La derecha: dos proyectos en pugna
La derecha: dos proyectos en pugna bién al lado, y han comenzado a disparar contra Johannes Kaiser y José Antonio Kast. Parece sano que haya disposición a competir entre las oposiciones. El tiempo ha ido perfilando dos aproximaciones distintas cuya división terminará de consolidarse en el ciclo electoral de fines de año.
Por un lado, una centroderecha que se siente cómoda jugando en la cancha en la que históricamente ha desplegado sus cartas, en rivalidad armoniosa o difícil según el período que se mire con la centroizquierda y la izquierda, con las cuales ha llegado a diversos acuerdos celebrados en las filas de Chile Vamos como señal de moderación y voluntad para alcanzar consensos. Por otra parte, una derecha a secas que busca convertirse en mayoría para patear el tablero y, curiosamente, renovar la cultura política restaurando un orden perdido. Es cierto que ambas vertientes son adversarias de la izquierda crecientemente radical que ganó las primarias y viene minimizando desde 2011 a los socialdemócratas. Pero también lo es que hay diferencias sustantivas entre ellas.
Aunque existen matices que el espacio asignado a esta columna obliga a obviar, puede decirse estirando un poco el análisis que en la derecha tradicional ha ido imponiéndose un talante liberal, incluso progresista en algunos temas, mientras que la nueva derecha abraza un ideario conservador. La primera es política y culturalmente continuista; la segunda es política y culturalmente revisionista o, incluso, contrarrevolucionaria. No se trata solo de una distinción teórica, sino de una diferencia que tiene expresiones concretas muy palpables. El mejor ejemplo reciente lo entrega la reforma previsional aprobada en enero. Mientras Chile Vamos negoció y adhirió con fuerza, republicanos y libertarios la repudiaron y votaron en contra.
La nueva derecha entiende que cuando se pacta con la izquierda es esta la que gana, porque cada acuerdo significa una concesión que corre el cerco de manera paulatina y arraiga al país en un orden político y cultural crecientemente progresista y estancado. Prefiere que no haya reforma antes que hacer una que profundice la decadencia soft en la que Chile se hunde paso a paso desde hace rato.
Los resultados no dejan de darle la razón, pues la pragmática centroderecha ha pactado repetidamente en favor de legislaciones que terminaron haciéndole daño al país y afianzando el avance de una cultura progresista: el fin del binominal alentó una fragmentación parlamentaria que hoy casi todos lamentan; la reforma educacional de 2009 fue celebrada con una foto que muchos en Chile Vamos hoy quisieran olvidar; la reforma tributaria de 2014 es una de las causas del aletargamiento económico, así como muchos de los cambios laborales de los últimos “PARECE SANO QUE HAYA DISPOSICIÓN A COMPETIR ENTRE LAS OPOSICIONES.
EL TIEMPO HA IDO PERFILANDO DOS APROXIMACIONES DISTINTAS CUYA DIVISIÓN TERMINARÁ DE CONSOLIDARSE EN EL CICLO ELECTORAL DE FINES DE AÑO”. JUAN IGNACIO BRITO años; la violencia post 18 de octubre de 2019 dio pie a un Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución que no trajo ni la una ni la otra. En estos y otros casos, una entusiasta centroderecha se sumó a acuerdos con la izquierda que fueron en su momento celebrados como necesarios ejemplos de diálogo y moderación. Sin embargo, lo que ha ocurrido es que el país ha caído en una sostenida pendiente resbaladiza de la cual le es cada vez más difícil salir.
Alentada por el éxito de Javier Milei, la derecha a secas se ve a sí misma como la única en condiciones de liderar la renovación que la centroderecha parece haber renunciado a impulsar porque tiene los dos pies muy bien plantados en el sistema actual.
Las diferencias entre ambos proyectos son visibles y eso hace recomendable que compitan en las presidenciales y las legislativas, para que sea el electorado el que decida cuál prefiere. n La campaña zombi de Evelyn Matthei muestra, por fin, signos vitales: la exfavorita y su entorno se han dado cuenta de que sus adversarios no están solo al frente, sino tam-.