Autor: María Teresa Cárdenas M.
El beneficioso placer de leer y oír leer
El beneficioso placer de leer y oír leer “La lectura es una poderosa herramienta para la vida que impulsa la atención, comprensión e imaginación.
También favorece las habilidades socioemocionales y los vínculos afectivos, entre muchos otros aportes esenciales para el desarrollo integral de los niños y niñas”. Con este enunciado se fundamenta el concurso nacional de lectura en voz alta “El placer de oír leer”, que hace unos días realizó en los estudios de NTV la etapa final de su décima versión.
Organizado por la Fundación Ibáñez Atkinson, y con Marco Montenegro su creador a la cabeza, en él han participado en una década más de 190 mil alumnos de tercero a sexto básico de todo tipo de establecimientos educacionales del país.
Una pequeña muestra del impacto positivo y el efecto multiplicador de la experiencia pudo verse en esta última etapa, donde los diez finalistas de distintas ciudades del país leyeron durante dos minutos alentados desde el público por sus familias. Todos, además, agradecieron el apoyo de sus respectivos colegios y de sus compañeros.
También a escena entró en estos días la octava versión del Festival de verso clásico, organizado por la U. de los Andes, la U. de Chile, el Centro Cultural de España, CCESantiago, y el Taller de verso clásico (para profesores de colegio, gratuito), que dirige Joaquín Zuleta, artífice de la iniciativa.
Más de 300 niños, jóvenes y adultos de 25 establecimientos educacionales del país participaron durante dos días en la lectura y escenificación de obras de poesía y teatro clásicos frente a un público variado, numeroso y entusiasta que colmó durante horas el teatro del CCE. ¿Hay adolescentes o jóvenes que de manera voluntaria dediquen un sábado completo a oír o leer versos? La respuesta quedó alentadoramente a la vista.
En días recientes, múltiples voces se han levantado a raíz de los impactantes sucesos protagonizados por alumnos del Internado Nacional Barros Arana, donde 35 de ellos resultaron heridos por la explosión de una bomba incendiaria que preparaban en lasla columna deDe ser un orgullo para el país, la educación pública ha devenido muchas veces en un estigma. dependencias de su liceo.
Desde apoderados que justificaron el accionar de sus pupilos como una forma de protesta, porque “hay jóvenes que traen rabia, pena y una enorme incertidumbre al (sic) futuro”, hasta quienes, sin el mínimo asomo de empatía o caridad ante la tragedia, hablaron de una “justicia divina” que habría castigado a esos mismos jóvenes.
Entre los dos extremos, hay que decirlo, se han conocido opiniones más templadas que han tratado de dilucidar las causas, antecedentes y circunstancias de este lamentable hecho: el progresivo deterioro de la educación pública, la crisis de autoridad que experimentan nuestras sociedades desde hace ya bastante tiempo, la actitud ambigua o negligente de los adultos ante conductas inadecuadas o abiertamente violentas de algunos alumnos, el uso excesivo de la fuerza por parte de las policías, la desmedrada situación de los profesores (que esta semana aprobaron mayoritariamente la propuesta del gobierno para reparar la llamada “deuda histórica” con el sector). Un diagnóstico multifactorial y bastante desolador, sobre todo considerando que del INBA, así como del Instituto Nacional y otros establecimientos públicos egresaron generaciones de futuros profesionales y destacados políticos, artistas e intelectuales. Como Nicanor Parra, quien, pese a haber cursado solo el sexto año de Humanidades en el INBA, conservó hasta sus últimos días la foto enmarcada de su curso.
Y la convirtió en artefacto, superponiéndole la frase “Todas íbamos a ser reinas”. En esas aulas conoció al filósofo Jorge Millas, al pintor Carlos Pedraza y, siendo ya inspector, al también filósofo y ensayista Luis Oyarzún. Juntos crearon una revista donde publicaron sus primeras expresiones artísticas. Casi un siglo después, el panorama es muy distinto. Y de ser un orgullo para elpaís, la educación pública ha devenido muchas veces en un estigma. Pero cuando el desánimo parece imponerse, surge a través de una carta al director de este diario una visión esperanzadora. “Necesitamos muchas horas de conversación, atención en lo que hacen, en sus logros y en sus fracasos”, escribió esta semana Ricardo Román Toro, director del Colegio Alberto Blest Gana, sobre el trabajo con los estudiantes.
Asimismo, propuso “imaginar los colegios centrados en juegos y proyectos a realizar por los alumnos, con permanentes celebraciones, festivales, sorpresas y profesores llenos de energía, hasta que el colegio sea el lugar más divertido, más importante.
Es en ese contexto en que comenzarán a funcionar las reglas, la responsabilidad, cuando logremos capturar el compromiso, la disciplina y la lealtad que tienen los niños y jóvenes con las cosas que realmente les importan, que son muchas”. Adelantándose a los escépticos, reafirma al final de su carta: “Esto no es ingenuidad, nosotros ya lo estamos haciendo, con logros y en ambientes de muchas carencias”. Ubicado en la comuna de San Ramón, el Colegio Alberto Blest Gana es subvencionado y el 87 por ciento de sus estudiantes vive en situación de vulnerabilidad. En 2020 fue el único establecimiento educacional chileno que participó en el World Education Week, que reunió a las 100 mejores escuelas del mundo. Ejemplos como este merecen ser difundidos e imitados.
En muchos casos, como los del concurso “El placer de oír leer” y el Festival de verso clásico, pueden ser los propios alumnos quienes incentiven a sus familias y comunidades a compartir experiencias enriquecedoras con niños, niñas, adolescentes y jóvenes de distintas realidades. “Enseñar siempre: en el patio y en la calle como en la sala de clase. Enseñar con la actitud, el gesto y la palabra”, recomendaba Gabriela Mistral a los profesores.
Un paso importante podría darse si asumimos que, fuera de las aulas, la educación es tarea de todos.. Diez años cumplió el concurso nacional de lectura en voz alta, mientras que el Festival de verso clásico celebró ocho años de vida. Iniciativas, entre tantas, que vale la pena destacar y replicar por el bien de nuestros estudiantes.