“En la pampa lo poco que teniamos: unduke un cuento, una historia, un momento”
“En la pampa lo poco que teniamos: unduke un cuento, una historia, un momento” loria Miños Castillo, de 64 años, vivió su infancia y juventud en la oficinasalitrera Pedro de Valdivia. Recuerda con emoción cómo la vida en la pampa moldeó su carácter, la marcó profundamente y le dejó enseñanzas queaún lleva consigo. Así, esta pampina repasasus juegos, responsabilidades, afectos y el sentido de comunidad que, segúnella, "no sevolveráa repetiren ningún otro lugar". ¿Crecer en la pampa forjósucarácter? -Por supuesto que sí. La pampa me enseñóa ser solidaria, humanitaria, a preocuparmeporlos demás. Eran tiempos difíciles, en los que tenías que ayudar en casa desde niña. Me tocóiralestanquesilolia buscar agua, cocinar conleña, acarrear durmientes desde los ripios o comprar carbón en la carbonera. No teníamos televisor, así que bamosal sindicato avertelevisión. Aprendí aserahorrativa, responsable, a cuidar amis hermanas. Cada moneda se guardaba como un tesoro. Esa vida me formó con un carácter firme, perotambién amable. ¿Qué experiencias marcaron su paso porla salitrera? -Muchas. El compañerismo, la unidad, la forma en que se vivía en comunidad. Todos seayudaban. Recuerdo que en la calle Lynch, un señor ponía untelevisoren el patio y cobraba una moneda para ver los programas. Ponían bancas de madera, y si no alcanzabas asiento, tesentabas en el suelo. También me marcó ver como algunos vecinos organizaban circos para los niños, concarpa y todo. Eran intervenciones simples, pero llenas de magia. ¿Recuerdos de esos años de crecimiento? «Llegué a Pedro de Valdivia alos seisaños. Mi papá fue tenganchado' a trabajar en el cargador de tiro en 1959. Éramos cuatro hermanos y mi mamá llegócon nosotros. Se enfermó al poco tiempo, y mipapá tenía que trabajar, así que quedé a cargo demis hermanas. No hablaba bien, mi acento era campesino y tuve que adaptarme. Aveces defendía lo míosinimportar si eran más grandes. Coneltiempoaprendía hablar mejor, a ubicarme contando cuadras para ira la escuela, y empecé a hacermi vida ahí. ¿Algunos lugares característicos que recuerda de esos años? -Laescuela, sin duda. Era lo másimportante, el centro dela vida infantil.
También la biblioGloria Miños Castillo: "En la pampa aprendimos a compartir lo poco que teniamos lo poco que teniamos « Un dulce, un cuento, una historia, un momento" cuento, una historia, un momento" LA PROFESORA GLORIA MIÑOS EN EL BAUTIZO DE SU HIJO PEDRO EN LA IGLESIA DE LA HISTÓRICA OFICINA PEDRO DE VALDIVIA. teca, donde hacía mis tareas, y la pulpería, donde compraba chocolates con mis 'mañanitas". La feria, la panadería, la plaza donde jugábamos con los compañeros. El cineera lo máximo. Había matiné, vespertina y nocturna, pero alos niños nos daban permiso solo parael matiné. Site portabas bien durantela semana, ¡bas al cine. Y hasta los perros del barrio nos seguían y entraban con nosotrosa verlas películas. ¿Quién fue un ejemplo para UD, enla calichera? Sí, varias personas. La señora EmestinaKong, nuestra directora del colegio, que aunque parecíadura, era muy amorosasite acercabas a conversar. Y sobre todo mi profesora de Matemáticas, la señora Olga Areyuna. Me quería mucho, y yola respetaba tanto que quise ser profesora de Matemáticas soloporella. Todos mis profesores me dejaron huella, pero ella fue especial. ¿Qué contaría a aquellas personas que no vivieron en la pampa? -Que la pampa era una gran familia. Los pampinos nos preocupábamos unos por tros, con un sentido de comu nidad que hoy casino existe. Si tefaltaba azúcar; el vecino tela prestaba sin dudar. Todos saludaban con alegría, nadiete negabaunasonrisani una palabra amable. Había respeto, cariño, solidaridad. Aprendimos a compartir lo poco que tenía"mos: un dulce, un cuento, una historia, un momento. En Navidad, por ejemplo, los vecinos se regalaban cosas sencillas, como un dulce o una manualidad, pero hechas con amor, y eso bastabapara hacernos felices. Era una vida modesta, sí, pero llena de sentido. Vivíamos con lo justo, pero había abundanciaen valores. La amistad, el respeto, la colaboración eran parte de locotidiano. Noimportaba si un niño andaba con zapatosrotos osialguien tenía menos; todos jugaban juntos. Nadie se sentía solo.
Eso quisiera transmitirlesa quienes no vivietransmitirlesa quienes no vivieron esta experiencia: que la pampanoerasolo un lugar geográfico, erauna manera devivir queteabrazaba, te formaba. ¿Cuáles enseñanzas guarda hasta ahora? Me enseñó aser una buena persona, una buena madre, a tener empatía, a cuidar a los demás. A respetar atodos por igual, sin importar su condición. En la pampa no existía la discriminación. Todos éramos parte delomismo: obreros, hijos, vecinos. Jugábamos juntos, sin mirar si alguien tenía una discapacidad, si venía de otra región, sl tenía más o menos. Nos tratábamos con humanidad y con ternura. dad y con ternura..