Editorial: La enfermedad como desigualdad
Editorial: La enfermedad como desigualdad En Chile persisten profundas desigualdades en la forma en que el cáncer impacta a las personas. Mientras algunos acceden a diagnósticos y tratamientos oportunos, otros -por el lugar donde viven, su situación económica o la saturación del sistema de saludse ven obligados a esperar. Y en cáncer, sabemos que el tiempo puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Esta inequidad no solo se refleja en cifras, sino en historias reales de personas y familias que enfrentan la enfermedad en condiciones muy diferentes. No es casual que la salud se haya instalado como una preocupación transversal en nuestro país. Así lo refleja la Encuesta CEP de julio, que posiciona este tema, después de la delincuencia, como el segundo problema más importante a abordar por el gobierno, sin distinción de género, territorio o nivel socioeconómico. A esto se suma un deterioro en la percepción de salud individual, especialmente en sectores más vulnerables. La sensación de abandono es evidente y la urgencia de respuestas, también.
Uno de los mayores déficits en oncología hoy es la latencia: 15.000 personas en lista de espera con sospecha o diagnóstico de cáncer -según datos del Minsal a diciembre del 2024y con sus garantías GES vencidas. Son pacientes que no han podido ser absorbidos por el sistema de salud: padres, hermanos, hijos, familias enteras que esperan y merecen una solución. Una dolorosa realidad que, pese a los esfuerzos de la autoridad, está lejos de cambiar. La desigualdad es aún más evidente al mirar lo que ocurre en regiones, donde la falta de equipos, especialistas e infraestructura limita gravemente el acceso. La escasez de oncólogos y la concentración de profesionales en algunas zonas del país generan demoras en el diagnóstico y tratamiento, prolongando las listas de espera.
En regiones extremas como Arica, Tarapacá, Aysén y Magallanes, la situación es crítica: cada una cuenta con un solo oncólogo para toda su población, muy lejos de los 21 especialistas por cada millón de habitantes que tienen, en promedio, los países de la OCDE..