Autor: LA HISTORIA DE CLAUDIA URRUTIA MÁRQUEZ:
La ingeniera informática que da voz a familias de los pescadores desaparecidos
La ingeniera informática que da voz a familias de los pescadores desaparecidos ZELÁZNOG. IEPILEF S. NEIRA y F.
I. GONZÁLEZ Una figura pequeña pero de voz enérgica, que de la misma forma que exige respuestas a las autoridades reconoce, sin eufemismos, cuál creen que es el destino más probable de sus siete compañeros, desaparecidos en el naufragio de la lancha pesquera “Bruma”, emerge durante la dura travesía que enfrenta el mundo de la pesca artesanal. Porque los tripulantes de la embarcación hundida no son una lista de nombres ajenos. Son vecinos, amigos de toda la vida, de Claudia Urrutia Márquez (49), presidenta de la Agrupación de Bacaladeros del Maule y de la Federación Nacional del rubro. “Tenemos una amistad de más de 37 años.
Éramos compañeras con la Sole, su señora, y los papás de ella eran bien estrictos y como yo era matea, la sacaba para que pololearan”, cuenta la dirigenta, soltera y sin hijos respecto del patrón de la “Bruma”, José Luis Medel. En medio de la tragedia, Urrutia ha sido coordinadora con otras agrupaciones que ayudan en la búsqueda, vocera de las familias de los desaparecidos y encargada de gestionar los recursos humanos y técnicos desplegados. Ella se mueve fácil en un mundo machista como el de la pesca, afirma otra dirigenta de pescadores del Maule que la conoce hace muchos años.
“Recontra sacrificado” Sorprendentemente, esta ingeniera informática no llegó a ese rubro por su padre, un gendarme, sino por su madre, una profesora que buscando mejores oportunidades para su familia, se hizo a la mar hace más de cuatro décadas, cuando la pesca artesanal era casi exclusivamente para hombres.
Partió en Curanipe, pero luego se radicaron en Pellines, por lo que ella y su única hermana, “desde muy niñas, generamos este afecto, este vínculo, al tema de la mar, de cómo se desarrollaba, pero en una caleta pesquera así como Punta Lavapié, en una embarcación de madera, con un motor fuera de borda, un trabajo recontra sacrificado”. Cuando se dictó la Ley General de Pesca y Acuicultura, su madre estuvo entre las primeras en inscribirse en los registros, y además fundó un sindicato en Maule. Urrutia fue buena alumna en el colegio, pero desde temprano también remendaba y encarnaba redes. “Me subía al bote, navegaba... pero la vida en el mar es dura, es dura. Y los papás nada quieren para ti que te vincule con el tema del mar”, reconoce en un alto de las febriles jornadas que viven en Talcahuano esperando noticias. Conoce la zona porque aunque sus padres querían que estudiara Derecho o Medicina, terminó convertida en ingeniera de ejecución en Informática en la Universidad del Biobío. “Por eso se me dan fáciles los datos”, comenta sobre su manejo de datos satelitales, ubicaciones y tracks de rutas. Y aunque pasó por distintos rubros, terminó integrándose al negocio familiar y en la organización que preside, a la que llegó a cooperar, porque les faltaba una firma.
“En la caleta somos todos, no hacemos diferencias, en el río Maule, de botes a remo, las lanchas, los remendadores, encarnadadores, armadores, todos en un mismo gremio”, asegura. n Ha sorprendido por su preparación en un rubro tradicionalmente de hombres, pero también por la entereza con que enfrenta una tragedia que golpea a sus amigos de toda la vida.. Instalados en Talcahuano, prácticamente no han dormido desde que el domingo algo no cuadraba con la localización de la “Bruma” y se desplazaron en masa desde Constituc