Autor: Ricardo Greene, Doctor en Antropología
La ciudad que olvida
La ciudad que olvida veces basta caminar un par de cuadras para entender coA mo funciona el mundo. Leer los letreros, los rótulos, los postes, los monumentos, y descubrir en cada esquina una historia que se repite: son los hombres a quienes se nombra. A ellas, casi nunca. Las ciudades hablan, y nos dicen quien importa y a quién debemos recordar. De acuerdo al Ministerio de Vivienda, un 94,7% de las calles con nombre propio conmemora a hombres. Héroes de guerra, presidentes, científicos, colonos, escritores. Las mujeres apenas aprender a creer aparecen.
Y cuando lo hacen, suelen ser esposas de alguien, que los hombres reinas, faraonas o nombres sin apellido, historia ni referencia, como Sofia, Dolores o Loreto, emblemática calle del centro de ven pasar" Santiago bautizada mediante un concurso de belleza. Más aún, las calles femeninas se suelen concentrar en barrios periféricos, o en calles cortas, sin salida. No hay vida colectiva que aguante tanta omisión. Esto no es sólo un problema de nomenclatura. Es una pedagogía involuntaria. Niñas y niños aprenden a creer que los hombres hacen historia y las mujeres la ven pasar. Que el espacio comun no es del todo suyo. Que su legado, cuando existe, no merece esquina ni cartel. Y sin embargo -lo sabemos-, las mujeres están en la ciudad. Dirigen hospitales y sostienen ollas comunes. Diseñan parques y organizan comités de vivienda. Enseñan en universidades y en salas con goteras. Cuidan jardines y planean ciudades. Están en los murales, en los juzgados, en las ferias libres y en las bibliotecas. Pero la toponimia no las ve. O no quiere verlas, En Argentina, el programa "Mujeres que abren caminos" impulsa el renombramiento de calles, plazas y estaciones con nombres como Mercedes Sosa, Violeta Parra o las Mujeres de la Guerra Civil.
En México, en 2020 se inauguró el Paseo de las Herofnas, un conjunto de 14 esculturas en bronce que conmemoran a mujeres destacadas de la historia nacional. ¿Y si cada apertura de pasaje, parque o mercado fuese una oportunidad de justicia simbólica? ¿ Si comenzáramos a vestir la ciudad con dirigentas vecinales, recolectoras de orilla, defensoras del bosque, astrónomas, arquitectas, cantoras populares? Las mujeres están. Lo que falta es el reconocimiento colectivo. La resonancia. Porque una ciudad que nombra sólo a sus proceres no es valiente, sino amnésica. Y ningún nosotros se puede construir desde el olvido. "Niños y niñas hacen historia y que las mujeres la. C Columna "Niños y niñas hacen historia y que las mujeres la