Autor: Guillermo Ávila Nieves de Valparaíso La Estrella
“Las huellas del megaincendio están en mi piel y en mi mente”
“Las huellas del megaincendio están en mi piel y en mi mente” 66 Ensraria más empatía de parte de las autoridades: yo llevaré por siempre las huellas del megaincendio en mi mente y en mi piel”: son las palabras de Marcela Vergara Zúñiga quien, acasi un añode 3 defela emergencia del 2 y brero pasado, comenta que ha ido avanzando lentamenteen una recuperación ala que todavía le quedan “un par de años de tratamiento por las graves quemaduras que sufi”. De ese tiempo a esta parte, subraya que psicológicamente se encuentra “maly retrocediendo al enterarme queel sistema nos dejó solos, abandonados”. Y suma: “Hay familias que están casi en las mismas condiciones nuestras, con la diferencia que yo sufrí graves quemaduras externas y en las vías aéreas”. AL rebobinar, aquella tarde en que se desató la emergencia, Marcela se encontraba en su casa con la hija perruna Sandy”, comola llama. Esoen la calle Carlos Pezoa Veliz 168-F, paradero 10, Achupallas, en Viña del Mar. Delejos, se vislumbraba una nubeespesaquecubría el cielo despejado. Luego el humo y las cenizas. En minutos, el fuerte viento dio quese colaron pasoa llamas por la vivienda y todo alrededor. Allí las puertas se apretaron. Chapas y el portón quedaron soldados por el calor. “Mi esposa no podía salir. Sequedó enel patio de la casa.
Luego trató de abrir las puertas para escapar, no pudo... sus manos estaban quemadas”, recuerda su esposo, Juan Manterola mientras acota: “Mi hermano Johan llegó antes que yo al sector producto de los grandes tacos vehiculares”. Ya en el lugar de lo quequedaba de residencia, junto a Sergio, el hijo menor de ambos, músico y que perdió todos sus instrumentos, se percataron que Marcela pudo escapar alas llamas. “Johan había logrado encontrarla: la subimos al auto”. Así llegaron a urgencia al Sapu en la comuna de Concón. PROYECTOSi bien cuentan con elcartón desubsidio y el permiso de obras de la Dirección de Obras Municipales (DOM), “llevo de septiembre escuchando a mi arquitecto patrocinante: el viernes entrego el proyecto... , me dicen. Porque fui insistente el proyecto está presentado en el Serviu (agradecea María Alejandra, Yaritzay Alicia “por su compromisodeayudar”), sostiene Juan Manterola. Así aclara que el personalen terreno porreconstrucción “han dejado todo paraayudarnos. Sinembargo, pareciera queesetrabajo arduo duermen los escritorios de otros servidores públicos (como en sucaso “que duermeen el piso 8”). Ahonda al tema: “Recibí por tres meses el bono de acogida.
La explicación es que yo ya tengo una casa de emergencia... mal construida, cuyo lavadero está pegado ala reja demis vecinos, con cortes de electricidad por malas instalaciones y alcantarillado sin terminar”. Y añade: “En los dé as calurosos es imposible estar en ella y menos en nuestro caso: un paciente quemado no puede vivir en una casa de emergencia”. Manterola agrega: “Son los propios afectados con sus recursos quienes construyen. El Gobierno nos dice que mantendrá los bonos de acogida hasta tener lavivienda definitiva, pero y qué hacen. No tenemos esos bonos. Juan Manterola toma la posta de Marcela Vergara. Ambos lamentan: “Tengo mucha rabia por todo esto. Desesperación total a un año de la tragedia, del daño que nos hicieron y que nadie haga nada. Tengo una desilusión muy grande de las autoridades”. Ora el largo proceso de recuperación en el consultorio y Dr. Gustavo Fricke, Hospital a quienes agradece “a su equipo de rehabilitación con terapeutas, kinesiólogos y psicólogos. Un siete”. Marcela Vergara enfatiza un aspecto clave al debe: las autoridades encargadas de la reconstrucción.
A su juicio, resulta “muy frustrante que hemos pedido ayuda y no nos la han dado, mandándonos deun lugara otro para finalmente no recibir respuestas favorables”, Su marido Juan Manterola rememora que se conocen desde los 15 años (ambos tienen-47 años). “De la época del liceo. Toda una vida. ¡Tenemos dos maraviosos hijos!”. No obstante, le inquietalo queles depara el futuro.
“Lamentablemente pareciera que el sistema ha permanecido ajeno a todo el sufrimiento de las familias que sufrimos con el megaincendio”. Allí constataron el estado de salud de Marcela: quemaduras graves en su cuerpo y las vías respiratorias. “Tuy quevieron que entubarla dó en coma inducido. Fue trasladada al hospital de Quillota”, narra Juan. “Todoera de gravedad. Podía irse de este mundo en cualquier momento”. Luego de 48 horas, fue traslada a una clínica en Santiago. “Junto a mis hijos Eduardo y Sergio, viajamos. díaseterLuego, durante15 nos, Marcela continuabaen riesgo vital, conectada a máquinas y seguía en coma. JUAN MANTYE MARRCEOLA LVERA GAR A DÍAS CON SUS HIJOS. Luchaba por su vida.
Trataramos: no se puede explicar ban de sacar el tubo y ella con palabras”. Para Juan, norespondía”, afirmaJuan. tras dos meses de angustioEn. eselapso, fueron nuesa hospitalización, “en las ve las cirugías que se le aplique Marcela luchó y puso caron para lograr estabilitodas su fuerzas para salir zarla. “Al despertar, nos miadelante”, recibióel alta pa-. Luego de estar en coma por las quemaduras, Marcela Vergara junto a su familia, quienes perdieron su casa en el 2Fen Achupallas, buscan salir adelante. Pero cuestionan: “El sistema ha permanecido ajeno al sufrimiento de las familias”. CEDIDAS