sobre los refugiados, que a esa fecha alcanzaban casi un millón de personas. Expone los argumentos de cada parte involucrada y ofrece una dimensión económica del problema.
Registra también las diferencias al interior de la comisión y hace una propuesta de 23 puntos Si bien los expertos argumentan que la responsabilidad recae en los países involucrados, así como en Naciones Unidas, agregan: "Sin embargo, debido al peligro que corre el mundo entero, una parte considerable de la resposabilidad recae sobre los hombros de la mayor potencia democrática, los Estados Unidos". El plan no se propone resolver el problema político sino que se ocupa"del derecho del individuo a una vida digna". Plantea la creación de una Autoridad para la Repatriación y Asentamiento y, en su conjunto, busca "devolver a los refugiados una vida aceptable y productiva". Entre las medidas, destaca el derecho de "volver a casa" y la posibilidad de regresar a Israel, la Palestina árabe o instalarse en otro Estado árabe.
Los refugiados serían compensados y recuperarían sus propiedades al valor actualizado. "Todos los países de la región se beneficiarían de una mayor seguridad y de una conciencia tranquila", dice el informe. "El odio no dura eternamente. Una solución concebida como algo justo puede conducir al fin de las hostilidades y crear un nuevo clima para una posible cooperación", concluye. Después de la publicación de Eichmann en Jerusalén (1963), Hannah Arendt recibió críticas infames que la acusaron de colaboracionista o de enemiga de Israel. Desde luego, su posición nunca fue esa y durante la Guerra de los Seis Días (1967) y la de Yom Kipur (1973), ella estuvo con Israel. Pero siempre se mantuvo en contra de un Estado nacionalista excluyente.
A 50 años de la muerte de la autora y tras el ataque de Hamas y la destrucción de Gaza por el Estado de Israel, el libro ofrece nuevas perspectivas sobre su trayectoria, así como resalta un enfoque diferente y cooperativo para abordar el problema. O.