Autor: Por
Loreto Cox
Columnas de Opinión: Modernización abrupta
Columnas de Opinión: Modernización abrupta COLUMNA DE OPINIÓNLas bajas tasas de fertilidad son un problema e n c a s i t o d o e l mundo. Hay, sin embargo, reveladoras diferencias en las trayectorias de los países, como plantea Claudia Goldin, premio Nobel de Eco-nomía de 2023, en su último trabajo. Por un lado, hay un conjunto de países desarrollados que ya en los 70 estaba por debajo de la tasa de reemplazo (2,1hijos por mujer), como EE.UU., Reino Unido, Francia, Alemania, Suecia y Dinamarca. En un segundo grupo, la fertilidad se mantuvo bastante alta hasta entrados los 90, para caer fuerte después: Grecia, España, Portugal, Italia, Corea y Japón.
Lo interesante es quela caída en la fertilidad fue mucho más abrupta en el segundo grupo: en promedio están hoy bajo los 1,3 hijos por mujer, bastante menos que los 1,6 en el primer grupo. ¿Por qué allí donde la fertilidad comenzó a caer más tarde terminaron con menos hijos? La razón, según Goldin, estaría en la velocidad con que los países accedieron al desarrollo económico. En el primer grupo el crecimiento económico fue más o menos sostenido durante todo el siglo XX, mientras que en el segundo hubo estancamiento hasta 1950, seguido de un muy rápido crecimiento. En ambos grupos el desarrollo volvió atractivo el mercado del trabajo para las mujeres. Pero ahí donde este fue gradual y continuo, las normas sociales se fueron ajustando con las generaciones, resultando en una mejor distribución del cuidado de los hijos entre hombres y mujeres. En cambio, en los países que se desarrollaron abrupta-mente, hubo poco tiempo de ajuste a las normas de género tradicionales. Como ejemplo, según WVS, en estos países en promedio el 40% de la población cree que los hijos sufren si la madre trabaja, comparado con 20% en el primer grupo.
En palabras de Goldin, los países del segundo grupo fueron “catapultados a la modernidad, pero las creencias, valores y tradiciones de sus ciudadanos cambiaron más lentamente”. Es comprensible, entonces, que esas mujeres, con poco apoyo masculino, opten tanto por trabajar menos como por tener menos hijos. Aunque Chile no está en el estudio de Goldin, sin duda estaría en el segundo grupo.
Según los datos de la ONU, a mediados de los 70, cuando los países del primer grupo ya estaban bajo el umbral de 2,1, las mujeres en Chile aún tenían más de tres hijos; pero mientras des-de entonces la fertilidad apenas ha bajado en los países con caídas más precoces, nosotros hoy vamos en el crítico nivel de 1,2. La tesis de Goldin cuadra bien con nuestra historia: el rápido crecimiento económico de las décadas recientes nos catapultó a la modernidad sin darnos tiempo para ajustar nuestras normas. Según WVS, de hecho, en Chile el 53% cree que los hijos sufren si la madre trabaja. Es posible que este sea solo uno de muchos desajustes producidos por nuestra abrupta modernización. Tal vez el recambio generacional vaya reformando las creencias hacia una distribución más igualitaria del trabajo doméstico; tal vez el peso de la realidad haga lo suyo y no sea necesario esperar tanto. Como sea, ¿podremos revertir la caída en la fertilidad o estaremos condenados a envejecer igual de abrupto?Si desea comentar esta columna, hágalo en el blog. ¿Podremos revertir la caída en la fertilidad? COLUMNA DE OPINIÓN