Hernán Miranda, testigo y vaticinador
Hernán Miranda, testigo y vaticinador ban en torno a él mientras Lihn vociferaba: "¡ El hombre es el único animal que usa lentes oscuros!". "El acto se podía ver de muchas maneras: la gente no tenía libertad o estaba encerrada en sus propios prejuicios", declaró años más tarde. "De cualquier manera, fue una de las cosas más valiosas que me ha pasado", afirmaba.
Autor de una decena de poemarios, como el ya mencionado "Arte de vaticinar", "La Moneda y otros poemas" (Premio Casa de las Américas, La Habana, 1976), "Trabajos en la vía" (1987), y "Anna Pink y otros poemas" (2000), Hernán Mirada cultivó el verso libre y también el soneto.
A propósito de la publicación en 1991 del libro "De este anodino tiempo diurno" (Premio Municipal de Santiago), el crítico Ignacio Valente destacó en el autor "un sentido de composición poética que no muchos de nuest r o s v a t e s poseen" y aseguró que "moviéndose en la atmósfera genérica de la antipoesía, alcanza un timbre muy propio y seguro". Este fin de semana se sucedieron las visitas y los homenajes en su velatorio. "Vinieron varias personas de los dos mundos de él, de la Sociedad de Escritores y del periodismo", señaló su hija, Paloma, quien lo cuidó hasta sus últimas horas. "Mi papá estuvo bien enfermo en los últimos meses, aunque siguió participando en la SECh hasta hace un mes y medio, más o menos, en la tertulia". Sus funerales se realizarán hoy, a las 10:00 horas, en el Parque Cordillera, en Puente Alto. "Pido que cuando muera no pongan una cruz en mi tumba/ Pongan un sol/ Pongan por último un girasol, una naranja madura/ Pero entiendo que tal vez es demasiado pedir", escribió en "El puntual sol de todos los días". Hernán Miranda nació un 22 de noviembre, bajo el sol de todos los días, y murió en la madrugada de este sábado, cuando aún titilaban las estrellas.
P oeta de la generación del 60 y candidato con sobrados méritos al Premio Nacional de Literatura de este año --aunque no se alcanzó a hacer la postulación--, así como de 2008,2016 y 2020, Hernán Miranda Casanova inició su trayectoria poética en 1970, con la publicación de "Arte de vaticinar", donde reunió sus poemas premiados en varios concursos. Los jurados habían sido, entre otros, Pablo Neruda, Nicanor Parra, Juvencio Valle y Jorge Teillier.
El primer texto de ese libro es "Estamos en la ciudad", en el que el especialista Patricio Escobar advierte "los rasgos que caracterizarían su proyecto literario, definido por un lenguaje directo y llano con el que el poeta captura imágenes que contienen su perspectiva singular" ("Hernán Miranda en breve" (Editorial Usach, 2020). "Estamos en la ciudad.
Nadie se equivoque. / Las mesas y las sillas no recuerdan aquí a los bosques. / Las piedras de río se las pelean los coleccionistas. / El viento huele a veces a motores Diesel, a asfalto recalentado", escribió en él.
Hernán Miranda nació en Quillota en 1941, fue el tercero de tres hermanos y siendo muy niño entró en contacto con la muerte: su casa estaba cerca de la línea del tren, donde solían aventurarse los suicidas.
De esa experiencia proviene uno de sus conocidos poemas, "Doralisa se lanzó bajo el tren de las 14". Las precariedades económicas y la inestabilidad mental del padre obligaron a su familia a instalarse en Santiago, en 1948.
El lenguaje y las vivencias del poeta también se nutrieron del periodismo, carrera que estudió en la Universidad de Chile y con la que se ganó la vida, inspirado en las palabras de Gabriela Mistral: "El poeta debe tener un oficio alternativo". Así, entre 1970 y 1973 trabajó en la oficina de informaciones de la Presidencia, por lo que, tras el golpe de Estado, se exilió en Argentina. "Y un día llegaríamos a La Moneda/ Como quien entra a una casa recién alquilada", escribió en "La Moneda", ante el asombro de ver un sueño cumplido.
Pero en el mismo poema expresa dramáticamente el fin de esa utopía: "¡ La Moneda en ruinas! En rededor vi hombres y mujeres/ Contemplando inmóviles un fierro retorcido/ Una mesa quemada, trozos de espejos ennegrecidos. / Los ojos fijos, el rostro crispado. / Imagen imborrable de la herida dignidad de un pueblo". Hernán Miranda regresa a Chile en 1981 y retoma su actividad periodística. Así también se reencuentra con sus amigos poetas.
Poco después, en 1984, protagoniza una emblemática y difundida performance en el zoológico de Santiago, donde, con la complicidad de Nicanor Parra y Enrique Lihn, se encierra en la jaula de los monos, vestido de oficinista y frente a una máquina de escribir. El público y la prensa se congregaHernán Miranda, testigo y vaticinador El poeta, periodista y docente falleció en la madrugada del sábado, a los 83 años. En su obra utilizó un lenguaje directo y llano, y también incorporó el humor y la compasión en sus escritos. Su nombre volvió a surgir en la última versión del Premio Nacional de Literatura. SUS FUNERALES SE REALIZARÁN HOY, A LAS 10:00 HORAS, EN PUENTE ALTO: MARÍA TERESA CÁRDENAS M. Tímido y silencioso, fue reconocido como un gran poeta. ALEJANDRO BALART. - - - - - -