EDITORIAL: Deterioro del centro de Chillán
EDITORIAL: Deterioro del centro de Chillán EDITORIAL Deterioro del centro de Chillán Invertir en mejorar la infraestructura y embellecer fachadas, aumentar la oferta de estacionamientos, redoblar los esfuerzos en materia de seguridad y combatir en serio el comercio ilegal son misiones posibles que exigen voluntad, compromiso y responsabilidad, pero también de un liderazgo que sea capaz de sumar y articular. El centro de Chillán es un punto de encuentro de todos y debe seguir siéndolo. Es responsabilidad de todos que no sucumba a la degradación y al abandono. E l centro de Chillán enfrenta un deterioro progresivo difícil de ignorar.
Numerosos locales comerciales cerrados en las principales calles, como El Roble, Arauco y 5 de abril, dan cuenta de la pérdida de dinamismo del comercio tradicional, pero también de otros fenómenos, como el surgimiento de nuevos polos comerciales en la ciudad. Los elevados precios de los arriendos son inalcanzables para el comercio tradicional, que enfrenta una sostenida caída de las ventas y mayores costos, así como la competencia desleal del comercio ilegal.
Otras ciudades han experimentado procesos similares al ritmo de la expansión urbana, en que el centro histórico se ha ido despoblando y nuevos centros comerciales se levantan en sectores periféricos, acercando la oferta de bienes y servicios a zonas residenciales.
Pero, a diferencia de muchas ciudades, el centro de Chillán todavía genera una atracción importante no solo para los chillanejos, sino que, para los habitantes de otras comunas, dado que es el centro administrativo, financiero, comercial y de servicios de la región, donde la presencia del mall, del mercado y de la feria atraen miles de personas. En ese sentido, al centro de Chillán no le falta vida, pero no se puede desconocer su degradación en distintos aspectos. Pese a los esfuerzos de la autoridad por mejorar los espacios públicos, muchos propietarios tienen descuidadas sus fachadas, con rayados sin limpiar y varias de las cuales todavía exhiben protecciones del estallido social de 2019.
El comercio ambulante continúa copando los espacios públicos, a vista y paciencia de las autoridades y de los entes fiscalizadores, no solo matando el comercio tradicional, sino que también obstruyendo el tránsito de peatones y contribuyendo a la percepción de inseguridad.
Asimismo, a los ojos de muchos chillanejos, el centro ha perdido competitividad frente a nuevos centros comerciales que proliferan en la periferia y que ofrecen ventajas como una mayor seguridad, estacionamiento gratuito, cercanía, accesibilidad universal e infraestructura moderna y bien cuidada, que son precisamente algunas de las mayores deficiencias del centro chillanejo.
Dado que el factor más importante de la alta vacancia de locales es el escenario económico, en la medida que mejoren las ventas del comercio y los valores de los arriendos se ajusten se podría observar una mayor ocupación. Pero la reactivación del centro se plantea como un desafío mucho más grande, que implica enfrentar su deterioro. Este deterioro es el reflejo de falencias que requieren atención urgente, visión estratégica y, sobre todo, compromiso de todos los actores.
Problemas como el comercio ambulante, la percepción de inseguridad, el descuido de la infraestructura privada y la accesibilidad deben ser abordados de manera coordinada por las autoridades y servicios públicos, los propietarios, los comerciantes y la comunidad en general.
Invertir en mejorar la infraestructura y embellecer fachadas, aumentar la oferta de estacionamientos, redoblar los esfuerzos en materia de seguridad y combatir en serio el comercio ilegal son misiones posibles que exigen voluntad, compromiso y responsabilidad, pero también de un liderazgo que sea capaz de sumar y articular. El centro de Chillán es un punto de encuentro de todos y debe seguir siéndolo. Es responsabilidad de todos que no sucumba a la degradación y al abandono..