La Pascua como gesto de la interrupción
La Pascua como gesto de la interrupción La ausencia del cuerpo de Jesús en el sepulcro, las emociones marcadas por el terror y la conmoción o el desconocimiento del Jesús Resucitado constituyen los espacios en los cuales el cristianismo verifica su eminente sentido interruptor.
Dios se hace presente en el devenir histórico mediante puntos impensados y la paradoja de la muerte, en medio de la pregunta por el sentido y su crisis constitutiva, a través de las sombras de la cruz y las primeras luces del domingo de Pascua. Juan Pablo Espinosa Arce Doctor en Teología; profesor adjunto Facultad de Teología, P.
Universidad Católica de Chile jpespinosa@uc.cl En el libro Carneros: el diálogo ininterrumpido: ininterrumpido: entre dos infinitos, el poema el filósofo argelino-francés Jacques Derrida utiliza la categoría de «interrupción» para significar un momento de crisis o de herida, a la vez que de apertura hacia un nuevo diálogo que comienza. Para Derrida, la interrupción interrupción tiene expresiones tales como una afectación al otro o del otro hacia el sujeto, un abismo, algo inquietante o también creación del sentido.
En sus palabras, «lejos de significar el fracaso del diálogo, ella [la interrupción] podía llegar a ser la condición para la comprensión y el entendimiento». En la comprensión derridiana, el lenguaje supone espacios de crítica, de permitir que otra palabra advenga y permita la fecundidad fecundidad del pensamiento. Para Derrida, la interrupción expresa la relevancia de que los procesos de conocimiento se vean remecidos por una alteridad que, desde su llegada o interrupción no condicionada, favorezca la fecundidad delpensary del mismo vivir.
En sus palabras, «no puede haber un porvenir como tal, sino se da una alteridad radical». En este sentido, la idea de interrupción [o irrupción en otros textos] implica la hospitalidad hospitalidad no condicionada en cuanto lo que viene o interrumpe no está condicionado; por ello, el aspecto radical de la alteridad. Lo que llega de manera imprevista trastoca la subjetividad de los implicados en dicho acontecer y cambia las perspectivas desde las cuales se comprende la totalidad de la existencia.
A partir de esto y utilizando las nociones derridianas antes descritas, la propuesta de este artículo en el contexto de la celebración de la Semana Santa quiere ensayar algunas cuestiones en torno a lo que denomino la Pascua como gesto de la interrupción. interrupción.
La tesis que propongo esquela Pascua deJesús es, en sí misma, un acontecimiento que irrumpe: por lo tanto, no es condicionada, condicionada, y por poseer dicha fisonomía implica que la vida de los sujetos que experimentan sus efectos queda transformada bajo el gesto de esa interrupción. que la interrupción pueda ser un aspecto constitutivo de la Pascua implica. La Pascua como gesto de la interrupción que ella se resiste a ser domesticada, es decir, siempre se muestra como novedosa, tanto en su comprensión como en la activación que ella realiza en nuestra vida. Con la Pascua como gesto de la interrupción al decir de Jean-Daniel Causse, se funda una nueva subjetividad.
En sus palabras: ((La muertey la resurrección de Jesús no tienen un valor de verdad abstracta ni adquieren sentido más que convirtiéndose incesantemente en un acontecimiento que da origen a un nuevo sujeto, del mismo modo que inauguran una nueva conciencia histórica&. Marcas textuales de la interrupción pascual: miradas a los evangelios Según los planteamientos de Roland Barthes, existe la llamada ((escritura del suceso»4, la cual indica que, luego de un acontecimiento especialmente significativo, se producen textos, relatos o símbolos en vistas a su comprensión.
Por lo tanto, si la Pascua constituyó un acontecimiento imprevisto y extraño (de ahí su sentido de interrupción), es posible indicar que este acontecimiento generó relatos, imágenes y narrativas marcadas marcadas por la interrupcióny la extrañeza.
Por lo tanto, es preciso mostrar que, y según los planteamientos antes indicados, al momento de entrar en los relatos evangélicos de la resurrección, el lector puede encontrar signos signos de extrañeza o de interrupción en estos textos porque ellos emergieron gracias al carácter disruptivo de la Pascua misma. De esta manera la hermenéutica que se ponga al servicio del acontecimiento pascual debe aprender a considerar estas marcas textuales que, como estrellas, forman la constelación de la interrupción. Aparición de Jesucristo a Maria Magdalena.
Alexander Ivanav, 1835. s Jacques Derrida, carneros: el didlo9o ininterrumpido: entre das infinitas, elpaema (Amorrottu, Buenos Aires ioog), 19.2 Jacques Derrida, Elgusta del secreto lAmarrortu, Buenos Airen 20091,35 -36.3 Jean-Daniel causse, el don del agapé. constitucidndel sujeto ético (salTerrae, santander 2006), 112.4 Roland Barthes, Elsusurrodellenguaje.
Másallá de la palabra yla esceirura (Paidds, España 2021), 223-n5.. La Pascua como gesto de la interrupción Cuando Hans-George Gadamer habla del círculo hermenéutico, es decir, del proceso de acercamiento de un lector a un texto específico, indica que el lector se vincula directamente con la alteridad del relato, es decir, es capaz de reconocer que esa unidad textual genera sentido en cuanto el lector es capaz de desentrañar su sentido. La lectura, con ello, se transforma en una experiencia dinámica.
Por su parte, Paul Ricoeur, también en la línea hermenéutica, utiliza la categoría de apropiación para indicar indicar que el lector va extrayendo elementos del texto en vistas a las preguntas que desde su subjetividad se levantany que, en definitiva, le hacen comprender que el texto le es contemporáneo contemporáneo 6. Tanto para Cadamer como para Ricoeur, el lector asume un papel activo en la interpretacióny es capaz de posicionarse de manera crítica ante el texto. Las reacciones de los testigos y el desconocimiento Así las cosas, ¿cuáles son las marcas que, a nuestro entender, van mostrando el carácter de interrupción de la Pascua? Dos queremos destacar.
En primer lugar, podemos ver las reacciones de los personajes (las mujeres y los discípulos) al momento de encontrar el sepulcro vacío, de tener los diálogos con los mensajeros celestes o las escenas en donde Jesús interrumpe en medio de la comunidad encerrada por el miedo. Las reacciones taly como están narradas van acompañadas por emociones bien concretas, especialmente por el miedo o el espanto.
En el griego neotestamentario se utilizan frecuentemente categorías vinculadas con elphobos, nuestra actual fobia, para indicar el sentir de los personajes ante el acontecimiento extraño que están experimentando (Mt 28,5, Mc iG, 8, Lc 24,5 ). La interrupción pascual supone un estremecimiento en la historia de los personajes involucrados en el acontecimiento, acontecimiento, experiencia que cambia totalmente sus maneras de comprender, de comprenderse a sí mismos o de comprender la historia que se está desplegando. Con esto, las emociones aparecen como nota distintiva de la aparición de la interrupcióny, al revés, la interrupción se muestra corporalmente manifestada gracias al mundo emotivo de los sujetos. Y la segunda marca textual característica característica de los relatos de la resurrección es el desconocimiento que los discípulos y las mujeres tienen del Resucitado.
Es difícil conocer al Cristo de manera inmediata: Magdalena cree es el jardinero (Jn 20, is), los de Emaús piensan es un peregrino de la fiesta de Pascua (Lc 24,18) y en ese mismo relato los otros discípulos creen es un fantasma (Lc 24,36). La interrupción supone que en la historia se abre una grieta, un auténtico punto de fuga a través del cual se quiebran las seguridadesylos conocimientos, previos y muy bien establecidos. Pero, y esa es la paradoja de la interrupción y de la Pascua, por ahí entra el conocimiento de lo nuevo y el cambio en la subjetividad. La interrupción pascual como origen de la experiencia cristiana Lo que los cristianos y cristianas celebramos en la fiesta de Pascua tiene que ver con nuestro nuestro origen. La pregunta por la resurrección es la interrogante antigua, pero siempre nueva, por la fisionomía de lo que nuestra experiencia humana y creyente quiere ser. Un cristianismo pascual es un cristianismo fecundado por la interrupción.
Jean-Daniel Causse, en un artículo que pone en diálogo aJacques LacanyMichel de Certeau, indica que el origen del cristianismo tiene que ver con la ausencia de un cuerpo, con un vacío central e inaugural, con la búsqueda del Otro7. Al comienzo de nuestro artículo decíamos que la interrupción, en términos de Derrida, indica que algo queda suspendido suspendido y que por dicha suspensión se abre la búsqueda por el sentido. De este modo, la interrupción no representa una experiencia negativa, sino que es una negación de las estructuras deterministas que intentan enclaustrar lo real en conceptos y lugares altamente determinados.
La ausencia del cuerpo de Jesús en el sepulcro, las emociones marcadas por el terroryla conmoción o el desconocimiento delJesús Resucitado que se acerca a determinados determinados sujetos, constituyen los espacios en los cuales el cristianismo verifica su eminente sentido interruptor. Esta interrupción es, en última instancia, el movimiento que el Dios de Jesús realiza en la historia del mundo y de los seres humanos.
Dios se va haciendo presente en el devenir histórico a través de los puntos impensados, a través de la paradoja de la muerte, en medio de la pregunta por el sentido y su crisis constitutiva, constitutiva, a través de las sombras de la cruz y de las primeras luces del domingo de Pascua.
Estos son los espacios a través de los cuales la experiencia cristiana asume su sentido más auténtico, su corazón de interrupción, su apertura como experiencia de novedad y su frecuencia de transformación de nuestras propias subjetividades.
M Si la Pascua constituyó un acontecimiento imprevisto y extraño de ahí su sentido de interrupción, es posible indicar que este acontecimiento generó relatos, imágenes y narrativas marcadas por la interrupción y la extrañeza. 5 Hans-George Gadamer, verdad y método (Sígueme, España 1992), 334-335.6 Paul Ricoeur, Del testo ala acción (Fondo de Cultura Económica, Económica, Buenos Aires zoo6), 140.7 Jean-Daniel Causse, «El cuecpoy la experiencia mística. Análisis Análisis a la luz deJacques Lacany de Michel de Cecteau», Latorre del Virrey n. 17(1) anis, i-B,..