Adviento: tiempo para pedir fe
Adviento: tiempo para pedir fe ColumnaMiguelÁ. Vergara VillalobosDoctor en Filosofía (U. de los Andes), Bachiller Canónico en Teología (PUCV)E neste tiempo de Adviento, ya próximo a finalizar, la Igleianosinvitaa prepararnos para recibir dignamente al Ni¡ o Dios en nuestro corazón. En ese afán quisieracompartir algunas ideas de Cristián Warnken, con ocasión dela recuperación de la Catedral de Notre Dame, en París.
Nos recordaba el poeta que somos “peregrinos sedientos de absoluto y deluz, en un tiempo que harenegado delespíritu y de labelleza”. Decía que “nuestra épocarelativista y secularizada ya está topando fondo y“El Adviento es un momento que se aproxima unanueva Edad Media, enpropicio para pedir lafecoR du rra vez volveremucha humildad, mediante mosabuscaraDiosya e levantar catedrales y a loración y disponiendo nuestro corazón para ns acogeraDios”. remyacaiaril ado: porque vagamos en las tinieblas como niños En su opihuérfanos”. nión, “más allá del sin sentido que nos rodea, hay en todo ser humano un anhelo de absoluto, que nadie podrá apagar”. Concordando plenamente con tan luminosos pensamientos, me parece que la rutina del día a día y nuestras naturales ansias por un mayor bienestar material, nos hacen olvidar el sentido de trascendencia que -a veces sin comprenderlo: anida en lo másprofundo de nuestro ser.
Por eso, cuando borramos a Dios de nuestro corazón, loqueen realidad hacemos es reemplazarlo por sucedáneos más baratos, que nunca terminan de satisfacernos. el dinero y Así, en el mundo de hoy tenemos dos nuevos dioses: la tecnología. El dinero se transforma en un ídolo perverso cuando lo convertimos en un finen sí mismo, olvidándonos que es sólo unmedio para nuestro progreso como seres humanos. Por su parte, la tecnología ha devenido en un amo omnipotente, al que nos sometemos dócilmente: nuestra instantánea reacción ante el más leve tintineo de nuestro celular es una muestra de aquello.
Comosieso no bastara, los supuestamente ateos que hacen gala de no creer en nada de lo que dice la Biblia, que por lo demás nunca han leído, son, en cambio, muy dados a confiaren el horóscopo, en el tarot, oen infantiles supersticiones. “No tienen fe, pero tienen supersticiones” (E. Balaguer). Ante esta incongruencia es dificilno pensar en que el demonio ha metidosu cola. Comodecía el poeta Charles Baudelaire: el gran truco del diablo es hacernos creer queno existe, porque eso facilita enormemente su tarea. Si bien la fe es una gracia de Dios, no nos deberíamos escudar en so para amparar nuestra comodidad.
El Adviento es un momento propicio para pedir la fe con mucha humildad, mediantelaoración y disponiendo nuestro corazón para acoger a Dios, particularmente cuando se nos presenta como un niño indefenso, que clama por nuestro afecto..