El precio de atacar a Irán
El precio de atacar a Irán Robert Funk Profesor Asociado Facultad de Gobierno U. de Chile A l final de su primer mandato, Donald Trump se jactaba de que la suya fue la única presidencia reciente de EE.UU. que no había entrado en alguna guerra. Trump entiende que, posterior a Irak y Afganistán, los estadounidenses están cansados de guerras interminables y con resultados dudosos. Más específicamente, la base electoral de Trump es esencialmente aislacionista, un eco no solo del movimiento pro-fascista "America First" de los años 30, sino también del movimiento antiinmigrante "Know Nothing" de la década de 1850. Por estas razones, el regreso de Estados Unidos al Medio Oriente nunca iba a durar mucho. En este sentido, los comentarios alarmistas en redes sociales advirtiendo una posible Tercera Guerra Mundial han sido una exageración. Esto no es nuevo.
Desde la Crisis de Suez --que Eisenhower detuvo para evitar la intervención soviética-hasta la Guerra de Yom Kippur o la destrucción del programa nuclear iraquí por parte de Menachem Begin, algunas voces afirmaban que las acciones de Israel desencadenarían una guerra mundial. En retrospectiva, esto parece haber sido ya sea una forma de escatología bíblica o un intento de recortar el margen de acción de Israel. Era evidente que la opción tomada por Trump implicaría costos para todos. Irán, desde luego. Pero los intereses de EE.UU. en el extranjero ahora estarán expuestos a ataques militares o terroristas. Al mismo tiempo, el país tendrá que estar en máxima alerta ante posibles incidentes internos, desde atentados hasta ciberataques. Esto asume, por supuesto, que el régimen iraní se mantendrá en el poder: es demasiado pronto para saber si el régimen, ya profundamente impopular, está realmente en peligro de caer. Finalmente, Israel también pagará un precio. El presidente norteamericano no es alguien que actúa sin esperar algo a cambio. Eso explica el anuncio de un cese de fuego: Trump se lo ha exigido a Netanyahu. Trump podría --y debería-además, exigir que Israel no intente derrocar al régimen islamista. Esa es una tarea para los propios iraníes.
Y Trump podría --y debería-presionar a Israel para que acepte una nueva solución negociada para Gaza, en la que se permita una reconstrucción financiada y respaldada por países árabes, bajo la orientación de la Autoridad Palestina. Tanto para EE.UU. como para Israel, los costos son altos, pero el precio de no actuar hubiera sido aún mayor. El precio de atacar a Irán. -