Calle Londres 38 Londres 38 Philippe Sands Anagrama. 2024. 577 páginas.
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El autor, ahogado inglés especialista en Derecho Derecho Internacional, aborda dos vidas con las que se topó en su quehacer, pero que en el curso de las respectivas investigaciones descubrió que estaban íntimamente conectadas: conectadas: la del dictador chileno Augusto Pinochet Pinochet y la del Coronel de las SS Walther Rauíf, conocido por haber introducido, en 1941, los furgones para gaseamiento inyectando el tubo de escape al acoplado (se estima que es responsable de la muerte de al menos un cuarto de millón de personas). Luego de terminada la Segunda Guerra, Rauff inició la ruta de escape nazi a Sudamérica, Sudamérica, afincándose por un corto tiempo en Ecuador, donde en 1956 conoció a unos jóvenes jóvenes oficiales del ejército chileno, asignados a la embajada y en colaboración académica con el ejercito ecuatoriano: Augusto Pinochet y Carlos Prat, germanófilos e por el nazismo.
Fueron ellos quienes lo incentivaron, incentivaron, primero a postular a sus hijos al ejército chileno, y luego a que se radicara en Chile (1963), trasladándose a Punta Arenas donde acabó haciéndose cargo de tina planta pesquera, actividad que combinó con la del espionaje anticomunista cuando la llepóblica Federal Alemana lo reclutó como agente del BND, e1 Servicio Federal de Inteligencia. Philippe Sands fue contratado por Human Human Rights Watch por el arresto de Pinochet Pinochet en Londres en 1998.
Desde ese momento momento inició una incursión en los crímenes de la dictadura, donde aparecía Rauff como un cercano colaborador de Pinochet y Manuel Contreras, implicado en torturas, asesinaros y formas de desaparición escabrosas, que la justicia desestimó.
Luego del Golpe, Rauff se trasladó a San Antonio para hacerse cargo de la pesquera Arauco junto con la DINA: se usaron los carros frigoríficos para trasladar prisioneros, se arrojaron cuerpos al mar, pero pero otros tantos frieron ingresados al horno y convertidos en harina de pescado.
Interrogados Interrogados antiguos trabajadores de la pesquera repiten todos una misma fórmula: “No oi ni vi nada, no se habló de eso, no me consta que ocurriera”. Sands hipoteriza sobre una “mano “mano oculta que quiso cerrar esa línea de investigación” investigación” (p. 438). Pero Jorgelino Vergara, “El Mocito”, asistente directo de ManLiel Contreras, el director de la DINA, lo revela a Sands: “los hacían harina de pescado para para pollos”. “SSe imagina usted? Cuando nos comíamos un huevo, nos con iamos a seres humanos” (p. 427) El detalle es excesivo, asquea, asquea, pero es cierto. Bloquear la línea de investigación puede tener como móvil inmediato proteger a los responsables y cómplices, pero, de modo consciente o no, busca también ocultar la más brutal abyección. Sucedió! y nada en verdad impide -sabernos hoyque vuelva a ocurrir, aunque fuera en otra versión. Es uno verdad destructiva, la democracia y la “mstitucionalidad” “mstitucionalidad” no pueden lidiar con ella. Pablo Aravena Núñez.