Autor: JAIME ANTÚNEZ ALDUNATE
“Sistema del arte”
Señor Director: Saludable impacto produjo la columna (martes) de Elena Irarrázabal relatando su experiencia al visitar el MNBA.
Extraordinaria, asimismo, si se observa la reacción coordinada y casi inmediata —de apasionada defensa a un actuar que reclama responder a técnicas modernas de la museología— tanto de académicos de la Universidad de Chile como de un concierto de directores de instituciones culturales, artistas con premios, etcétera, desde Chile y del extranjero (principalmente España y Argentina), lo que revela una red activa y atenta a esta tarea, en absoluto inocente, impulsada con seguridad no solo en el principal museo de la capital. El arte como propaganda ideológica fue un poderoso instrumento en manos de los totalitarismos del siglo XX. Que en la sociedad post-ideológica inaugurada a fines del siglo XX aquel mismo fenómeno adquiriera usos y métodos diferentes, podría explicarlo cualquier estudioso de Antonio Gramsci. Es el "sistema internacional del arte” que manipula las "instancias necesarias para la reconstrucción de un nosotros y nosotras libre de autoritarismos y exclusiones... ”, como reza el manifiesto publicado aquí el jueves 8. No es cierto, como dicen los autores de este, que tales acciones suyas "resuenan a escala internacional”. Es al revés. Vivimos la proyección en Chile y seguramente en otros países de la región, de la transformación del "sistema del arte”, como lo llaman, según lo puesto por obra hace tiempo en otras esferas. Hace 30 años entrevisté para este diario al muy conocido crítico de arte Philip Jodidio (ver provitasua.
Com), quien me hizo esta sorprendente revelación: "En Estados Unidos —también en Francia— se difunde actualmente un punto de vista según el cual la calidad del arte o la apreciación de la calidad es una especie de complot contra las minorías oprimidas, una manera de excluir a todos aquellos que no están representados en los museos”. Se cancela, concluía, la pregunta universal del arte de todos los tiempos: "¿ De dónde venimos? ¿ Quiénes somos? ¿ A dónde vamos?” (Paul Gauguin). Era el inicio de los años noventa (¿ el fin de la historia y el advenimiento del “último hombre”, como lo denominó Nietzsche?). Octavio Paz y Mario Vargas Llosa hacían oír su inquietud. De Nemesio Antúnez —gran director del MNBA— oí también la advertencia.