La urgencia de modernizar el sistema de salud pública
La urgencia de modernizar el sistema de salud pública Chile necesita una reforma estructural en su sistema de salud.
Por años, las políticas públicas han intentado mejorar la atención, pero el problema persiste: el sistema remunera la antigüedad, no el mérito; capacita sin medir el impacto y evalúa el desempeño como un trámite sin consecuencias reales. Esta desconexión afecta a los profesionales de la salud, y también a los millones de chilenos que dependen de un sistema que no siempre responde a sus necesidades. Actualmente, el 90% de los salarios en salud son asignaciones fijas. Esto significa que un profesional con años de experiencia y alta productividad recibe casi lo mismo que otro que cumple con lo mínimo. Este modelo desincentiva el esfuerzo y perpetúa la mediocridad. Es necesario remunerar el desempeño, no el tiempo. La solución a esta problemática pasa por incorporar un componente variable en las remuneraciones, ligado a indicadores claros y medibles: cantidad de cirugías, rotación de camas, resolución de listas de espera o satisfacción del usuario. Además, si queremos un sistema eficiente, debemos premiar a quienes generan resultados concretos y de impacto. Los incentivos deben ser más que un bono ocasional. Necesitamos un modelo de evaluación que distinga entre quienes destacan y quienes necesitan mejorar. Esto no solo potenciará el talento, sino que enviará un mensaje claro: el esfuerzo y la excelencia son reconocidos y recompensados. Otro componente esencial es la satisfacción del usuario como eje central. Esto implica medirla regularmente y usar esa información para ajustar las políticas y mejorar la calidad de la atención. Lo mismo debe aplicarse a las capacitaciones que se realizan al personal de salud y a la que se destinan millones de pesos cada año. Estas deben tener un impacto real y evaluar si tienen un efecto en la productividad o en la calidad de la atención. La capacitación no puede ser un fin en sí misma; debe ser una herramienta para cerrar brechas y mejorar desempeños. Reformar y modernizar el sistema de salud no será fácil. Implica cambiar estructuras arraigadas, enfrentar resistencias y tomar decisiones audaces. Pero los beneficios son claros: un sistema más eficiente, profesionales más motivados y pacientes mejor atendidos. Chile merece un sistema de salud que reconozca el talento, premie el esfuerzo y tenga como prioridad el bienestar de su población. Reformar no es una opción; es una necesidad ineludible. La salud pública debe transformarse para estar a la altura de las demandas del siglo XXI. Es hora de actuar. LUIS CASTILLO, DECANO UNIVERSIDAD AUTóNOmA.