Columnas de Opinión: Patagonia: Un sueño de contrastes, alegrías y naturaleza
Columnas de Opinión: Patagonia: Un sueño de contrastes, alegrías y naturaleza Xiomara Gélvez Peláez Cuando era una niña escuchaba “La Patagonia” como un lugar mitológico, lejano, imaginario.
Nací en un pueblo al norte de Colombia (Pamplona, Norte de Santander) y cuando la gente quería enviar a alguien lejos para no verle, le decían “váyase pala Patagonia”. Al crecer, a mis 17 años, cumplí mi primer sueño que fue estudiar en la Universidad de Antioquia, una de las mejores universidades de mi país. Me fui sola a mis 17 años a la ciudad de Medellín, allí aprendí mucho de mi carrera profesional y de la vida adulta. Poco a poco me fui preguntando por la posibilidad de explorar otras realidades en otro país. Finalizando mi carrera, logré hacer un intercambio académico con la Universidad Austral de Chile, en Valdivia. A mis 23 años me fui a conocer otro país sola. Fue difícil convencer una vez más a mi mamá y a mi familia que era una buena idea. Al llegar a Chile todo era muy distinto.
El lenguaje y el clima me costaron mucho, pero me fui quedando acá, con el tiempo logré estudiar un Magíster y ejercer mi profesión siendo una “migrante”. Estando en Valdivia, me enamoré de la Patagonia, ya que trabajaba en un programa de conservación de la Patagonia chilena. Yo añoraba una y otra vez estar en los lugares que apenas podía ver en fotografías. Hasta que, a mis 28 años, Dios me dio la oportunidad de irme a vivir a Coyhaique en el 2023. Llegué esperanzada de conocer, aprender y aportar todo de mí a un lugar que creí que no existía y que, sin haberlo pensado desde niña, ya estaba aquí siendo una adulta.
Sin embargo, nunca pensé que iba a pasar casi los peores momentos de mi vida, no sólo por la soledad y el aislamiento, sino por la complejidad con la que me encontré en mi lugar de trabajo. Soporté y me autoengañé con la idea de que mi cariño y alegría podría cambiar incluso a las personas más duras, pero no fue así. A pesar de todo ello, logré conocer a otras personas que llenaron mis días de aventura, de bicicleta, de trekking, de yoga. Estas personas salvaron mi vida. Hoy quiero agradecer a las personas que están detrás de los proyectos que salvan vidas, que llenan de sentido lo que se vació en un momento. Cicleayque, CicloAustral, Prana Studio, Guías del Avellano y Cicloturismo Patagonia salvaron mi vida.
En una región supremamente hermosa, hay tantos suicidios por lo que me gustaría hoy, pedir que, por favor, se apoyen los proyectos que hacen encontrar a la gente buena con la gente buena y a la gente mala ser menos mala. Gracias Patagonia por todo lo que me enseñaste, gracias por las alegrías vividas y las pruebas superadas. Opinión.